ES UNA TELENOVELA estadounidense, adaptada de un culebrón colombiano del mismo nombre ("La viuda de blanco"), pero además puede ser el anhelo de un barrio entero de Candelaria que sirve también como muestra de las problemáticas de fondo de muchas acumulaciones urbanas y de lo que cambian los tiempos.

El testimonio: "Mi abuelo (D.E.P.) hizo su cueva cuando se casó con mi abuela, allá por 1950, aunque no fue de las primeras, para disfrutar de su luna de miel. Podríamos remontarnos diez años más atrás para encontrar las primeras casas-cueva. Se fabricaron con la única ayuda de un pico y una pala, en la pared se hacían huecos para utilizarlos como despensa, tanque (no había agua potable), estantería o para las deidades en la cabecera de la cama. Una vez excavada, la pared se pintaba con una mezcla de agua y cal, único material que permite la transpiración de la pared debido al alto grado de humedad de la zona; el proceso de pintado había que repetirlo católicamente cada año.

A partir de aquí, un domingo sí y otro no se subían en la guagua (o en el burro) hasta lo que hoy es el Polígono Industrial de Güímar (consistente por aquel entonces en una vasta plantación de tomates) con su bolso de mano repleto de pan, gofio, plátanos, una botellita de vino y algo de comer. No existía suministro de agua y luz; en el equipaje siempre había una garrafa de agua y un paquete de velas. Aquello tenía un halo de paz y tranquilidad que era imposible encontrar, ya no en las grandes ciudades, sino en cualquier pueblo. Por la mañana a la playa; después de almorzar, la siesta; por la tardecita a echar una partida al parchís, la ronda o el cinquillo y cuando se gastaba la vela p''al catre (recuerdo que se componía de un colchón relleno de fajina -cáscara de la piña de millo, para los menos entendidos en la lengua rural-).

Más tarde llegó el agua y a posteriori el suministro eléctrico. A partir de ahí, todo ha sido un devenir de locuras, una detrás de otra. La mayoría de las viviendas siguen teniendo como base la cueva, pero de ahí para arriba se ha edificado una altura de vivienda, dos y hasta tres; ahí es nada, una auténtica burrada sin control. Con un entorno afeado, casas que ya no son de veraneo y descanso, coches, etc. Aún así, La Viuda sigue siendo especial. Nunca hace frío ni calor y cuando te vas a la cama sólo se oye el sonido de la marea brava.

Tanta vivienda trae como consecuencia, entre otras, el problema de tratamiento de las aguas residuales. Existen vecinos que han excavado el pozo negro en su propio dominio y ahí se dirigen sus residuos; otro sistema es el de pozos comunitarios, en el que un cierto número de personas se acoplan al mismo pozo situado en dominio público. Surge luego el dilema, cuando no se llega a un acuerdo, sobre quién debe responsabilizarse del mantenimiento y vaciado. Por unas razonas u otras, el vertido de aguas fecales al mar ha sido continuo en los últimos años".

El Ayuntamiento de Candelaria está adjudicando la construcción de la primera fase de la red de saneamiento de Playa de la Viuda, una obra incluida en el Fondo Estatal de Empleo y Sostenibilidad Local (segundo Plan E) y que cuenta con un presupuesto de 166.000 euros. Los trabajos comenzarán, por tanto, en menos de 20 días, según informó el concejal de Infraestructuras, D. Domingo Ramos.

Los vecinos, desde la Plataforma en Defensa de la Playa de la Viuda y Lima, con su presidente al frente, D. Agustín Rodríguez, aseguran que la obra "no es la solución" al grave problema de los vertidos. A su juicio, la red de saneamiento es la actuación necesaria y más eficaz.

Es similar problemática la que se produce en las laderas de Anaga, en el Rincón, en Agua García o el Amparo. La protagonista del culebrón colombiano es joven y guapa. Se llama Alicia Guardiola. La mala, doña Perfecta, consigue por medio de las argucias de su abogado Laurentino Urbina, meterla en chirona. La viuda, que no quiere ser ni negra ni alegre, tiene que recorrer la segunda fase de un largo recorrido de constancia y esfuerzo para llegar al altar con su enamorado Sebastián.