LA PRIVILEGIADA situación geopolítica de Canarias la ha convertido en un territorio codiciado por ciertas potencias mundiales, especialmente por los Estados Unidos de América a principios del siglo XIX o por Alemania durante la II Guerra Mundial, además de los intentos de posesión con anterioridad por parte de los franceses, holandeses e ingleses. Las embestidas de los corsarios fueron siempre combatidas por las milicias canarias, y a veces por iniciativa del propio pueblo, como sucedió en la isla de La Palma en 1553 contra la invasión de Le Clerc.

En 1812, el Archipiélago canario pasó oficialmente de colonia a una provincia encubierta en ultramar, como Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y posteriormente Guinea Ecuatorial y el Sahara Occidental. La única diferencia, con respecto a Canarias, es que España fue vendiendo o abandonando todas las demás posesiones, mientras nuestra nación canaria, la primera colonia transcontinental, la más antigua del mundo, ha sufrido las consecuencias debido a que, tras la retirada de España de los otros territorios, ha reforzado su presencia en Canarias.

Desde que España ocupó militarmente el Archipiélago canario, después de noventa y cuatro años de lucha injustificada, lo convirtió en plataforma para la conquista de América, forzando a muchos descendientes de la desposeída sociedad guanche a formar parte de las nuevas aventuras destructivas del imperio español. Un archipiélago que muy pronto sirvió de granero a los españoles y de refugio de bandoleros, además de convertirse en lugar de destierro, incluso para intelectuales como Unamuno.

Desde el punto de vista económico, y especialmente desde la decadencia del comercio del azúcar, a mediados del siglo XVI, Canarias pasaría a un segundo plano debido a la prosperidad que los colonizadores españoles encontraron en el continente americano. A partir de entonces serían principalmente los británicos los que iban a ejercer el control del comercio de nuestras Islas. Tanto fue así que se generó una total dependencia de ellos en víveres, especialmente en Tenerife, como consecuencia del descuido de cultivar suficientes productos para el autoconsumo, ya que se cosechaba mucho vino para la exportación, también en manos de los británicos. Situación que se agravó otra vez a mediados del siglo XVII con la crisis del vino, pues a partir de ese momento sólo el de malvasía sería el que interesaba para su exportación; todo ello debido a la competencia del producido en Portugal.

De esta manera, Canarias se convertiría en una colonia británica en lo que a la economía se refiere, al tiempo que España ejercía un abandono importante sobre los habitantes de estas Islas, cuya válvula de escape sería la emigración forzosa en condiciones infrahumanas, condicionada por la mala situación económica en nuestro Archipiélago, donde únicamente vivían dignamente una minoría descendiente de los colonos españoles y los comerciantes británicos, propietarios de fértiles tierras, mientras aumentaba la pobreza extrema. Inhumana fue la orden de la Corona española obligando a la emigración de cinco familias canarias por cada cien toneladas de mercancía que se quisiera exportar de este Archipiélago. Orden que se conoce como Tributo en Sangre, la cual tuvo lugar desde el último tercio del siglo XVII hasta el mismo periodo de la centuria siguiente.

La doble condición colonial de Canarias en el presente es innegable desde que la convirtieron en una región ultraperiférica de Europa, e igual de innegable es el interés que los europeos tienen por este Archipiélago conjuntamente con España. Y todo ello, como ya hemos dicho, debido a su privilegiada situación geopolítica; enclave muy importante también desde el punto de vista económico, no sólo por sus riquezas naturales, sino también por las potenciales. De hecho se suceden en la actualidad muchas conversaciones entre británicos, españoles y marroquíes referente a sus respectivas colonias en la zona y con un fin común a todos ellos, independientemente de los intereses de los franceses a americanos, que tienen asimismo mucha influencia. Y mientras tanto en Canarias tenemos una falsa autonomía con un sistema económico totalmente dependiente de quienes nos colonizan y explotan, al tiempo que la cuarta parte de los canarios piden para comer y se impide nuestra soberanía y progreso.