Hablando del "tiempo que pasa" me pregunto muchas veces si el tiempo pasa; qué es "el tiempo" para que pase, de dónde a dónde pasa. ¿No será que los que pasamos somos nosotros? Y tampoco pasamos, sólo existimos en el no tiempo, transitamos por este espacio y nos biodegradamos como cualquier vegetal, en lo que se refiere al cuerpo, claro.

Como todos sabemos, el tiempo del reloj es un invento humano que marca las veces que el astro Sol aparece y desaparece de nuestra vista (lo llamaron días), para medir nuestra biológica y humana degradación; o el rato que tarda un huevo en ponerse duro, entre otras muchísimas cosas.

El futuro es una falacia de esperanza, que viene vacío para que uno la llene de acciones presentes mientras consideras que te traerá las soluciones que te llenarán. Pero el futuro no existirá si tú no existes, es un devenir que asistirá a tu encuentro para que tú lo llenes de presente, es un espacio temporal que sólo puede existir si tú estás en tu presente. Luego, per se, nunca es.

El pasado ya no es, existió mientras fue presente, sirvió mientras actuamos y construimos, mientras hicimos y sembramos. Sus resultados fijados hoy los tenemos por presente, discerniendo lo bueno y útil de lo malo o inútil. Las semillas de ayer murieron, son los frutos que nos alimentan hoy, la escritura de antaño ahora es lectura que nos habla de un presente anterior, porque sólo siendo presente hubo alguien que sembró y alguien que escribió.

Así conseguimos ver que sólo en el presente podemos hacer y podemos construir lo que queramos ser. No hay otro momento que cada instante, el ahora es lo más efímero que existe, nace y muere constantemente, el pasado ya se consumió quedando sus obras y el futuro no nos trae nada como tal, porque el contenido somos nosotros y nuestras acciones de hoy.

No esperemos a mañana para respirar, para amar y para resolver nuestros propósitos. Hoy es el día, ahora es el momento.

Antonio Montaner

Obligados pensionistas

Es sabido que las actuales pensiones de la Seguridad Social se rigen por una estructura piramidal, es decir, las pensiones de los jubilados dependen del número de trabajadores cotizantes, y, como se sabe, los sistemas piramidales no funcionan, incluso algunos de ellos están calificados de ilegales.

Últimamente nos están advirtiendo del peligro que corren nuestras pensiones, y todo por ser un sistema piramidal. Si realmente queremos reformar y dar seguridad a nuestro sistema de pensiones, es necesario que le demos carácter estatal, pues de lo contrario pobres y parados estarán en desventaja respecto al resto de ciudadanos. Eso sí, el control del paro debe ser real.

El Estado nos obliga a afiliarnos a la Seguridad Social, por lo que debe ser él quien responda de las cantidades de dinero que los ciudadanos hemos ido entregando a lo largo de tantos años, es decir, de nuestras pensiones, pues de lo contrario nos habrá estafado.

Si no es así, pedimos libertad de afiliación a la S.S., puesto que se trata de un sistema de pensiones poco seguro.

Los planes de pensiones que ofrecen las entidades bancarias no gozan de nuestra confianza, pues hemos visto últimamente que en cualquier momento pueden llegar a la quiebra. Las pensiones deben ser públicas, puesto que el Estado recauda el dinero que necesita a través de impuestos. Parece ser que el sistema de pensiones de la Seguridad Social se tambalea, en gran parte debido a esas prejubilaciones vergonzosas en Televisión Española y en empresas que ganan el dinero a manos llenas, como Telefónica y los bancos; escandalosas y desorbitadas pensiones de políticos y altos cargos.

Debemos olvidarnos del sistema piramidal de pensiones, pues creemos que, si los bancos pueden responder de sus planes de pensiones, mejor lo puede hacer el Estado.

Mª de los Llanos Alfaro Moreno