SI NO FUERAN a acusarme de especulador, antipatriota y otros insultos por lo que voy a decir a continuación, no debería seguir expresando por escrito lo que honestamente pienso de lo que sucede a nuestro alrededor. Pero, como sobre todo quiero ser honesto conmigo mismo, te tengo que advertir, Pepe Ignacio, sobre lo que nos espera todavía bajo el "zapaterato", según yo lo veo por sus penúltimas hazañas.

Porque aparte de los aumentos de impuestos, la congelación de pensiones, los recortes en la protección social, la inminente introducción del copago en la sanidad pública, el creciente desprestigio internacional de nuestro país, continuamos con el aumento constante del déficit público por los gastos sin pudor de esta casta de nuevos ricos que especulan con el dinero de todos, y como dijo una ministra, "el dinero público no es de nadie".

Cada día que pasa se deteriora la situación de la Justicia, de nuestras Fuerzas de Seguridad y de Orden Público, las cárceles revientan de internos, las mafias se mueven a sus anchas, España se ha convertido en su particular Dorado, no se crea un puesto de trabajo estable, sube el número de familias sin un ingreso, los jóvenes no encuentran empleo, mientras… la Junta de Andalucía impulsará el árabe como segunda lengua con un presupuesto de 2.500 millones de euros; mientras tenemos que oír a inspectores fiscales que cifran nuestra economía sumergida en más de un 24 por ciento del PIB.

Es decir, hay unos 240.000 millones de euros en dinero negro. Mientras, los políticos que debieran aflorarlo nos anuncian una subida de impuestos, sólo para los que ganen más de 80.000 euros al año y con varios puntos más sobre el 1,5% que pagan los supermillonarios de las SICAV. Con eso pretenden sacarnos de la crisis: aumentando impuestos y penalizando el ahorro.

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En un panorama así, Pepe Ignacio, lo prudente para los ahorradores, a quienes les van a poner un impuesto por mantener su dinero en las instituciones financieras españolas, sería imitar lo que los mismos inspectores fiscales denuncian que han hecho muchos de los que hacen subir y bajar la Bolsa, o quienes han tenido a los políticos cogidos por la corrupción con las recalificaciones que dieron lugar a la burbuja inmobiliaria. La mayoría de los que pusieron las casas a precio de oro han puesto sus ganancias a buen recaudo en paraísos fiscales, ésos a los que el G-8 y el G-20 se comprometieron a poner a raya, pero hasta ahora no se han atrevido. El dinero no tiene fronteras.

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Ya nadie quiere nuestra deuda, salvo a precios de usura, como esta última semana, que hemos sobrepasado más de los 200 puntos básicos en relación con el bono alemán. Cada día les será más difícil o más caro venderla a un Gobierno que nos ha devuelto a la más grave división entre españoles desde la última Guerra Civil, desenterrando todas las fobias y cainismos de la más rancia izquierda, que ahora quiere salvarse de la quema, achacando a la conspiración internacional de los especuladores las desgracias que nos han traído sus incompetencias y sus afanes de revancha.

Pero ni esos revanchistas han logrado convencer a los del Club Bildenberg ni a los enviados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que se fueron, tras revisar nuestras cuentas públicas, diciéndole al todavía presidente del Gobierno que iba por el buen camino, pero que los recortes adoptados son todavía "insuficientes".

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Pero ahí están, inasequibles al desaliento, echando mano del Fondo de Reserva de las Pensiones con el mismo desparpajo con que le entregaron a Rusia hace 70 años el oro del Banco de España, y no hace más de tres años volvieron a esquilmar nuestras reservas de oro, vendiendo por menos de la mitad del precio al que ahora se cotiza más de la mitad de las toneladas del buscado metal que se habían ido acumulando a lo largo de otros setenta años de esfuerzos de todos los españoles.

Así que tú verás, Pepe Ignacio, lo que haces con tu voto en las próximas elecciones municipales y autonómicas para constituir unas administraciones que están en bancarrota, en las que la mayoría no paga a sus proveedores ni las nóminas de sus empleados. Administraciones que han multiplicado a los nuevos ricos de la casta política. Unos entes locales y regionales que, lejos de acercar la Administración a los ciudadanos y garantizar la igualdad entre españoles, han aumentado las desigualdades entre regiones y son una de las causas de la reaparición de los reinos de taifas que, como no podía ser menos, han resucitado a ZP, que se atreve todavía a gastar dinero en la venta de su producto estrella: la "alianza de civilizaciones". O lo que es lo mismo, la rendición de Europa al nuevo imperio islámico.

¿Cuajará la reforma laboral que el Gobierno dictará por decreto antes de declarar cerrado su "planetario" mandato de la Presidencia Europea? Mandato que pasará a la historia como el momento en que se inició la ruptura de una ilusión: la de la Europa unida. Por lo menos ha servido para que nuestros socios se percataran de lo que se jugaban con ZP y le pusieran firme, en un último intento para salvar al euro y evitar hundirse todos en el mismo piélago de incompetencia y corrupción en que nos ha sumergido a los españoles.

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P.D.- Así que, querido Director de EL DÍA, no le preocupe tanto a dónde va Canarias. Menos de un tercio de los parados que realmente tenemos van descendiendo porque hay muchos canarios que vuelven a emigrar.

El futuro de estas islas tendrá que reescribirse más pronto que tarde, pero posiblemente no porque se logre ese deseo suyo, respetado don José Rodríguez, de que la ONU inscriba este año a Canarias entre los territorios a descolonizar, sino porque el futuro de toda España, a la que estamos indisolublemente unidos desde hace más de cinco siglos, se tendrá que redefinir en breve, en una reforma constitucional que saldrá de las próximas elecciones generales. Ni España ni Canarias aguantan otros dos años más bajo el "zapaterato", a menos que se adelante la ruptura de la UE, lo que algunos analistas ya auguran para el año 2014, y entre la presión de los cuatro tigres asiáticos y la de Obama Europa puede quedar, si no lo remediamos, como museo temático del nuevo imperio islamista que se diseña en Teherán y Kabul.