ES EVIDENTE que los cargos institucionales tienen que ser respetados, y el del presidente del Gobierno no es una excepción. No obstante, esto tiene un límite y Zapatero lo ha sobrepasado, pues con sus actuaciones está faltando el respeto a todo el país.

Zapatero no tiene vergüenza, y no porque lo digamos nosotros. Son sus propios actos los que lo delatan. No se ruboriza por haber colocado a España en el vagón de cola de la Unión Europea, por haber engañado a los españoles negando la existencia de una crisis que era evidente o por caer constantemente en contradicciones de calado que no hacen otra cosa que añadir incertidumbre a una situación que ya lo es de por sí.

Ni el más mínimo sofoco le provoca ningunear a las víctimas del terrorismo, como hizo la semana pasada al no acudir a su sexto congreso, que se celebró en Salamanca y al que sí fueron Mariano Rajoy y el ex presidente José María Aznar. ¿Qué podría tener en su agenda más importante que mostrar su solidaridad a todos aquellos que han sufrido en primera persona las consecuencias de esta barbarie? Su ausencia, una vez más, la interpretamos como un desprecio sin precedentes a las víctimas y no hay excusa ni estrategia que lo justifique.

Haber presentado y sacado adelante unos presupuestos nefastos en un periodo de recesión económica no lo sonroja. Nada, no lo inmuta haber sido el artífice de unas cuentas que, además de ser las peores de la historia de España, son totalmente inadecuadas para sacar adelante un país en crisis. Todo lo contrario, lo que va a conseguir con estos presupuestos es agravar las consecuencias de la recesión sobre la ya debilitada economía española y sus ciudadanos.

No lo abochorna dejar un país con una cifra de paro récord (que afecta a 5 millones de españoles); una deuda pública nunca antes vista (que alcanza al 62,5% del Producto Interior Bruto) y una Seguridad Social al borde de la quiebra. Sobre todo si tenemos en cuenta que heredó una economía perfectamente saneada.

Tampoco se inmuta cuando el Congreso de los Diputados lo insta (por cuarta vez en diez meses) a que reduzca un 25% el número de altos cargos de su Gabinete, y él no sólo hace oídos sordos, sino que encima pide a todos los españoles sacrificios para salir de un atolladero en el que él ha contribuido a meternos. ¿Cómo puede pedir austeridad a los demás sin aplicársela a sí mismo?

A Zapatero no le da vergüenza haber tirado por la borda años de trabajo de varias generaciones de españoles que lograron colocar a España entre las principales potencias europeas. Ahora sufrimos una crisis de credibilidad importante que afecta de lleno a los inversores extranjeros y los aleja. Sin embargo, algunos socialistas sólo alcanzan a ver el fantasma de la conspiración contra el euro, en general, y contra España, en particular. Este argumento siempre resulta una buena excusa, pero nosotros entendemos que lo importante es tomar la iniciativa y lograr que los actores económicos sigan confiando en nuestro país y su liquidez.

Señor Zapatero, no basta con calmar las aguas momentáneamente, hay que comenzar a adoptar medidas contundentes y hay que hacerlo ya, sin perder más tiempo. Urge reconducir el déficit público y reformar el mercado laboral para evitar que se siga destruyendo empleo. Hay que adoptar medidas que activen una economía que parece estar tocada de muerte. Hay que hacer muchas cosas; sin embargo, usted parece ahora más preocupado en no enfadar a sus amigos de las principales centrales sindicales y en lanzar propuestas poco meditadas que generan desasosiego e inquietud entre la población (como la de reducir las pensiones), para, pocas horas después, decir que todo fue un error. Eso no es serio y, sin embargo, Zapatero no se inmuta.

No se pone rojo cuando promete un plan específico que atienda las necesidades particulares de esta comunidad autónoma, pero luego no la dota con los recursos necesarios. Desde el PP lo denunciamos en su momento: los Presupuestos Generales del Estado de este año no incluyen la partida de 2.500 millones de euros de inversión en las Islas recogidos en el Plan Canarias para 2010. Exigimos que ZP cumpla lo prometido, pero también que dé explicaciones. Por ello hemos pedido una comparecencia urgente del secretario de Estado de Política Territorial en el Congreso de los Diputados, para que informe de las estrategias que han llevado a cabo para que este plan pase del papel a la realidad.

Zapatero es incapaz de aceptar sugerencias, pero al mismo tiempo habla de consenso y pactos. Ejemplos hay muchos. El PSOE no admitió ninguna de las más de 7.000 enmiendas que presentó el PP a los Presupuestos Generales, ni tampoco ha tomado en consideración las propuestas concretas que los populares hemos presentado como alternativa a su desastrosa política económica.

Debemos decirle a Zapatero que una cosa es hablar y otra hacer, que el PSOE está haciendo poco y cuando, por fin, mueven ficha los resultados son estremecedores. Por ello, confiar en Zapatero es equivocarse, y los que lo hicieron en 2008 y 2004 se están ahora tirando de los pelos por poner en manos de un iluminado, sin el coraje suficiente para gobernar un país, los destinos de 40 millones de españoles. En castellano, todo lo que hemos descrito recibe un nombre: no tener vergüenza.

alarco@tenerife.es