Es muy posible que no coincidan conmigo en la apreciación de cómo está el tema que da nombre a este articulillo. Es casi seguro que no coincidamos porque, sin ningún lugar a dudas, uno pueda pretender que se roce la perfección, dudando mucho de que por ahí vayan los tiros, ya que la distancia que nos separa de la mencionada perfección va aproximándose, desde mi punto de vista, a la situación de las galaxias, siempre calculada en años luz.

Hay ocasiones en las que llegas a pensar si se imparten consignas de no apurar mucho con las sanciones urbanas, que son antipopulares y dejar vivir a la gente, cuidando en lo posible no hacer nada que pueda comprometer un solo voto. No debe olvidarse jamás que, pase lo que pase, lo primero es el voto.

Qué duda cabe de la impopularidad de ver nuestras vidas encorsetadas. A todos nos gustaría que nos dejaran vivir en paz, que bastante tenemos con aprender qué rayos es el PIB, el IPC y los intereses con techo y con piso o con suelo de las hipotecas. Pero si seguimos sin respetar las más elementales normas de interrelación ciudadana, y cada uno barre para su lado, dudo mucho de que la soga siga aguantando sin romperse, y posiblemente lo acabe haciendo por donde menos nos convenga.

Si uno llegara a preguntarse qué hace la Policía Municipal durante el día no sabríamos qué contestar, pero como ocasionalmente la vemos sabemos que existe. Lo malo es por las noches ¿dónde se recoge?

En la mañana del día 31 mayo y festivo, un civilizado ciudadano hacía correr a su lado por la arena de Las Teresitas a un hermoso San Bernardo. Para hacer esto, además de tener tamaño perro, que por cierto babea más de lo recomendable, hay que tener muy poco respeto por los compañeros de playa, amén de que existe una prohibición específica. Pero de guardias nada. Y con malísima intención piensas que, como aún no los han exhibido por la Pasarela Cibeles con el nuevo uniforme de calzón corto, cada vez más coqueto, no van a dejarse ver con un uniforme "demodé".

Llegas a tu garaje y en el espacio reservado para maniobrar y descender por Puerta Canseco te encuentras a otro sufrido y ejemplar ciudadano que cómodamente pensó que las líneas amarillas las pintaron para su beneficio exclusivo, tocando darle al volante para no subirse a las aceras.

En la plazoleta de esta zona, con prohibición de bicicletas, patines y monopatines, se ejercita la muchachada saltando sobre los maltrechos jardines, y tampoco pasa nada, siempre que eviten golpear a los chuchos que, acompañados por sus considerados propietarios, hacen "pipí y popó" en el mullido césped.

Los patinadores alegan que la señal prohibitiva la colocaron después de que ellos destinaran ese espacio a su disfrute, y que por lo tanto la cosa no vale. Arrancaron la señal y la lanzaron dentro de una fuente, fuente que ha estado inutilizada porque le echaron aceite estropeando la maquinaria. Prometieron reponer la señal, pero de lo dicho nada. Hay quien piensa que les han convencido para que no sean malos.

16:30 de la tarde. Se dispara la alarma de un comercio de la zona y se inicia un nuevo coñeo. Llaman los vecinos a la Policía Municipal, pero parece que con poco éxito, porque a las 18:30 la que llega es la Nacional. Pregunto a la policía conductora de la U64 si hay que presentar una denuncia y me responde que son ellos quienes deben hacerlo. Poco antes de las 19 llega una unidad pequeña de los bomberos que consigue silenciar el artilugio y veinte minutos después se retiran a sus cuarteles.

En las inmediaciones de esta zona abre sus puertas un negocio que entre otras cosas vende monopatines y también tablas para los modernos deportes de deslizamiento sobre el agua, impartiendo clases los fines de semana a los muchachos en su manejo. Todo esto es completamente normal, pero lo que ya no lo es tanto es que disfruten de patente de corso para aparcar sus furgonetas sobre las aceras, para a diario tenerlas estacionadas de forma antirreglamentaria en la zona de carga y descarga sin respetar los horarios, para solidarizarse con los patinadores, llegando a amenazar a algunas personas mayores que se sientan en los bonitos bancos con los que han adornado este ensanche de la ciudad.

A uno le gustaría que le explicasen el significado que tiene la palabra "peatonal" para los sufridos ocupantes de los sillones del consistorio. El diccionario del español actual dice: "De los peatones, libre tráfico rodado".

En el cruce de las calles Castillo y Valentín Sanz hay con mucha frecuencia aparcados coches de ambas policías, Local y Nacional, y sería conveniente que les explicasen a estos guardias que al hablar de tráfico rodado se hace mención también a las bicicletas, patines y monopatines que alegremente bajan con frecuencia por la calle más transitada de esta capital.

Sería deseable que todos hiciésemos un esfuerzo para lograr que la convivencia fuese otra, en la que nadie pudiese presumir de hacer lo que le dé la real gana. Así sea.

José Luis Martín Meyerhans

Cuando al obispo de Güímar le rompieron los dedos

No recuerdo exactamente cuándo fue, pero tuvo que haber sido allá por los años 1973-74 cuando unos jóvenes rompieron cuatro dedos de la mano derecha del monumento al obispo Pérez Cáceres.

D. Domingo Pérez Cáceres (1882-1961) fue el primer obispo nacido en Tenerife, consagrado como tal el 21 de septiembre de 1947, coincidiendo con la octava del Stmo. Cristo de La Laguna. Fue el impulsor de la construcción de la Basílica de Candelaria. En la Basílica recibió sepultura en 1961. Fue conocido como el "obispo de los pobres", siendo nombrado Hijo Predilecto de Güímar y de la provincia y adoptivo de todos los municipios de la diócesis, que dieron su nombre a las calles más céntricas. Su casa natal aún se conserva en el barrio de Chacaica.

