RATAS enormes, tortugas tan grandes como las de las islas Galápagos, lagartos de un metro o metro y medio "tipo varano", focas monje e incluso aves "tipo avestruces", entre otras extintas especies habitaban el Archipiélago no hace tantos años. Ahora lo habitamos nosotros, cuidadito.

Se plantea un enigma de grandes proporciones: ¿cómo llegaron a colonizar las islas Canarias algunos de estos animales? Hay teorías que defienden que Lanzarote y Fuerteventura estuvieron conectadas con el lado oeste del continente, que registró periodos húmedos con buenas condiciones -uno de ellos hace 10.000 años- para que, por ejemplo, los gasterópodos terrestres dieran el salto en "balsas de vegetación impulsadas por los vientos y mareas". Sin embargo, no con esa teoría se explica que territorios tan alejados como Tenerife estuvieran habitados por mamíferos terrestres con esa procedencia y tamaño. Sería tanto como admitir, aunque no es tampoco ninguna locura, que durante la formación -o en épocas posteriores- volcánica de las Islas, que comenzó a gestarse en el fondo oceánico hace muchos millones de años, llegaran algunos de los citados habitantes desde las zonas occidentales de África. Los fósiles marinos más antiguos se encuentran en los sedimentos de Ajuí (Fuerteventura) y abarcan periodos de tiempo entre los 140 millones de años (Jurásico) hasta hace unos 60 millones de años (final del Mezosoico).

Vamos por partes. Las ratas gigantes, que se han encontrado en Tenerife y Las Palmas, podían medir tanto como un gato -un kilo por lo menos- y previsiblemente fue la entrada del hombre, de carnívoros asociados y de las ratas actuales lo que provocó su desaparición. En 1964, Crusafont y Petter describieron una rata gigante de Tenerife, cuyo cráneo alcanzaba hasta 7 cm. de longitud, después de que sus huesos llevasen algún tiempo depositados en el Museo Nacional de Ciencias Naturales sin que nadie les prestase atención. Esta rata aparece en yacimientos pertenecientes al Pleistoceno Medio y al Holoceno, por lo cual se sabe que vivió al menos desde hace unos 100.000 años extinguiéndose en época reciente, sospechándose, incluso, que llegó a convivir con los antiguos pobladores.

Con los lagartos está más probado que los guanches se los comían ya que supuestamente podían representar un aporte de proteínas en épocas de escasez. Los restos más abundantes de vertebrados terrestres que poblaron en el pasado el Archipiélago corresponden a lagartos, dentro del grupo de los lacértidos de grandes dimensiones. Así, en 1942 fue descrita Lacerta goliath por el alemán Mertens. Se trataba de un lacértido procedente de Tenerife que alcanzaba un metro de longitud. Años después, en 1953, Telesforo Bravo describía un nuevo lagarto procedente de la misma isla y que medía aproximadamente un metro y medio, denominándolo Lacerta máxima. La distribución de estos lagartos ha ido ampliándose a medida que se avanzaba en la prospección de las Islas, aunque la mayoría de las veces los hallazgos ocurren de modo fortuito. Hoy se sabe que poblaban también La Palma, La Gomera y El Hierro.

En cuanto a las aves, a mí todavía me resulta más curioso. En las Islas Orientales se han encontrado restos de huevos fosilizados de grandes aves. Fragmentos y huevos casi completos han sido hallados en el norte de Lanzarote en depósitos cuya datación oscila entre 6 y 7 millones de años. Después de realizarse diversos estudios se llegó a la conclusión de que se trataba de restos pertenecientes al grupo de las "Ratites", constituido por aves no voladoras como son las avestruces, ñandús, etcétera. Más tarde se observó que estos fragmentos presentaban variabilidad en el grosor, llegándose a la conclusión de que pertenecían a dos grupos diferentes; uno era el de los avestruces actuales, y otro el de los "Aepyornis" o aves elefantes, extinguidos en la actualidad y de mayor tamaño que los primeros.

Con tortugas como las de las Galápagos, a medida que se continúen las investigaciones en este campo de la ciencia, se irá conociendo mejor el pasado y el poblamiento perdido en el tiempo de nuestras islas. Las llegadas de los primeros habitantes humanos pueden ser antiquísimas. En este sentido, se hace necesaria una legislación actualizada y eficaz que preserve este patrimonio y que evite que estos restos terminen siendo destruidos por ignorancia y, por qué no decirlo, por temor a que al dar parte de un hallazgo de estas características se paralice una construcción o la explotación de unos terrenos.