También podría titularse esta carta "O cómo ayudar a cargarse la primera industria de Canarias".

Hace algún tiempo me invitaron a unas iornadas gastronómicas organizadas por Ashotel y que tendrían lugar en el Recinto Ferial de Santa Cruz de Tenerife. El 21 de abril, fecha en la que fui invitado me presenté en el lugar donde se iba a celebrar la comida, para la cual Ashotel había invitado a unos cocineros de renombre para que los invitados disfrutásemos de tan importante acotencimiento.

No sé cuál es el criterio por el cual se elijen los comensales a dichas comidas, pero me imagino que entre otros estará el que algunos cocineros locales saquen alguna enseñaza de los ilustres colegas que vienen de fuera a cocinar. Otro será, por ejemplo, que algunos aficionados a la buena mesa, aparte de pasarlo bien en dichas jornadas, veamos cómo los "responsables del turismo" realizan un tremendo esfuerzo, tan necesario, para promocionar lo que se ha venido en llamar la "primera industria de Canarias". Hasta aquí todo normal. Lo extraño empezó un poco antes del comienzo de la comida. La persona, que en nombre de Ashotel me había invitado me comunica que el presidente de Ashotel había decidido a última hora ir a comer con su mujer y sus hijos, por lo cual algunos invitados tenían que quedarse sin comer, pues no había plaza para todos. Yo me ofrecí a marcharme para que tan importante personaje y su familia pudieran ocupar mi plaza, pero, como con una no bastaba, le insinúe que le dijera a su jefe que la criba de invitados que necesariamente se tenía que producir para que él y su familia pudieran sentarse a comer la realizase su propio jefe.

No sé cómo continuó el desaguisado. Lo único que se me ocurre pensar es que si la "primera industria del país" está, entre otras manos, en las de personajes como el presidente de Ashotel, mejor sería ir pensando en dedicar los esfuerzos promocionales en otras manos… y si no que se lo digan a Rita la Cantadora… tal vez quise decir la Encantadora. O tal vez el título de la carta no tenga nada que ver con lo que he contado.

Joaquín Feria Hardisson

El envite de los economistas

El pasado día 18, en el programa "El envite", de Televisión Canaria, vimos a cinco presuntos economistas que pasaron el tiempo hablando de las vaguedades al uso. Sólo uno pareció tener sentido común cuando manifestó que le extrañaba que siempre se dedicaran cifras importantes la promoción turística y no se habla para nada de las mejoras a realizar en el destino, opinión que personalmente defiendo.

Ninguno de los 5 mencionó la superpoblación, que no para de crecer, y que impide bajar el paro, así como atender debidamente a la sanidad y la educación, asunto que cualquier economista informado y preparado tendría que haber puesto sobre la mesa. Es por no hacerlo por lo que les llamo presuntos economistas. A estas alturas de la triste historia de Canarias es imposible que no sepan que no podemos ordenar nuestra economía mientras nuestra población crece cada mes en varios miles de personas.

Volviendo al programa, de pronto surgió entre los cinco un ser superior, aquel que fue miembro del Gobierno de Canarias, José Carlos Francisco, que manifestó que ejercía de didacta para nosotros, la plebe, tal como también dijo Carolina Darias en su momento, cuando nos manifestábamos contra la macrocárcel en Castillo del Romeral. Por esto último deberíamos considerar que en la pirámide de la sabiduría estaría en lo alto Torres Baena, en la mitad el ex consejero del Gobierno y en la base Carolina Darias; luego, mucho más abajo, nosotros, la plebe. En los últimos días hemos sabido que España cerrará sus fronteras incluso a la inmigración legal. Sin embargo, a nosotros nos deja con las puertas abiertas de par en par.

Antonio Artiles