Su pueblo natal, agradecido, le concibió un monumento al artista Enrique Cejas Zaldívar, quien, entre otras obras, ha realizado el Monumento a los Caídos de la plaza de España y a Teobaldo Power, ambas en Santa Cruz de Tenerife. Dicho monumento al obispo se colocó en la plaza anexa a la iglesia matriz de San Pedro Apóstol. Fue realizada en tamaño natural en un material que nunca se supo qué fue exactamente y con las manos abiertas.

Por su propia curiosidad, una tarde de verano, unos jóvenes se acercaron a ver cómo era. Uno de ellos al pasar de un lado al otro tropezó con su cabeza contra la mano derecha del obispo y cuatro dedos cayeron al suelo sembrando el pánico entre todos ellos; sólo se salvó el dedo pulgar. Los dedos se partieron cual si fuesen piezas de tizas (como las de las pizarras del colegio) y la cabeza del joven apenas sí notó nada. Por otro lado, hay que decir que la estatua no tenía ninguna protección y que estaba a la misma altura del suelo. La primera reacción de todos los presentes fue salir huyendo (tengan en cuenta que todavía estaba Franco vivo), pero se impuso el criterio de uno de los de mayor edad y avisaron inmediatamente a la Policía Local.

En los días siguientes ya podéis imaginar lo que se dijo en el pueblo: los típicos dimes y diretes, de que si habían sido unos gamberros, que si fue un familiar del obispo, que le rompieron los dedos con un palo, con un martillo o con una guataca, el ultraje a una figura muy querida y otras cosas disparatadas que no merecen mencionar aquí. Los más cuerdos criticaron la calidad del material usado en la escultura.

Los jóvenes fueron recibidos por el malogrado alcalde don Julián Zafra Moreno, quien los tranquilizó y los exculpó puesto que los conocía y habían colaborado desinteresadamente con el ayuntamiento en muchas ocasiones.

Lo cierto es que la estatua acabó siendo refundida en bronce en el año 1991 y colocada en un pedestal de roca basáltica en la misma plaza. Así ya no hay quien la rompa.

Doy fe de todo esto no porque me lo hayan contado otros, sino porque yo fui uno de esos jóvenes.

Artemio Rodríguez Méndez

Incompetencia letal

No haber tenido jamás contacto con la realidad, durísima, de obtener los recursos necesarios para vivir o pagar a empleados o colaboradores es una carencia frecuente en nuestra clase política, debido sobre todo a que la inmensa mayoría de nuestros mandatarios o altos cargos provienen del funcionariado o se incorporan a él nada más colocarse en alguna lista de algún partido político con posibilidades de que le llegue a su número el puesto. Esto puede parecer poco relevante, pero, créanme, es fundamental. La inmensa mayoría de nuestros gobernantes a todos los niveles y de los políticos en general reciben sus emolumentos de los presupuestos desde siempre. Muchísimos de ellos jamás han trabajado en otro lugar ni mucho menos han tenido que conseguir su salario o ingresos por su actividad profesional, industrial o comercial.

Así esto, destruir los yacimientos de empleo de la manera sistemática con que se está haciendo puede que sea sin intención, y en este punto estoy dispuesto a ser ingenuo o generoso, pero es igualmente letal para el empleo y las actividades económicas del país. Como saben todos, la mayoría de los creadores de empleo, en este país de servicios, son las pequeñas empresas, dirigidas por miniempresarios, autónomos mayormente. A estos los han descabezado sin piedad ni consideración alguna, con aumentos de impuestos de más del 50% en la mayoría de los casos al no haber una automática actualización de los módulos ante el descenso de ingresos. El costo del despido, astronómico y desincentivante de creación de empleo, protegido por unos sindicatos pendientes de lo suyo y de los suyos, pero consintiendo que hayan más de 6 millones reales de parados, remata este "pastel" que está podrido y que huele mal.

Por otra parte, la demagogia barata y peligrosa con la que se trata este asunto hace que se desplome la confianza y la intención de invertir a nacionales y extranjeros, y los que lo hacen pasan facturas de intereses tan enormes que sería mejor olvidarlos para no tener que dejar herencias envenenadas a nuestros nietos, declararnos insolventes o acabar en corralitos argentinos. Si se suben los impuestos, lo que no garantiza que se aumente la recaudación sino el fraude o que baje el consumo, y se emiten esos mensajes de castigo a las rentas altas o, lo que más les gusta "a los más ricos", con toda seguridad nadie estará tranquilo en las intenciones de poner en marcha ideas o expandirse si sabe que va a tener que pagar los platos rotos de la economía. Pues sí, eso quieren, que quienes hayan hecho sus deberes, quienes hayan gestionado, ahorrado, producido y ganado con su esfuerzo y ahora tengan, paguen la fiesta de las "cigarras cantaoras" y de las hordas de políticos mamoncetes, corruptos y dilapiladores, manirrotos y ociosos.

Señores, hay que despejar ese Parlamento, quitarlos a todos, no permitir que en las cerradas listas vayan los de siempre.

Que ser un político "experimentado" no sea un plus, sino un agravante; que ser alguien con mucha experiencia política sea un acicate para su pase a la reserva. Hay que renovar esos legisladores, ese Ejecutivo para liberar a ese judicial. Hay que cambiar las leyes electorales, las leyes fiscales y sus privilegios sin razones; hay que darles más libertad a los ciudadanos, aumentar sus derechos frente a las Administraciones, para que sean el centro de las atenciones de sus problemas, sus necesidades y sus garantías. Y eso ciertamente no lo harán los que ahora están en el machito.

L. Soriano