AMBIENTE singular el de la jornada de hoy martes en la ciudad del Puerto de la Cruz. Al amanecer los lugareños se dirigen a la playa del muelle a darse el remojón de rigor. Primera parte. A continuación, una vez organizado el espacio para reunir a la familia, desayunan (chocolate con churros) y cuchichean hasta las tantas de lo divino y lo humano: en las lenguas del Puerto te veas, reza el refrán popular. Ni tanto, vamos. A esa hora la playa del muelle está atestada de sombrillas, neveras, bandejas, bolsos… (Reclamos adquiridos con los periódicos y las revistas del montón). Colocados de manera que el gentío no irrumpa en la zona previamente cubierta con un mantel agarrado con piedras para que la brisa no levante los cubiertos, los vasos, los refrescos y los entrantes de pan untado con chorizo perro. La posesión del área cubierta por la "mantelería de plexiglás" impide que otras personas se acomoden en la zona. ¡Amigos: viva yo!

Al mediodía, cuando el sol comienza a dar de lleno en el torso, se preparan para zamparse el sancocho, o bien la carne de conejo con papas arrugadas y vino tinto del país. A la suegra, que al fin y al cabo se contenta con el cariño de los nietos, le toca preparar el café y los cortados; al amigo de la niña, que más que comer ha estado toda la mañana de sobajeo, reparte el licor en los vasitos de 2 centilitros (o chupitos), las chocolatinas y lo que se preste para seguir la rumba¡ Y todos tan contentos en la fiesta de la embarcación de la Virgen del Carmen y San Telmo!

Todo esto forma parte del modus operandi que predomina en el ambiente de cualquier acto de fiesta, y el Puerto no es diferente. Incluso el júbilo del embarque los incita a empinar el codo más de la cuenta. El calor, el gentío, la música pasada de decibelios zumbando en los oídos. ¡Bueno, bueno! Ambiente descolocado el de hoy en el Puerto de la Cruz. Los extranjeros alucinan, les cuesta creer lo que ven. Por ejemplo: los zarandeos continuados a la Virgen durante el trayecto procesional y en presencia del clero, cuando no hace mucho se reprimía a las damas por no llevar el velo en los templos. Pues no. Porque ahora, en el siglo XXI, con las tornas cambiadas, los tribunales de la inquisición los "maneja" ZP con más destreza y mano larga que la Iglesia.

En fin, es irrefutable que la ciudad vibra con la Virgen y San Telmo de romería. Antes, claro, lo hizo el Gran Poder de Dios por el recorrido terrestre de costumbre. Porque no hay fiesta sin, a priori, sacar en procesión al hijo predilecto de los portuenses. A cada "santo" le toca su día. Para que luego digan que los pescadores del Puerto pierden las formas, que no el tino, cuando sacan a la Virgen en procesión hasta el embarcadero del muelle, no más de 400 metros de recorrido procesional, con la emoción de llevar sobre los hombros a la imagen que piropean a su manera. Y que nadie se escandalice por el vocabulario. No es elegante ni adecuado, de acuerdo, pero basta saber que lo expresan con "fervor y simpatía". Como digo, a estos hombres, la mayoría escasos de instrucción, no está bien colgarles sambenitos por mostrarse como auténticos "lobos de mar".

Y qué les voy a contar de la costumbre de subir y bajar a la imagen hasta sudar la gota gorda (tiene su explicación) , de no ser por el peligro que corre la escultura de don Ángel Acosta, a mí me resulta gracioso. "Creo que la Virgen se sonríe por la broma", y con lo que pesa. Una mujerona de más de 1,80 metros de estatura, con un semblante risueño, muy bien logrado, natural... ¿Posó para el escultor una portuense? ¿Quizás, quizás, quizás?

Casualmente, y aunque nada tiene que ver, la hija del marqués de Mariño es clavada. Me refiero a Isabel Sartorius, de 45 años de edad, la ex del príncipe Felipe de Borbón. ¡Dios, qué parecido! Años los que llevo observando la fisonomía y la semejanza con alguien que has visto sin saber dónde, hasta que por fin descubres la estampa de la Virgen del Carmen del Puerto en el físico de Isabel Sartorius. ¡Busquen y comparen!

Bueno, y que los ortodoxos no se rajen las vestiduras por los exabruptos de los pescadores. Porque si hablamos de respeto, peor es criticar y/o juzgar a las personas sin más ni más. Eso sí es condenable. Y no que los pescadores del Puerto "zarandeen" a la imagen de la Virgen simulando el arrullo de las olas. ¡Feliz embarque!