SI NO FUERA el presidente Montilla como parece que es -uno de los tipos más aburridos y sosos del mundo- se podría tomar como una gracia lo que dijo hace un par de días mientras removía un gigantesco arroz. En un derroche de cinismo, afirmó que era consciente de que subir los impuestos a los más ricos era una medida impopular y que iba a perder votos. Y se debió quedar tan tranquilo. Una cosa es ser serio y otra creer que somos tontos. Montilla sabe de sobra que no sólo no es impopular lo de subir los impuestos a los ricos sino que de toda la vida ha sido el instrumento más demagógico y populista en el mundo y muy especialmente en esta España nuestra. Aquí -y algunos sectores del PSOE lo recordaron hace muy poco- no hay nada como el palo al rico y la zancadilla a los curas; son dos cosas que siempre tienen una buena acogida por parte del respetable seguramente porque los ricos de antes y la iglesia purpurada de siempre se lo han ganado a pulso, que esa es otra aunque hoy no toca. Este país -imagino que lo mismo que la mayoría del famoso "nuestro entorno"- es un enorme grupo de clases medias en las tres variantes que definen los sociólogos: media-alta, media-media y media-baja. Luego hay unos poco pobres y unos pocos ricos que tiene una sola en común: carecer de todo. Los pobres porque no tienen nada y los ricos porque lo tienen todo pero nunca a su nombre de forma que no es fácil encontrarse ricos en las declaraciones de IRPF y en la mayoría de los casos, cuando su riqueza les lleva al latrocinio y terminan sentenciados, resulta que son prácticamente insolventes, mire usted por donde.

Aquí nos solidarizamos hasta la médula con los pobres agricultores cuando les quemas los camiones en Francia, pero si la tractorada nos pilla en carretera y tenemos que esperar varias horas, todos estamos de acuerdo en que esa no es forma de protestar. Otro tanto pasa con los pobres médicos de la Seguridad Social: comprendemos sus paros siempre que no seamos nosotros los que ese día tengamos cita. Y cómo por ahora los notarios no se han declarado en huelga, cargamos contra pilotos y controladores. Nada une más a los españoles que la condena a esos señoritingos y casi nadie se preocupa de saber lo que reclaman sino sólo lo que se llevan crudo a fin de mes. Aquí esta muy mal visto ser rico porque la mayoría no lo somos.

Pero lo anterior sirve para el análisis social y para tratar de llevar la paz al desentonado corazón de Montilla: que no, que ni es impopular la medida ni le va a restar votos. El problema de Montilla -como el de ZP- es encontrar el sitio sobre el que poner el impuesto. Se podría subir en la matriculación de yates y otras veleidades, pero no parece que la medida tuviera mucha repercusión en lo recaudado. ¿Y resucitar el impuesto sobre el patrimonio? Es posible, pero al final pagaríamos los que tenemos un piso en la ciudad y un apartamento en Benidorm y se irían de rositas los que de verdad tienen patrimonio pero, naturalmente, no a su nombre. Y un aviso: en los bancos de Luxemburgo se está aprendiendo español a marchas forzada por si las SICAVS.