1.- Se han estirado los tiempos. Dice el mago que están descambiados. Lo que probablemente ha ocurrido es que las estaciones ya no guardan las medidas tradicionales que todos hemos conocido, sino que el verano ha pasado a ser primavera y el otoño verano y el invierno y el verano se encuentran erráticos, sin hallar su sitio; y nieva más de la cuenta; y no llueve cuando tiene que llover; y en pleno invierno aparece un sol de justicia. Esto es lo que nos ha ocurrido y lo que nos ha ocurrido lo atribuyen ciertos científicos y algunos vividores al cambio climático, que para unos es un cuento y para otros un problema. Es verdad que el ser humano -y el mago no escapa al asunto- es, por lo general, un depredador. Todos los mancos, o la mayoría, de esos altos y esas costas lo son/están por haber pescado con foguetes; es decir, echando dinamita al mar y despanzurrando toneladas de peces. El mago también entierra los electrodomésticos inservibles, como si un día fueran a resucitar nuevos. En realidad, se trata de una aplicación mecánica o de línea blanca de la teoría catolicista de la resurrección de los muertos, pero aplicada al congelador. Qué decir de ese exquisito cadáver del coche viejo ante la puerta, convertido en ratonera, que permanece impasible hasta que un alma caritativa le quita la matrícula, que es como el alma del vehículo, para dar paso al coche fúnebre de la chatarra y conducirlo al cementerio.

2.- El clima ya no se predice, como ocurría en los tiempos del entrañable don Cañadas, que apostaba por las nubes altas, medias y bajas y no fallaba nunca, porque o había nubes altas, o eran medias las que predominaban o bien bajaban un poco. Ahora los meteorólogos de la tele son guapísimos, ellos y ellas, y prestan más atención a sus sonrisas y a su posterior aparición en las revistas del corazón que a medir el tiempo. Sin embargo, lo peor para la gente de mi edad es que el tiempo pasa demasiado deprisa, no el cambio natural de las estaciones, ni la alteración del clima, ni el derretimiento del Polo Norte, ni las fallas en el glaciar de Perito Moreno. Lo peor para el ser humano es su propio deterioro, que no lo arregla ni el médico ruso.

3.- Tiempos corredizos y climatológicamente colvulsos, pues, en esta bola del mundo que es una gran caja de sorpresas. Otros investigadores se apuntan a los ciclos y a lo mejor hacen volver a los dinosaurios, pero yo me quedo con la teoría del mago, con la de los tiempos descambiados. Teniendo en cuenta que siempre hay un mago mirando, teoría elemental y brillante de ManoloAlemán, que en paz descanse, nuestro rural tiene motivos para saber del tiempo porque se ha pasado la vida observándolo en silencio. Yo creo que es el mago quien tenía que aparecer, desprovisto de aparatos, a pecho descubierto y tocado con cachorro, en la sección meteorológica de la tele.