Tengo un pensamiento que me está rondando la cabeza hace tiempo, y no es otro que hablar de los políticos de segunda, porque los de primera tienen mucha tela que cortar y prefiero obviarlos.

Los ciudadanos estamos perdiendo la credibilidad y la confianza en los representantes políticos a nivel municipal, y todo porque no hacen bien sus deberes. Y a este respecto quiero hacer las siguientes reflexiones: no porque les quiera convencer de nada, sino lo que yo haría si estuviera al frente de una alcaldía. Primero, no me pondría el sueldo por mi cuenta sin haberlo estudiado antes adecuadamente; no cobraría cinco o seis veces más de lo que supone el salario interprofesional y tomar buena nota de los que lo pasan mal; no aceptaría comisiones por concesiones de obras a empresarios ni mucho menos que lo hicieran los ediles; estaría muy al tanto de los concejales que se hicieran cargo de las áreas más golosas, no tendría más asesores que los estrictamente necesarios, prohibiría que ningún concejal tenga un asesor a su disposición, es decir, que sea él mismo el que solucione los problemas; trataría de evitar en lo posible que los munícipes estuvieran tantos lunes al sol, ni que los jóvenes estén tan ociosos. Agudizaría el ingenio para encontrarles un empleo, aunque este fuera de mileuristas, suprimiría partidas de dinero que están destinadas a cuestiones que no son necesarias, atendería cualquier petición que hiciera el ciudadano, sin ningún protocolo previo; gestionaría con sentido común, con honestidad, con ética, honradez y ninguna prepotencia; también estaría muy expectante a que estas instrucciones sean cumplidas con todo rigor.

Y si este rol no lo pudiera asumir, presentaría mi dimisión y me marcharía con la cabeza alta y, desde luego, no consentiría jamás que en el consistorio entrara la corrupción, ese maldito vicio que tan extendido está y que, obviamente, afecta a tantos alcaldes de nuestro país.

Con esto no quiero meterlos a todos en el mismo saco porque sería injusto, pues considero que también los hay limpios, pero otros están pringados desde los pies a la cabeza.

Aquel mítico alcalde llamado García Sanabria, que lo fue de Santa Cruz durante seis años, fallecido en 1935, decía que con los caudales públicos no se podía jugar porque eran eso, públicos, y había que saberlos emplear y no malgastarlos. Era un hombre de gran valía y un extraordinario gestor. Consideraba que su profesión era sagrada, y eso que no era remunerada. Todo un dechado de moralidad y de buen hacer. Hoy son muy pocos los que siguen su ejemplo. Yo entiendo que la Fecam debería preocuparse de que sus municipios tengan una conducta correcta y decente para evitar así que los ciudadanos piensen que algunos ayuntamientos parezcan cuevas de Alí Babá.

APA

(El Médano)

Que cada palo...

No me gustaría que alguien pudiese pensar que quiero adquirir una posición desafiante respecto a los temas relacionados con la pederastia.

Creo que todos, los creyentes, los no creyentes, los más o menos beatos y también los ateos están en condiciones de escuchar y de dar sentido a lo que oyen sin tener que aceptar que se malinterpreta lo dicho cuando está meridianamente claro.

Se oyen voces que, como la de nuestro obispo, hasta la del mismísimo Papa, se pronuncian en relación con el tema de algunos religiosos que han mantenido relaciones prohibidas con menores, en diferentes países y en diferentes épocas, pero concretamente en los últimos cincuenta o sesenta años. Y viene a resultar realmente significativo que a todos los niveles se están expresando de manera contradictoria, por no decir claramente embarullada, o con deseos de confundir o mezclar desordenadamente las situaciones.

Yo no creo que nadie haya dicho que la Iglesia católica, o todos los sacerdotes, mantengan esta actitud en relación con la infancia. Se está tratando en exclusiva de una serie de casos concretos, cada vez desgraciadamente más numerosos, que van siendo dados a conocer por los mismos que los han padecido, y que en la mayoría de las ocasiones han silenciado lo sucedido, simplemente por vergüenza. Y ahora a la vista de la proliferación de confesiones, y sin duda por tratarse ya de adultos y no de niños, están dispuestos a colaborar en el esclarecimiento de todo lo que, básicamente por estimación de la propia honra, no fueron capaces de manifestar en etapas anteriores de su vida.

Es totalmente cierto que el mayor porcentaje de violaciones de menores se da en el seno y en torno a la propia familia. Es en este momento cuando el señor obispo nivariense se permite decir que por esta razón los niños deben ser separados de sus familias. Claro que sí, pero no todos los niños de todas las familias, solamente los casos que nos atañen. Además, los causantes y los encubridores deben ser denunciados, procesados y condenados a la pena que les corresponda por las leyes de cada uno de los países en cuestión. Sin hacer distinción alguna entre religiosos o seglares.

Es esto lo que el ciudadano de a pie echa en cara a todos los que tratan de disimular mirando para otro lado. No se me ocurre que nadie piense en echar al fuego eterno a la Iglesia católica, como causante o encubridora en su conjunto de todos estos despropósitos, pero sin duda alguna han sido bastantes, desgraciadamente, los que han cometido abusos, y no pocos los que los han ocultado. Refugiarse en el secreto de confesión, en el sigilo sacramental, sería aceptable en algunos casos, posiblemente muy limitados, pero no en la totalidad de las ocasiones.

