VENGO de la FITUR, Pepe Ignacio, esa feria que visitamos cada año desde su fundación. Y la verdad, parece que allí no hubiera pasado nada en el sector, ya que los políticos, como nuestro presidente Paulino Rivero, anuncian la recuperación y el final de la crisis turística para el año próximo, quizás estimulados porque Canarias recibió una vez más el premio al mejor pabellón de una de las más importantes ferias turísticas europeas, y por el apoyo personal de los Reyes al Archipiélago, al coincidir con nuestro presidente insular el día de la inauguración.

Pero Rivero, contagiado últimamente del estilo zapateril de hacer política, dice lo que tiene que decir para intentar remontar este bache que nos ha deparado casi un millón y cuarto de turistas extranjeros menos en 2009. Las realidades, sin embargo, son otras. Hay que decir, de puertas para fuera, que, efectivamente, acabaremos recuperándonos en este sector principal de la economía del Archipiélago. Pero bastaba un paseo por la feria para comprobar que tenemos mucho que hacer en cuanto a renovación de nuestras plazas hoteleras y de nuestro modo de ofrecer exclusivamente descanso de sol y playa.

Si queremos devolver el empleo a ese cuarto de millón de trabajadores en paro, hay que formarles adecuadamente y nuestras plazas hoteleras deben estar dispuestas a ser las más atractivas en calidad y servicio. No sólo las más baratas. Porque en la Feria se mostraban ofertas que compiten ventajosamente en precios, en playas y en calidad del servicio. Sobre todo las caribeñas y brasileñas. No tanto las de los países centroamericanos, estrangulados por unos costes de las tarifas aéreas, y sobre todo por unas tasas de destino -principalmente de aeropuertos- que disuaden al viajero de clase media-baja, que es donde está nuestro mercado. Porque, desengañémonos, o se cambia el planteamiento de nuestra estructura turística, ofreciendo más calidad y mejor servicio que cantidad, o seremos arrollados por los destinos emergentes. Llámense los países de la costa adriática o el turismo cultural en los países ex comunistas que se acaban de incorporar a la Unión Europea.

Se confía mucho en que los brotes verdes de las economías alemana y británica nos devuelvan los turistas perdidos de estas nacionalidades, pero lo cierto es que esos brotes verdes no parece que vayan a florecer en esta primavera. Primero porque de las vacaciones es lo primero que se ahorra, y aunque el turismo de invierno no esté saliendo tan mal para el Archipiélago, quedan muchos por recuperar. Porque los europeos que no han perdido su trabajo destinan ahora más dinero al ahorro para el futuro que para las vacaciones. Y si se las toman, van a lo seguro, buscando sol, playa, pero también buen servicio, que es en lo que nosotros más hemos flojeado en los últimos tiempos.

Aparte de que, como te decía desde estas cartas, Pepe Ignacio, mientras haya ofertas de 9 días/7noches, por ejemplo, en Isla Margarita (Venezuela) por 657 euros, dime ¿qué turista nórdico no se va a ir para allá, aunque el viaje sea más largo, en lugar de recalar en nuestro Archipiélago, cuyos resorts y hoteles optaron hace tiempo por la masificación a precios de saldo?

¿O vamos a seguir ofreciendo nuestros destinos isleños -me refiero, claro está, a Baleares y Canarias- como desgraciadamente ya se hizo el año pasado, como los paraísos del botellón, la droga fácil y el sexo alternativo? De momento, eso es lo que sigue atrayendo a nuestro país a la juventud menos letrada de los países europeos de origen británico, sajón, franco o eslavo. Pero incluso esa ruidosa y, ¿por qué no decirlo?, depredadora masa turística juvenil es la que menos conviene a nuestro turismo, sea en las islas o en la Península.

Turismo de calidad es el que ofrecen destinos como Jamaica, Trinidad e incluso el mismo Puerto Rico y la costa norte de Brasil, que se están ofertando, con la de la fachada caribeña venezolana, como bastante competitiva con nuestro archipiélago, porque ofrecen menos masificación y un trato de "alto standing", como dicen los cursis. Sólo no acaba de convencerles el nivel de seguridad de esos destinos, cada vez más comparable a nuestra creciente inseguridad.

Y es que, Pepe Ignacio, no se sale de la crisis sustituyendo el turismo de calidad por el "low cost". ¿O es que estás de acuerdo en que la bajada de las tasas aéreas que promete, para no se sabe cuándo, el ministro de Fomento a cambio de fragilizar la seguridad en la gestión de los aeropuertos es lo que va a devolvernos a los turistas perdidos? Como Prometeo, estos sociatas bananeros están jugando con fuego, y acabarán quemándonos a todos si no nos ponemos de acuerdo para echarles a las doradas jubilaciones que se han preparado.