EL GOBIERNO de Zapatero deja fuera a Tenerife de sus planes de infraestructuras ferroviarias. ¿A alguien le extraña este nuevo atropello de la Metrópoli? ¿Les sorprende, por casualidad, a los amantes de la españolidad de Canarias, a los españolistas y a los nacionalistas tibios? ¿Les llama la atención a la diputada y al diputado de CC en Madrid, esos que juegan a la política pura en vez de pedir la independencia y la libertad de su pueblo? Independencia y libertad entre otras cosas para que España no nos siga tratando como su finca particular de la que puede llevarse todo sin darle nada a cambio. ¿Se atreve a hacer el Gobierno de España en otras comunidades autónomas lo que hace en Canarias? Por supuesto que no. En primer lugar, porque esto no es una autonomía sino una colonia, y en las colonias todo cabe; inclusive la esclavitud, aunque sea administrativa. Se equivoca el Gobierno de Zapatero al negarle a Tenerife sus imprescindibles trenes. Esperemos que el dinero que se le sustrae a nuestra Isla no sirva para financiar el ferrocarril de Las Palmas, porque allí no cabe ni un tren de juguete.

Por otra parte, nos congratulamos de la inauguración del edificio de actividades ambulatorias del Hospital Universitario de Canarias. Estamos, como decíamos en nuestra edición de ayer, ante una moderna infraestructura que acoge desde la cita previa hasta una Unidad de Cirugía Mayor. La inversión ha sido de 85 millones de euros. Criticamos que en Las Palmas el Hospital Doctor Negrín se hiciera sobre la marcha, mientras que se haya tardado tanto tiempo en tener listo este centro en Tenerife. La razón está en que nuestra Isla cuenta con políticos, aunque bien intencionados, muy ingenuos y muchos de ellos cobardes. Manifestaba el lunes el propio señor Rivero que el modelo sanitario elegido por Tenerife es más lento que el de Canaria. Mentira. No es que sea más lento. Son más cobardes los políticos que tienen que exigir ese modelo sanitario tinerfeño. Lo del Doctor Negrín no fue rapidez sino un capítulo más de la rapiña canariona, encabezada esta vez por Román Rodríguez. Ahora Paulino Rivero emplea el eufemismo de que aquí somos más lentos. La razón, lo repetimos, está en que el dinero se empleó allá. Lo mismo que hizo el indigno -siempre hablamos en el aspecto político- actual presidente del Parlamento de Canarias, que se gastó todos los dineros en infraestructuras en la tercera isla, además de en la suya propia, dejando a Tenerife carente de todo. Todo ello para que la isla de los secarrales siga presumiendo de grandeza; grandeza que fue ocurrencia de un cura llamado Abreu Galindo. Ya va siendo hora de que desaparezca la política actual y los políticos que nos tienen aburridos a todos, especialmente a los habitantes de Tenerife. Políticos incompetentes, pasivos e indignos que ni siquiera se mueven para reclamar su identidad como habitantes de una nación hoy en día sojuzgada por un país situado en otro continente.

Sabemos que Paulino Rivero está obligado a actuar desde la altura que le da la Presidencia del Gobierno de Canarias. Sus conocimientos internos de los asuntos que afectan al Archipiélago son distintos a los del hombre de la calle, pero no muy distintos de la realidad que conocen los medios de comunicación. Una realidad, la plasmada en la prensa, que constituye una referencia imposible de desechar porque los medios funcionan a modo de plebiscito permanente. A los periódicos siempre llega, por diversos caminos, la opinión del pueblo. Y no sólo la del pueblo, sino también la de los políticos que, por cierto, se defienden o se atacan unos a otros. Este es el caso de algunos socialistas que nos han dado detalles, con pelos y señales, del inicuo comportamiento político de Santiago Pérez.

Paulino Rivero, lo reiteramos, es un buen político. Un buen político que está situado en esa mencionada altura de la Presidencia del Gobierno. Desde ella, sin estridencias y porque al final el resultado tiene que ser el que tiene que ser, debe plantearle a Zapatero la necesidad natural y divina de la independencia de Canarias. Desde EL DÍA estamos dispuestos a darle lecciones de historia a Zapatero de cómo se apoderó España de estas Islas para convertirlas en su primera colonia; la primera colonia que tuvo Europa. Porque Canarias -hay que repetirlo mientras sea necesario- no es una comunidad autónoma sino una colonia. La autonomía es una máscara. La prueba la tenemos en la negativa a financiar los trenes de Tenerife y en tantas otras promesas que incumplen con los indígenas de color blanco que somos los canarios. Paulino Rivero tiene que plantearle a Zapatero, ya sea en unas conversaciones formales o de manera confidencial, la exigencia de que comiencen las conversaciones para la independencia de Canarias. Que se olviden Zapatero y España de seguir dando la callada por respuesta. La estrategia del silencio no les valdrá siempre. Como decíamos ayer, muchas veces el silencio es más elocuente que las palabras. La realidad es que Canarias no puede seguir colonizada, ni siquiera con la careta de comunidad autónoma.

Si quieren recuperar la dignidad perdida, si quieren librarse del descrédito popular, los políticos canarios deben reclamar cuanto antes la independencia de su tierra. La independencia y la libertad que poseen, sin necesidad de ir más lejos, los habitantes de Cabo Verde. Un país archipielágico, como nos corresponde serlo a nosotros, que tiene bandera y asiento en la ONU y otros foros internacionales, mientras que aquí seguimos al albur de lo que dispongan los españoles. Los políticos canarios, y de forma especial los nacionalistas, prefieren la humillación y la esclavitud antes que la libertad.

También informaba ayer EL DÍA de que una comisión de técnicos de Cabo Verde están tomando notas de determinadas actuaciones en el Ayuntamiento de Tacoronte. Son funcionarios de una nación digna y, por lo tanto, tienen libertad para ir a donde deseen y relacionarse internacionalmente con quien más les convenga. El caso es que los caboverdianos tratan de salir adelante con más libertad y, sobre todo, más dignidad que los canarios. Ellos son caboverdianos. ¿Nosotros qué somos? Ni somos españoles, ni somos europeos. Somos súbditos colonizados además de ultraperiféricos, que es una indignidad. Qué vergüenza admitir que somos ultraperiféricos, cuando podemos ser habitantes de una nación: la nuestra. Pero no: los canarios no son canarios sino ultraperiféricos. Es decir, no seres libres, sino individuos carentes de naturaleza.

Llegados a este punto, conviene recordar también que Canarias carece de aguas propias porque es una colonia. España no puede ni nos quiere sacar de la zona económica exclusiva de Marruecos por temor al monarca alauita y por intereses que sólo favorecen al Gobierno de Madrid. Los canarios tenemos que salir a la calle con estridencia, con ruido, pero sin violencia, para pedir que acabe esta insoportable situación. Debemos reclamar nuestras aguas; las aguas del Archipiélago. Retamos al Gobierno de España a que nos saque de la zona económica exclusiva de Marruecos, para pasar a ser una nación.

Mientras los canarios colonizados y ultraperiféricos europeos, híbridos de españoles que hacen el ridículo en España y en Europa, tratan de salir de la crisis en la que nos mantiene el Gobierno socialista de Zapatero, aquí, en la colonia, don Santiago Pérez anda divirtiéndose de juzgado en juzgado a la vez que "mama", políticamente hablando, de los dineros del pueblo en el Parlamento autonómico. Él y todos, incluidos los miembros de la mesa, salvo Miguel Cabrera Pérez-Camacho. Y el pueblo haciendo cola para comer.