De esta manera habría que considerar la necesidad de, como dice el refrán, que cada palo aguante su vela, sea cual fuere el palo, y por supuesto la vela. Teniendo en cuenta que rasgarse las vestiduras no resulta muy edificante, por la simple razón de que o bien remiendas los rasgones o te quedas en cueros.

José Luis Martín Meyerhans

Mi padre en la Casa de Mayores

Mi padre entra en la Casa de Mayores de La Matanza el 24 de enero de 2005, porque su salud estaba resentida, no comía bien, se olvidaba de su medicación... lo que sucede cuando aparece la terrible enfermedad de pequeñas lagunas mentales producidas por pequeños infartos cerebrales. Actualmente hay que darle de comer, ya que su mano derecha la tiene paralizada, no se acuerda de leer ni de escribir, ni sabe pedir ir al baño, etc.

Hace cinco años que mi padre entró en el Centro de Mayores de La Matanza, gestionado por la Fundación Femac. En esos momentos el centro era subvencionado. Lo único que entendí de esa palabra era que podía pagar la diferencia del coste de la plaza que él con su pensión no podía cubrir.

Pasado un par de años (2008), nos enteramos de que los trabajadores llevaban varios meses sin cobrar y nos reunimos con los responsables. Nos comunicaron que se habían atrasado con el pago de la Seguridad Social y que por eso los habían penalizado o sancionado y que le retiraban la subvención. Tendríamos que pagar la plaza completa. Intentamos exigir respuestas, presentamos solicitud al Cabildo en nombre de cada uno de nuestros familiares, para que se continuara con la subvención, pero hasta el momento no hemos tenido respuesta.

Los familiares nos movilizamos, hablamos con el Sr. alcalde de La Matanza, y nos dice que no sabe nada, que él intentó hace unos años hacerse cargo del centro, pero la justicia le dio la razón a Femac y con esa deuda no lo pudo coger. Yo los entiendo, pero no puedo hacer nada.

Nos entrevistamos con doña Ángeles Arbona, del IASS. Nos explica que ha reubicado o reubicará a los mayores de las residencias de Adeje y de Buenavista, porque las plazas son concertadas y hace hincapié en la buena disposición de los Sres. alcaldes de los dos municipios, mientras que el Sr. alcalde de La Matanza, al que se le ha invitado a participar de esas reuniones para encontrar una solución, no ha asistido. Solución para nuestros familiares: nos hace entrega de un listado de centros, nos dice que no puede reubicarlos, porque tiene una lista de espera de 1.800 personas, y que nuestros familiares nos tienen a nosotros, que nos conformemos porque durante cinco años han estado atendidos. A nuestras preguntas de cómo se ha permitido que la deuda haya crecido tanto sin ser detectado antes por la S.S., no sabe y no contesta; que cómo es posible que la fundación gestione dos centros en la actualidad con plazas concertadas cuando ya se le había sancionado por no pagar la S.S. No sabe y no contesta.

¿Cómo nos dicen que este centro hay que cerrarlo por la deuda?, ¿dónde están las inspecciones que hay que realizar cada tres meses remitiendo los datos de los trabajadores, etc.?, ¿qué pasó?, ¿se le olvidó durante diez años?

¿Por qué siempre tenemos que pagar las consecuencias de la mala gestión los ciudadanos de a pie? ¿Cómo es posible que el presidente de esta Comunidad Autónoma dijera el otro día en el Parlamento que las necesidades de nuestros mayores están cubiertas y, sin embargo, haya una lista de espera de 1.800 personas pendientes de entrar en un centro? ¿Cómo puede decir la consejera de Bienestar Social que las necesidades están cubiertas, cuando la Ley de Dependencia en Canarias no camina? ¿Cuántas ayudas se han concedido? ¿Cuántas tienen el primer informe realizado? ¿Cuántas pendientes del segundo? ¿Cuántas veces valorado por tercera y cuarta vez y la ayuda no llega?

Mientras, la concejala de Urbanismo no se pone colorada al decir que cuando invita a una persona a comer no le indica lo que tiene que pedir (aunque las botellas de vino sean de 100 €), y que desde el año pasado en su departamento ya no se comen galletas ni chocolatinas por la crisis. Yo me llevo el desayuno de mi casa para ahorrar y poder pagar mis impuestos de los que esta señora gana su sueldo, dietas, horas extras y demás costes.

¿Cómo nos dicen que este centro se cierra mientras que en el Ayuntamiento de Santa Cruz, como comentaban el otro día en un informativo, "trabajan" setenta y dos asesores del Sr. alcalde, que cuestan al contribuyente 3 millones de euros al mes, y parece que todavía tengamos que darle las gracias por no tener la totalidad de los que podría tener contratados por ley o decreto o lo que sea?

Recuerdo que pregunté qué pasaría cuando mi padre no fuera capaz de valerse por sí mismo, cuando necesitara ayuda para comer, para vestirse, para ir al baño, etc. Y me contestaron que allí lo atenderían y no le faltaría de nada. Ahora, en esta situación necesita de las personas de su entorno que ya lo conocen, de la que ha sido su casa hasta ahora.

¿Cómo se sentirá cuando tenga que abandonarla, dejar a sus cuidadores? ¿Soportarán su corazón, su mente y su cuerpo el cambio? Yo intento ponerme en su situación y me ahogo, me siento perdida, indefensa, siento miedo.

Pero claro eso no importa, en la sociedad en la que vivimos en la actualidad mi padre es una plaza, la casa donde vive un negocio y sus cuidadores, trabajadores que pasarán a englobar las estadísticas del paro.

María Dolores Carmona Cabello