TRAS HABERSE descubierto que el Gobierno griego del conservador Karamanlis dejó a su sucesor, el socialista Papandreu, una situación económica incontrolada, y unas cuentas fraudulentas, ahora acabamos de enterarnos de que en Hungría ha sucedido algo parecido: en este caso, el gobierno socialista de Ferenc Gyurcsany, dejó a su gobierno sucesor, de Víctor Orbán, de centro derecha, unas cuentas falseadas y una situación igualmente crítica. Hasta el punto de que este sábado, todos los diarios reflejan los efectos de esa situación ahora descubierta con graves alarmas: El peligro de quiebra en Hungría agudiza la crisis de la deuda, titula El País. Dice El Mundo: La asfixia financiera de España, agravada por el engaño húngaro Hungría falseó las cuentas y podría entrar en bancarrota, describe La Razón. El gobierno de Budapest admite que falseó las cuentas y que su situación es crítica: Hungría dispara la alarma al revelar que falseó sus cuentas, titula La Vanguardia. En Público: El miedo a la quiebra de Hungría vuelve a castigar al euro. Y en La Gaceta se añaden más factores, todos preocupantes: Hungría miente, la bolsa se hunde, la huelga es inminente y el euro agoniza... ¿Saldremos de ésta? Dice Durán i Lleida que "seguro que vamos a salir de ésta pero no sin sacrificios. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, creyéndonos que, por tener euros en el bolsillo como los alemanes, somos ya como ellos y eso no es así". Y añade el dirigente convergente que respecto a un eventual gobierno de concentración, "propuse desde el primer día de la legislatura un pacto de Estado donde los partidos fuéramos capaces de ponernos de acuerdo para tomar las medidas económicas que se precisan para salir de la crisis, dejando de lado los intereses de partido y priorizando el bien común..."

Pero ya estamos viendo que no hay razones suficientes, en la clase política, como para que, de una vez, los partidos y sus dirigentes sumen esfuerzos, y no se limiten a criticar a quien tiene la última responsabilidad, la de adoptar decisiones, probablemente ingratas y molestas...

No hay duda de que la crisis económica iniciada hace tres años en la economía norteamericana, está afectando, sobre todo, a la economía comunitaria, tanto a la imagen de marca de la Unión como a su moneda única, el euro, ambos en mínimos, y que con toda probabilidad, estas situaciones deberán conducir a la adopción de medidas de mayor control por parte de las instituciones europeas. Se ha venido hablando en los últimos tiempos de una "gobernanza comunitaria" y de unas autoridades económicas comunitarias que vigilen muy de cerca desde la elaboración de los presupuestos de cada año hasta su ejecución concreta de cada ejercicio. Y mientras tanto, la adopción de severísimas sanciones a los incumplidores de la norma, llámense Grecia, Hungría..., España o Alemania. Cabe recordar que, antes de la crisis, hubo otro tiempo en el que España se esforzó por reducir su déficit hasta el 3 por 100, y aún menos. Y que, por el contrario, al Gobierno de Berlín le costó muchísimo, y varios meses de retraso, cumplir ese requisito, hasta el punto de que algunos reclamaron sanciones para "la locotomora". La exigencia de cumplimiento deberá ser para todos igual.

Pero cabe suponer, entre tanto, que los campanazos griego y húngaro significarán alguna clase de consideración para uso de todos los socios de la atribulada Unión.