HABLA Raúl del Pozo en su columna habitual, y a cuenta de los alcaldes deseosos de instalar un cementerio nuclear en su pueblo, que este es "un país enfermo de demagogia y simulación". Una demagogia y una simulación aplicable también a ámbitos distintos al de los camposantos para átomos gastados. Verbigracia, el de la aportación económica estatal a Canarias.

Antes -ahora no sé cómo anda la cosa- lo primero que se les recomendaba a los neófitos cuando llegaban a la Universidad era que dedicasen tres o cuatro horas diarias a estudiar. Algunos lo hacían, otros pasaban y la mayoría, pues unas veces sí y otras no con los correspondientes resultados. No parece que Zapatero y sus ministros estén en el primero ni en el tercero de los citados grupos. Más bien los supongo en el de los holgazanes perversos: esos que prometen lo que nunca van a cumplir porque, ni están en condiciones de hacerlo, ni les mueve la menor intención de quedar bien con aquellos a los que han dado su palabra. Unos "aquellos" que en este caso son el Gobierno de Canarias y, por extensión, toda una comunidad autónoma a la cabeza del desempleo patrio. ¿Sabían Zapatero y sus ministros que era imposible para las cuentas del Estado inyectar 25.000 millones de euros en la economía insular a lo largo de una década, a razón de 2.500 millones por año? Naturalmente que sí. Por eso tenían preparada de antemano, como los estudiantes haraganes, la respuesta evasiva para el primer incumplimiento. Según Manuel Chaves, vicepresidente tercero del Gobierno y esas cosas, el hecho de que el Estado no haya asignado 2.500 millones de euros a las Islas este año no supone un incumplimiento del Plan Canarias, ya que la diferencia será compensada en los años sucesivos.

Cabe suponer, a la vista de las previsiones de un generoso contribuidor con dinero público a la buena marcha de empresas que contratan, por casualidad y sin un ápice de nepotismo, a una hija suya, que el Gobierno de ZP podrá cumplir mejor con Canarias en 2011 que en 2010. Podrá hacerlo esencialmente porque en los próximos meses la economía hispana mejorará tanto, que no habrá hueco suficiente en el erario para guardar todo el dinero de los impuestos. Quizá en el país de Alicia, sí. En el país real, mal que le pese a Chaves, los vaticinios son otros. Sin ánimo de caer en el antipatriotismo, y circunscribiéndome sólo a la prensa de ayer, leo en un periódico que casi la mitad de los altos directivos españoles prevé nuevos despidos, en otro que el FMI y el propio Banco de España urgen una reforma laboral a la que el presi no quiere meterle mano para que sus sindicatos no se le echen a la calle, y en el de más allá que "España es una amenaza para la cohesión de la zona euro". Afirmación esta última realizada por Nouriel Roubini; un profesor de la Universidad de Nueva York absolutamente pesimista sobre la unión monetaria europea, fundamentalmente por la presencia de nuestro país en el sistema.

Con este panorama piensa Chaves recuperar el tiempo perdido. Igual que el Alcoyano cuando pierde por 11-0 y pide prórroga para intentar no ya el empate, sino directamente la victoria. Lo peor es que hay gente que sí cree, porque no les queda más remedio, en Chaves y en Zapatero y en todos los demás. Pero eso se los cuento mañana.