EL ESTADO ha llevado a cabo durante las últimas décadas una transformación desde una feroz dictadura a una democracia envidiada incluso por otras realidades planetarias. Esto es cierto, ahora por lo menos discrepamos con orden y sin manos, pero, aunque cada uno diga lo que le dé la gana, ellos son los que mueven la rama. La llamada descentralización ha conducido de momento al Estado de las Autonomías, en las que unos consideran que se ha llegado demasiado lejos y otros que no cumple ni con sus más mínimos anhelos. Se ha arrancado un mundial de fútbol, pero aún queda por definir en muchos capítulos lo que puede entenderse como España. ¿O no?

El presidente de la Generalitat, José Montilla, con la fuerza de una manifestación de millón cien mil personas, ha afirmado que la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut está "llena de ofensas gratuitas que no tienen efecto jurídico, pero sí el efecto de tocar las narices". "¿Tienen que reiterar tantas veces la indisoluble unidad de España? ¿Por qué? Hay cosas que ya figuran en el Estatut, pero la sentencia se recrea en ellas", ha lamentado, aunque ha admitido que la sentencia también contiene cuestiones de calado. "Tenemos motivos para sentirnos maltratados, pero no podemos sentirnos derrotados ni humillados".

¿Qué me dicen de unas Islas que no están ni situadas en el mapa de Europa? ¿Qué me dicen de la historia de una brutal imposición por las armas? ¿Qué me dicen de una economía dependiente que no traspasa ni de lejos los parámetros de igualdad a su población? ¿Qué me dicen del papel autista en el planeta?

Canarias es un archipiélago que tiene la suerte o la desgracia de estar ubicado en tangente con una parte secante de África. Habitado por un relativamente elevado número de personas que configuran una mezcla o fusión de antiguos pobladores con peninsulares, europeos y americanos. Un territorio que no tiene por qué renunciar a ninguna de sus orillas de modernidad relativa, a sus costas occidentales u orientales o a sus parámetros tricontinentales para reivindicar la particular gestión de intereses propios y visión del mundo en el que también puede tener cabida lo que al final se entienda como España.

En cualquier otro contexto geo-histórico, el mundo entero entendería una adecuación política y de independencia económica con cabida en las razones que se quisieran esgrimir o argumentar por las partes. Y es que, curiosamente, podría beneficiar al conjunto total; a mi juicio, no hace falta salirse de nada porque también somos europeos o hispánicos; al contrario, exigir que se abra la plaza de privilegio que ocupamos en este globo terráqueo en una evolución que significaría sumar tentáculos al pulpo.

Los miedos a los cambios son los que operan por la percepción de peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano. "E de tal miedo e de otro semejante fablan las leyes cuando dizen que pleito o postura que home face por miedo non debe valer".

Joanna Bourke, autora de "Fear: a cultural history" ("El miedo: una historia cultural") revela que el miedo, como un sentimiento colectivo e individual, varía con las épocas y los contextos históricos.

Parece que, hoy por hoy, hay un disfrazado canguelo económico. De tanto pedir (hasta guardias civiles, Policía Nacional y cúpulas para las islas) nos creemos mendigos cuando los recursos son y serán los mismos: comercio, turismo, industria, agricultura, servicios… sólo que gestionados "por y para", "desde y donde", "asigún y cómo" con nuestro espacio, con nuestras aguas y a poder ser también con nuestras agallas. Las riquezas de Canarias son las mismas: posición, naturaleza, mar, sol… con una potencialidad por redescubrir y consumos que ahora controlan empresas con pirámides foráneas.

El poderoso Partido Socialista catalán ha apostado por lo que llaman "unidad vehicular para el íntegro desarrollo del ambicioso Estatut" y se ha posicionado frontalmente en contra de sus correligionarios del resto del Estado y del fallo del Tribunal Constitucional (TC), al que descalifican abiertamente.

En lo que respecta al "País Canario", en cualquier contexto y en una negociación razonable obtendríamos vías para trabajar mejor, siempre evitando que la amígdala se active y se desencadene la sensación de miedo con una respuesta que se concrete en huida o rendición.