EN MEDIO del vendaval de malas noticias con el que nos desayunamos en las últimas semanas, se han producido dos hechos que desde Avante Canarias queremos destacar. Porque abren ventanas importantes para el futuro de Canarias.

Una ha sido la aprobación por el Parlamento autonómico de la Ley del Catálogo de Especies Protegidas de Canarias. A otro nivel, con menos repercusión mediática pero con gran importancia para el futuro energético de Canarias, la visita de Antonio Llardén, presidente de Enagas, a Tenerife; y el espaldarazo que recibió del Cabildo y del Gobierno de Canarias para lanzar de una vez la planta de gas natural del Polígono de Granadilla es otra noticia que viene a poner cordura donde no había sino confusión, malos entendidos e intoxicaciones interesadas. Tuvimos ocasión de comprobar la contundencia de los argumentos de Llardén y la claridad con que el presidente de CEOE-Tenerife, José Fernando Rodríguez de Azero, expresó el apoyo a esta vital infraestructura para el futuro de Tenerife y de Canarias.

Una palanca de desarrollo que nunca hubiera sido posible si no hubiera salido adelante en el Parlamento de Canarias la proposición de Ley del Catálogo Canario de Especies Protegidas, un trabajo en el que José Miguel González ha rendido a su tierra uno de esos impagables servicios que pocas veces se reconocen y que son imprescindibles para el avance de la historia.

En medio de las críticas infundadas de ecologistas radicales y políticos oportunistas, el que fuera hace muchos años director del Icona en Canarias, con mucha más experiencia en preservación natural que la gran mayoría de los parlamentarios, logró introducir racionalidad y sentido en la legislación canaria.

No olvidemos que somos la comunidad autónoma con mayor proporción de territorio absolutamentre protegido de España (más de un 40% frente al 20% de la segunda comunidad más proteccionista, Cataluña) y que habíamos diseñado un sistema de protección que bloqueaba cualquier actividad pública relevante en el 60% restante, abocando a la paralización económica total: trenes, carreteras, puertos, aeropuertos... Todo lo que puede contribuir a esa gran plataforma tricontinental que todo el mundo desea estaba detenido por una legislación suicida en lo social, disparatada en lo económico y absolutamente desmesurada e insostenible en lo medioambiental.

Ese estado de cosas puede propiciar que nuestro elevado paro se dispare por encima del 30%, algo absolutamente inasumible para cualquier sociedad.

Y no debemos olvidar que esa ley era absolutamente imprescindible para que pudiera entrar el gas natural en Canarias: un combustible mucho más inerte y menos peligroso que el resto, que va a reducir en un 40% las emisiones contaminantes de las centrales eléctricas de Canarias. Algo que los ecologistas siempre olvidan en su obsesivo ataque al puerto de Granadilla. Una oposición nada fundamentada después de todas las grandes y caras correcciones medioambientales que se han hecho al proyecto. Y que además se pusieron en marcha años antes incluso de su ejecución. Algo inaudito y ejemplar en España y en Europa.

Estos hechos nos permiten pensar que todavía hay esperanza sobre dos infraestructuras vitales para Tenerife y para Canarias como son el puerto de Granadilla y las centrales de gas. Esperamos que el pulso en positivo se mantenga y que la sociedad tinerfeña siga dando aliento e impulso a estas dos bases del futuro de Canarias.

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