Dos reflexiones inspiran nuestro editorial, nuestro comentario de fondo de hoy martes: una nace del propio editorial publicado, de forma especial porque también especial hemos querido que sea su contenido, el último domingo; la otra tiene su origen en las manifestaciones efectuadas a EL DÍA por Carlos Hernández -un independentista canario que ha sufrido prisión por negarse a cumplir el servicio militar obligatorio en el Ejército de la Me- trópoli- y que, a diferencia de los nacionalistas tibios, o los descarados bolsilleros políticos, tiene muy claro que el futuro de estas Islas pasa, indefectiblemente, por que alcancemos cuanto antes nuestra soberanía nacional. Comenzaremos por el editorial. "Llamamiento desesperado a los pueblos libres del mundo, y en especial a los pueblos de Hispanoamérica que alcanzaron su libertad con la ayuda de los canarios, que ahora quieren ser libres después de casi seis siglos de esclavitud", decíamos al comienzo de ese fondo. Y concluíamos con la afirmación de que "la independencia de Canarias es irreversible e inaplazable, por mucho que les pese a los españoles y a los amantes de la españolidad de una tierra que nunca ha sido española, sino canaria y de los canarios". ¿Alguien alberga alguna duda de esto último? Quizás, sí. Está claro que los amantes de la españolidad de estas Islas, antes afortunadas pero desdichadas desde que fueron invadidas por gente llegada de allende los mares, insisten y persisten en la absurda idea de que somos españoles -y, peor aun, europeos ultraperiféricos- y de que Canarias es una comunidad autónoma española.

¿Dónde estamos realmente?, nos preguntamos. ¿A quién pertenecemos? ¿A España porque la Constitución española -una Carta magna que respetamos y acatamos por imperativo legal, pero cuyo contenido no compartimos- establece que le pertenecemos a un país que está en otro continente? ¿O realmente le pertenecemos a Marruecos, porque hasta en los mapas de carreteras de ese país Canarias aparece con el mismo color que el país vecino? Ay, ay ay, qué cerca estamos de que no sólo los mapas de carreteras incluyan a Canarias como una provincia marroquí. ¿No es verdad que estamos en las aguas de su zona económica exclusiva? ¿Qué le impide a Marruecos ejercer los derechos que, según los convenios internacionales, y de manera especial el firmado en Montego Bay, Jamaica, tiene sobre estas Islas? ¿Qué haría España si mañana mismo, o incluso hoy, el Gobierno de Rabat decidiera anexionar nuestro Archipiélago a su territorio? ¿Tendría capacidad de respuesta militar? Por supuesto que no. El Gobierno socialista de Zapatero ha desmoralizado a un Ejército ejemplar en cuanto a honradez, disciplina y eficacia, como es el caso de las Fuerzas Armadas españolas. Ese Ejército posee jefes, oficiales, suboficiales y clase de tropa de muchísima valía, pero está en manos de una ministra políticamente inepta.

Queda por ver cuál sería la posible reacción de las autoridades españolas en el plano de la diplomacia. Tal vez el ministro de Asuntos Exteriores llame al embajador de Marruecos en Madrid y le formule una protesta, pero poco más. Un país internacionalmente desprestigiado, como es el caso de la nación que por desgracia nos coloniza, carece de influencia para hacer valer sus derechos. Máxime cuando esos derechos coloniales sobre Canarias, provienen de una injusticia histórica, como fue la brutal conquista, incluido el genocidio del pueblo guanche, que sufrió este Archipiélago. En cambio, Marruecos tiene por aliados a importantes países, como lo son Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. En consecuencia, España no tendría más remedio que salir corriendo de Canarias como lo hizo en 1975 del Sahara, cuando Hassan II, entonces monarca alauita, le tosió al decadente régimen franquista con la Marcha Verde.

¿Estamos irremediablemente condenados los canarios a ser españoles o marroquíes? Por supuesto que no. La solución es la independencia. Como nación independiente habremos conjurado para siempre el peligro de anexión por parte de Marruecos, pues tendremos bandera y asiento en los foros internacionales como cualquier otro país libre y con identidad. ¿Y cómo hemos de caminar hacia esa independencia, máxime cuando estamos en el año 2010, precisamente el que ha fijado el Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas para la liberación de todos los territorios que permanecen sometidos a países extranjeros?

Tomamos prestadas unas palabras de Carlos Hernández, el independentista canario que ha protagonizado la entrevista de EL DÍA del domingo último, para iluminar esta cuestión. "Obviamente, la ONU no conseguirá erradicar el colonialismo en el 2010 por mucha buena voluntad que ponga, ni en Canarias ni en el resto de territorios del mundo bajo dominación", dice Carlos Hernández. "Y si no, pregúntele a palestinos o saharauis. No se elimina el colonialismo desde arriba, sino por la lucha de las personas que lo sufren directamente. La independencia de nuestro pueblo no será fruto de debates ni resoluciones de la ONU, sino de un proceso de lucha social y política mediante el cual los canarios y canarias obliguen a España a descolonizar las Islas. Para este proceso no existe plazo fijo, ni fecha límite, porque el trabajo a realizar es enorme. Lo importante es que de esa lucha salgan transformaciones de nuestra realidad social, política y económica. El pueblo canario tiene que asumir las riendas de su futuro y desprenderse del miedo a tomar sus propias decisiones. Yo estoy convencido de que asumiremos esa responsabilidad. La independencia no es un fin, es un medio para conseguir la liberación social de nuestro pueblo". Totalmente de acuerdo, con la precisión añadida de que esa lucha debe ser pacífica; siempre pacífica.

También acierta de lleno Carlos Hernández cuando dice que "los canarios no tenemos, bajo el estatus actual, ningún control sobre los recursos naturales que nos rodean. Un ejemplo, el banco pesquero canario-sahariano, uno de los más ricos y productivos del planeta, que no beneficia ni a canarios, ni a saharauis. Es explotado por españoles y marroquíes que llevan muchos años expoliando nuestros recursos. España decretó en la década de los 60 y 70 la eliminación de nuestra flota artesanal de pesca a favor de andaluces, gallegos y cántabros. Desmanteló todas nuestras industrias de transformación y mandó a miles de nuestros pescadores a trabajar a los hoteles. Hoy en día nuestros recursos pesqueros son explotados por cientos de barcos de medio mundo y, encima, Canarias importa el 70% del pescado que consume, que hace un viaje de 4.000 mil kilómetros de ida y vuelta para regresar a donde fue capturado, no sin antes dejar miles de puestos de trabajo y riqueza por donde quiera que pasa menos en Canarias, que encima paga la factura. La plena soberanía sobre nuestros recursos garantizaría el desarrollo de una industria pesquera propia que produciría desarrollo y riqueza en las Islas".

¿Hay alguien que pueda seguir con la venda en los ojos después de leer estas sensatas palabras? ¿Hay algún nacionalista oficial que siga pensando sólo en sus bolsillos y en sus estatus personal? ¿Hay algún españolista o españolisto que tenga el descaro de seguir defendiendo la falsa pertenencia de estas Islas a la Metrópoli española? ¿Queda algún canario patriota incapaz de no despertar de la narcosis a la que lo han sometido los españoles durante casi seis siglos?

Señala también Carlos Hernández que todo proceso de liberación nacional es muy complejo, pues en "él intervienen muchos condicionantes que pueden influir en su aceleración o en su ralentización". Está en nuestras manos canarias, añadimos nosotros como conclusión, acelerar dicho proceso o resignarnos a otros tantos siglos de esclavitud. No dejemos que los españoles se salgan con la suya y nos mantengan uncidos a su vil yugo colonialista.