SALDREMOS de la crisis sin olvidar las políticas sociales, acaba de decir, ufano como siempre, el inefable señor López Aguilar. Algunas afirmaciones son graciosas. Las gracias se agradecen. Se agradecen sobre todo cuando la encuesta de población activa, la EPA, anuncia que el Archipiélago canario cerró el año 2009 con el 26,91 por ciento de paro. Algo así como 12.400 personas más que en el tercer trimestre del pasado año. No importa. Saldremos de la crisis porque lo ha dicho el señor López Aguilar. Además, lo haremos sin olvidar las políticas sociales. El Estado está a punto de quebrar por el uso demagógico de las políticas sociales, pero el irascible Terminator sigue sin desmayo con su discurso de progre trasnochado. La protección social no la inventó el PSOE. Conviene recordar que España, allá por los años cuarenta del siglo pasado, fue uno de los primeros países, junto con Estados Unidos, en implantar la Seguridad Social. Mal que le pese a Zapatero, la protección a los más necesitados ni la descubrió él, ni fue él el primero en aplicarla.

Siempre habrá personas que, sea cual sea la situación económica del país, no pueden salir adelante por sus propios medios. Hasta en los mejores tiempos de la más boyante economía siguen deambulando los pobres por las calles. Luego están aquellos otros que en un momento determinado precisan apoyos para superar un bache. Personas y empresas que, una vez retornada la normalidad a sus economías particulares, pueden continuar adelante por sus propios medios. Queda un tercer grupo de individuos -también de individuas, claro; en esto el sexo nada tiene que ver- que se acogen a las ayudas oficiales, ya sean de procedencia nacional, autonómica o local, como forma de negocio individual o colectivo. Hablo de personas que, a poco que se esforzasen, podrían encontrar trabajo sin demasiado apuro. Pero no se esfuerzan porque es más fácil cobrar el seguro de desempleo y racanear con algunos cáncamos. Me pregunto cuántos de esos 4.300.000 desempleados que hay en España a día de hoy, según la EPA -300.000 sólo en Canarias- están realmente parados y sin un euro de ingresos al margen de los subsidios que perciben. ¿Continuamos siendo el país de la picaresca? Qué más da.

La economía va mal y posiblemente vaya a peor. Sin embargo, y a modo de sucedáneo, este Gobierno nos ofrece temas de interés para que tengamos la cabeza ocupada. Verbigracia, nuevos modelos educativos, nuevos plazos y modos de aborto y, sobre todo, un nuevo esquema de relaciones familiares. Destruir la unidad familiar siempre ha sido la gran aspiración de la izquierda. Aunque el punto máximo en tal afán lo consiguió Mao, los que pululan por estos alrededores no se quedan atrás. "La madre de Pozo Alcón, condenada por dar una bofetada a su hijo y luego indultada por el Gobierno, asegura que no puede más porque el crío ya no acepta que le regañen", leo por ahí. "La madre dice que el menor utiliza la sentencia para hacer lo que quiere. Los padres piden a la Consejería de Bienestar Social que lo internen". Padres que no pueden educar, profesores que no pueden enseñar y adolescentes que sí pueden abortar cuando les plazca, sin encomendarse ni a Dios, ni al Diablo ni a sus progenitores. Con esto vamos teniendo de sobra para entretenernos mientras nos arruinamos.