CUENTAN los historiadores de Nerón viendo el incendio que provocó en Roma, cómo se limitaba a presenciar el terrible espectáculo tocando la lira. Y está pasando algo parecido a nuestro gobierno nacional, porque en vez de escuchar las recetas, sugerencias y recomendaciones del FMI, de la OCDE, del Banco de España, del PP, etc. sobre fórmulas para salir de nuestra crisis, siguen cruzados de brazos, esperando que escampe y disfrutando placenteramente de la hoguera de la crispación entre tirios y troyanos, y en definitiva viéndolas venir para ganar tiempo hasta las elecciones. Unas semanas atrás, con el burka o con el crucifijo en las escuelas. Hace poco, con lo del juez Sr. Garzón, creando un clima de crispación en España que no contribuye ni es positivo para la Administración de la Justicia, sino que ahonda más en la división entre los españoles. Esta semana que termina, con lo del velo... y la semana próxima, con lo que quieras.

Está cercano en nuestra memoria, porque fue en el primer trimestre de 2009, cuando continuaron bombardeándonos con una serie de eslóganes propagandísticos. Por ejemplo, decían que a partir de marzo del pasado año, fecha en que se inició el Plan E con 8.000 millones de euros de los contribuyentes (el doble de lo que se espera recaudar cada año con la subida del IVA), empezaría a "crearse empleo y tocaríamos fondo". "Lo peor de la crisis ya ha pasado", nos decían en otro eslogan y lo juraban. Y Dña. Elena Salgado repetía, una y otra vez, que veía "brotes verdes" por todo el territorio nacional. Un año después, seguimos igual o peor, y hemos alcanzado en España la escandalosa tasa de paro del 20% y superior al 27% en Canarias, con un desempleo juvenil de más del 40%. Viento de cola y de proa al marisco.

ZP, en lugar de ejercer su engañoso "inmovilismo locuaz", en acertada expresión de García Escudero, se niega a "recortar derechos sociales", con buena intención y en positivo, pero si a cambio no creara un ejército de parados como el que pronosticaba Marx, y debería tolerar un mercado laboral libre en el que todo aquel que quiera trabajar pueda hacerlo para crear riqueza para sus familias y para nuestro país. La receta estaba clara desde un principio, pero no quisieron oírla: liberalizar el mercado y reducir el peso del Estado, como han hecho otros países.

No es cuestión de recordar las muchas veces que el Gobierno no ya desmentía, sino que incluso insultaba a quienes pronosticaban que la desastrosa política económica influiría en la tasa de paro, que iba a superar ese psicológico umbral del 20%, sólo alcanzado bajo los gobiernos de Felipe González.

Una y otra vez, en el catálogo de eslóganes oiremos lo de "el paro ha tocado techo" y pasará aquello de que viene el lobo, sólo que al revés, porque de tantas veces que han dicho que "la recuperación está a la vuelta de la esquina", la gente ha terminado por no creerlo. Y así se confirma que el verdadero sello del socialismo, en general, y del español, muy en particular, es ése: un debilitamiento de nuestra economía y elevadísimos niveles de paro que en nuestro país se suman a una crisis institucional y nacional sin precedentes.

¿Que las agencias internacionales de calificación de la deuda pública, al igual que han hecho con Grecia, rebajan la calificación de la deuda pública española? Da igual. Que preparen Dña. Elena o Dña. Mª Teresa con sus ingeniosos asesores un par de eslóganes para tranquilizar a los mercados y recuperar la confianza…, afirmando que hay muchas diferencias entre los griegos y nosotros, pero no nos dirán que nos diferenciamos mucho de ellos porque nuestra economía es cinco veces más grande que la griega y su rescate, por tanto, es más difícil o, como afirman muchos expertos, casi imposible.

¿Tiene arreglo? Sí, si se pone en marcha, sin más demora, un plan de saneamiento de las cuentas públicas mediante el recorte de los gastos con la colaboración de autonomías y ayuntamientos, y una reforma laboral de amplio calado que permita crear nuevos puestos de trabajo que nos proporcionen ingresos para afrontar nuestras deudas y aumentar el consumo.

No podemos esperar a que el Banco Central Europeo cierre el grifo de la financiación fácil, porque haría que cerraran más empresas como un castillo de naipes, y esto sería aumentar más las graves consecuencias sociales que estamos viviendo.

Vamos a contrarreloj y milagros no hay. No podemos vivir de eslóganes y fotos.