LAS ÁREAS forestales que posee Tenerife suponen un verdadero tesoro de un valor realmente incalculable. Se trata de un patrimonio natural que todos compartimos y que a todos también nos corresponde conservar, porque los bosques no se limitan a engrandecer el paisaje, sino que contribuyen en muy buena medida a enriquecer el medio ambiente y a mantener la biodiversidad insular, cuestiones fundamentales para mantener el turismo.

Por ese motivo, la protección del monte ha de ser una de las principales tareas a asumir por las instituciones. Eso es, precisamente, lo que ha venido haciendo tradicionalmente el Cabildo de Tenerife, sobre todo desde que hace algo más de un decenio recibiera la responsabilidad de gestionar el dispositivo de prevención y extinción de incendios forestales. Desde que asumiera estas competencias, el Cabildo ha destinado numerosos proyectos a actuaciones en selvicultura, restauración de la vegetación, hidrología, defensa de pistas y actuaciones en barrancos. También ha incrementado de manera notable los efectivos en materia de vehículos disuasorios, autobombas y recursos humanos en forma de brigadas de alta movilidad y de tierra.

Tal compromiso ha llevado a la creación de una verdadera estructura, integrada por personal muy especializado y por medios técnicos y equipos específicos que cada verano se despliega por aquellas zonas donde el riesgo de fuego es patente. La labor desarrollada hasta el momento ha sido sumamente positiva y los tinerfeños debemos estar muy agradecidos a los componentes de este grupo de personas que dedican su esfuerzo a vigilar de forma permanente y actuar cuando la situación lo requiere. Un personal entrenado y entregado totalmente a la causa de la defensa de nuestros montes.

Sólo en el año 2009 el operativo del Cabildo atendió 260 alarmas de incendios, de las que 61 llevaron labores de extinción, sofocando conatos que sin esta actuación derivarían en incendio. Pero no debemos bajar la guardia, sobre todo cuando está comprobada la tendencia al aumento del riesgo. Cuando, debido a las circunstancias ambientales o climatológicas, como ocurrió hace tres años, el incendio se convierte en incontrolable, también están ahí para combatirlo en primera línea y lograr atajarlo, para así cuidar nuestro bosque.

En cualquier caso, esa última labor protectora es una responsabilidad que todos hemos de tomar como propia. Estoy seguro de que los tinerfeños aman profundamente nuestros montes, pero, precisamente por eso, debemos extremar las precauciones y, sobre todo, estar alerta de los indicios y avisos que nuestros propios bosques nos dan. En consecuencia, resulta obvio afirmar que cualquier prevención es poca, fundamentalmente en una época como la estival, cuando las posibilidades de que las llamas se extiendan se incrementan exponencialmente dado el calor reinante en estos momentos.

Por lo tanto, hemos de tener claro en todo momento la necesidad de evitar situaciones de riesgo y de atender siempre los índices oficiales de peligrosidad de incendios en cada momento, que forman parte también del dispositivo de prevención. Además, debemos prestar una especial atención a la quema de residuos agrícolas y a las exhibiciones pirotécnicas en nuestros municipios. De esta forma, y con la participación de todos, conseguiremos reducir mucho las posibilidades de que se vea afectada una riqueza común.

Cabildo de Tenerife