HOY es el Día de la Madre. Felicidades a todas, incluidas, por supuesto, la mía y la de mis hijas. Sin duda se trata de ese ser que al ver, con sus cuatro hijos, que sólo le quedan cuatro trozos de tarta de chocolate, es capaz de asegurar que nunca le gustó ni la tarta ni el chocolate. "Madre es el nombre de Dios que vive en los labios y el corazón de todos los niños, la palabra más bella pronunciada por el ser humano" (Kahil Gibran).

Parece que los registros se retrotraen a la antigua Grecia, quizás a mucho antes, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. La "Encyclopædia Britannica" dice: "Una fiesta derivada de la costumbre de adorar a la madre en la antigua Grecia. La adoración formal a la madre, con ceremonias a Cibeles, o Rea, la Gran Madre de los Dioses, se ejecutaba en los idus de marzo por toda Asia Menor" (1959, tomo 15, pág. 849).

En su versión moderna data de 1870, en el que fue creado como símbolo por la poeta y activista norteamericana Mrs. Julia Ward Howe como un apasionado llamado a la paz y el desarme. La proclama del Día de las Madres dice: "¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: "No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia". Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice: "¡Desarma! ¡Desarma!". La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión".

Dios no podía estar en todas partes a la vez, y por eso creó a las madres. La mayoría de los países festejan la fiesta en mayo, pero el abanico de días elegidos es inmenso: Noruega lo hace el segundo domingo de febrero; en Irlanda y Reino Unido lo celebran el cuarto domingo de Cuaresma, "Mothering Sunday"; el 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer) en un montón de países del Este como Rusia, Rumanía o Bulgaria; el 21 de marzo (comienzo de la primavera) en Egipto, Líbano, Marruecos; el primer domingo de mayo, con nosotros, España, Portugal, Hungría, Sudáfrica y Lituania; el segundo o tercer domingo de mayo lo hacen en Estados Unidos, Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Chile, China, Canadá, Colombia, Cuba, Dinamarca, Ecuador, EEUU, Estonia, Filipinas, Finlandia, Grecia, Holanda, Honduras, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Puerto Rico, República Checa, Suiza, Taiwan, Turquía, Uruguay y Venezuela; y después, por ejemplo, Francia lo hace el último domingo de mayo o primero de junio, y Argentina el tercer domingo de octubre. En cada país, según sus condicionantes. En Tailandia, en el cumpleaños de la reina, el 12 de agosto, y en Bolivia, el día de las heroínas de la Coronilla, el 27 de mayo.

Pero lo de menos es la celebración, a ninguna le importa demasiado. En muchos casos tomada por el lado comercial nada tiene que ver. La madre casi siempre es anonimato de sumatorio en el particular de cada hijo, la guardaespaldas íntima que vive el paso del biberón a la cuchara de plástico o silicona de colores vivos para atraer la atención, evolucionando con abnegación y paciencia hacia las comidas interminables de la compota hasta en las orejas y las caritas sucias de baberos de pringue derramándola por el suelo. Poco a poco, va siendo así, los niños empiezan a crecer y lo malo es cuando le piden a su madre subir al columpio, cada vez más, cada vez más, acaba convirtiéndose en la tómbola del destino de cada cual. Muchos escritores han utilizado el columpio como símbolo de los riesgos asumidos por no quedarse en el suelo; las madres tratan de controlarlo pero llega un punto en que ya no pueden, se les va de las manos.

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