CUATRO imágenes ilustran nuestro editorial de hoy: un mapa con el auténtico nombre de la tercera isla, una fotografía de Hilario Rodríguez, otra de Los Sabandeños y una última de Pedro Guerra, el cantautor canario, hijo de un notable político socialista que fue presidente del Parlamento de Canarias, y que compuso una canción preciosa sobre Cathaysa, la niñita guanche raptada, apartada de su familia, esclavizada y llevada lejos de su tierra por los viles conquistadores españoles. Estas imágenes sirven de índice para los temas que vamos a tratar en este "fondo".

Empezamos con Los Sabandeños. ¿Qué ha pasado con Los Sabandeños? ¿Qué ha sido de su Cantata del mencey loco? ¿Qué ha sido de su himno a la lucha canaria? ¿Por qué ya no cantan "canario lucha como lucharon los guanches"? ¿Por qué no se pronuncian Los Sabandeños sobre la independencia de su tierra? ¿Por qué no cantan por todos los pueblos y todas las esquinas de las islas la añorada libertad de Canarias? ¿Es que ya no sienten al pueblo guanche? ¿Hay otros intereses que les obligan a callar? Son muchas las preguntas y pocas las respuestas. En realidad, ninguna. A nosotros nos parece incongruente que sea precisamente ahora, cuando cada vez se levantan más voces entre los isleños contra la opresión colonial a que nos someten los españoles –una esclavitud, hoy administrativa, que soportamos desde hace casi seis siglos–, cuando este grupo folklórico, el más representativo de Canarias, haya retirado de su repertorio los temas más significativos desde el punto de vista de la defensa de este Archipiélago. ¿Es que ya no sienten al pueblo guanche?

Con respecto a Pedro Guerra, resulta emocionante la letra de su canción "Cathaysa, la niña guanche", que reproducimos íntegramente para que llore el pueblo "y ame a los españoles":

La geldera en Acentejo y el engodo en Candelaria./ Primero llegó la Cruz y después las espingardas/ el valeroso Bentor se derriscó por Tigaiga/ y callaron los verdinos y enmudecieron las chácaras/ y sangraron los mocanes y se secó la cebada/ y las abejas se fueron y se espantaron las cabras./ No quedó sino el coraje de una isla y una raza/ y una infinita querencia: nacer, vivir y morir sin cadenas castellanas./ Se la llevaron los invasores/ cuando venía de la montaña/con su carguita de tilo y brezo/ camino abajo por la quebrada./ Se la llevaron de anochecida/ a la guanchita de Taganana/y el manojito de leña seca/ desbaratado quedó en Anaga./ Juguete de algún marqués/ menina de alguna dama/ sierva de grandes señores/en algún lugar de España/ Cathaysa, la niña guanche/ no verá más Taganana./ Se la llevaron los invasores/ cuando venía de la montaña/ y el caminito se fue cerrando/ de mala yerba y de telarañas./ Un gran silencio creció en la cumbre/ un aire helado bajó a la playa/ así de mudo se quedó el monte/ así de fría se quedó el agua./ Juguete de algún marqués/ menina de alguna dama/ sierva de grandes señores/ en algún lugar de España/Cathaysa, la niña guanche,/no verá más Taganana.

Lo mismo cabe decir de la niña Chaxiraxi, de la niña Dácil o de la niña Saray; de todas las guanchitas, de sus padres y sus familiares. De todo el pueblo guanche que fue masacrado, esclavizado y robado por los españoles.

En cuanto a Hilario Rodríguez, vicepresidente del comité local de CC en Santa Cruz y concejal de la capital tinerfeña, ya hemos dicho que apoyamos la iniciativa de los promotores del Taller Secundino Delgado. Hacemos nuestros los doce puntos propuestos por este grupo de opinión dentro de CC, que intentan llevar al nacionalismo canario a la senda que le corresponde: la lucha pacífica por la libertad de su tierra. Es decir, reconducirlo a la dignidad. No se puede ser nacionalista y, al mismo tiempo, decir que somos españoles, porque no lo somos. ¿Por qué renuncian los nacionalistas de CC a tener una nacionalidad propia, que no es la de súbditos españoles ni ultraperiféricos europeos, sino la identidad canaria? De igual forma, es una indignidad decir y admitir que el pico del Teide es la cumbre más alta de España. España está allá lejos, en otro continente, y el Teide está aquí, en Canarias. Este es un ejemplo más que muestra hasta qué punto carece de sentido decir que estas Islas forman parte de España y que sus habitantes son españoles. Además, la dependencia de España es nefasta; por eso reclamamos la independencia.

Hilario Rodríguez, junto con Miguel Zerolo, son dos grandes patriotas de la política canaria actual. Son de los pocos políticos dignos que hay en estas Islas. Los doce puntos del Taller Secundino Delgado son como doce mandamientos para los canarios que aspiran a ser libres. Doce puntos que se resumen en tres aspectos esenciales: libertad, dignidad e identidad; es decir, independencia. Cuando hablamos de estas aspiraciones ineludibles e inaplazables –la independencia, lo hemos dicho muchas veces, ya no tiene vuelta atrás–, estamos pensando en los nacionalistas auténticos y no en los falsos como doña Ana Oramas o don José Luis Perestelo, por no citar a los Belda, Ríos, Mardones, Barragán, José Miguel González, María del Mar Julios y otros.

Tampoco podemos olvidar que mientras no seamos una nación soberana, estamos al albur de lo que quiera el Gobierno de Rabat. En este aspecto, conviene tener presente que las fuerzas armadas marroquíes acaban de realizar maniobras militares, conjuntamente con Estados Unidos, en aguas próximas a Canarias. ¿Cuándo se van a convencer los canarios narcotizados por la Metrópoli y los amantes de la españolidad del peligro que corremos? ¿Ocurrirá con este alarmante asunto lo mismo que con la crisis económica, que todavía era negada por Zapatero y su Gobierno cuando ya la teníamos encima?

Algunos nos critican por centrarnos en la independencia cuando estas Islas tienen otros problemas. Estamos de acuerdo. Existen otros problemas, pero todos ellos se derivan de la dependencia colonial de España. Como nación soberana no padeceríamos ninguna crisis, pues tendríamos a nuestra disposición unos inmensos recursos que hoy rapiñan las oficinas recaudadoras de la Hacienda española. Como nación soberana tampoco tendríamos la podredumbre política actual, pues en las elecciones no habría listas cerradas sino abiertas. Por último, como nación soberana tendríamos bandera y asiento en los foros internacionales, con lo cual alejaríamos para siempre el peligro de ser anexionados por Marruecos. Por añadidura, podríamos ir por el mundo con nuestra propia nacionalidad, la de canarios libres. Demasiadas ventajas para no perseguir cada día nuestra independencia como pueblo.