TODOS los gobiernos de las Españas, incluidos los de las denominadas comunidades históricas, esto es, aquellas que viven de los mimos económicos del presidente Zapatero a cambio de conservar el poder, han anunciado que es necesario, urgente, vital y patriótico reducir drásticamente el gasto público y sueldos de determinados directivos que, columpiándose en la fórmula del blindaje, han rebosado con creces la caja de los ingresos que el común ni siquiera es capaz de imaginar cómo se colma. Ya no se trata de reeditar aquella formidable maniobra financiera por la cual la banca recibió una inyección de millones de euros para tapar "pequeños" agujeros. Éstos desaparecieron gracias a las aportaciones de los alineados españoles en forma de impuestos. Por cierto, Hacienda ha abierto sus puertas de par en par para que los impacientes ciudadanos cumplan, alegremente, con sus obligaciones reflejadas en la Renta 2009 y así poder continuar sufragando los despilfarros del ilustre leonés (Haití, Grecia, Congo, Castro, Chávez, Evo, subsidios...). Aunque el mensaje se reduce a que la austeridad debe presidir cualquier gestión pública, sucede que nadie se decide a dar el primer paso. Eso sí, se han escuchado un montón de buenas intenciones y un rosario de eufemismos. Uno de los más graciosos lo pronunció el presidente canario, Paulino Rivero, al describir la situación del paro confirmado este mes como de "menos brusco".

España, que está a la cola de todo en Europa (ya la ha superado Eslovenia), ha sido, sin embargo, la que ha tomado, a solas, una decisión insólita ante la crisis negada obcecadamente: ayudar a los ricos en dificultades. Ya no son sólo los pobres los que pasan calamidades. En estos primeros años del siglo XXI, se suman a la tragedia los ricos, los altos directivos a los que ahora se les quiere controlar y la banca, esa institución que funciona con dinero ajeno y que cada año aumenta los beneficios arropados por el nuevo socialismo-obrero español. Engaños y más engaños frente a la cruda realidad que evidencian los datos rigurosos de Cáritas que, curiosamente, nada tienen que ver con los que aportan los gobiernos de turno: central, autonómico, insular o local. Da igual. Las inepcias se encuentran en los mismos sitios. La realidad es que el anuncio de los altísimos beneficios de los bancos ha sido la ofensa más grande que jamás haya recibido un pueblo en dificultades económicas. Mientras, las pequeñas y medianas empresas, las que crean puestos de trabajo, no subsidios, se encuentran con un muro insalvable de trabas a la hora de solicitar créditos, con lo cual se frena toda posible actividad surgiendo el efecto bola de nieve. Es la tarjeta de visita, y de recuerdo, para este nefasto Gobierno central.

¿Y en Canarias? Aquí vamos cerca de los 300.000 parados, la tasa más alta del país, pero con unas determinaciones importantes. De un lado, el presidente Rivero está decidido a modificar la Ley de Régimen Económico y Fiscal para crear empleo. Pero, como de costumbre, tiene a los socialistas enfrente. También anunció que, en seis meses, el Gobierno presentará en la Cámara regional un plan de reducción de gastos que afectará a las empresas públicas y directivos del Ejecutivo. ¿Incluye en este objetivo, por ejemplo, a los hoteles-escuela, al Buenavista Golf, a la Televisión Canaria, a la conservación del Monumento Natural de Tindaya, a la contribución al desarrollo agrario de... países latinoamericanos, a Gestur en Tenerife y Gran Canaria? Además, tiene el reto de la creación de 80.000 puestos de trabajo a corto plazo. Pero, claro, para ello necesita la colaboración de las empresas y éstas están bajo mínimos.

Por si fuera poco el vendaval que sufre la Presidencia canaria, el vicepresidente Soria se descuelga con unas declaraciones "independientes" en las que postula la reducción del Ejecutivo a seis consejerías, recorte de altos cargos, asesores y coches oficiales (su utilización es reflejo de un importante complejo de inferioridad). Inmediatamente aclara que es difícil que estas medidas puedan concretarse en esta legislatura, con lo cual, pensamos, se ha arrostrado, bisoñamente, al presidente Rivero y, a la vez, con engañosas intenciones, ha iniciado la terrible campaña electoral que se caracterizará, si nadie pone un poco de cordura, por emular a "Furia de titanes" (Rivero, Soria y José Miguel Pérez), donde uno de los tres será Perseo, presidirá el reino de la Micenas canaria, sin coches oficiales... pero con helicóptero (uno).