DESDE la perspectiva del análisis económico no se puede decir que la independencia sea un disparate. Puede ser buena, mala o regular. ¡Depende! ¿De qué depende? (Jarabe de Palo). Con una elevada densidad de población casi perfectamente integrada en la competitividad que exige el mundo actual, la economía de las Islas produce síntomas de que, lejos de confluir en las dinámicas positivas de la todavía hipotética recuperación de los polos centrales de Europa, puede afirmarse más tiempo en el estancamiento.

Es posible, ojalá que no, que no seamos los primeros de un Estado que será (según la OCDE, el BM, el BE?) de los últimos en salir de la crisis y además con la evidencia de poder convertirnos en los candidatos perfectos a que se cale el motor y seamos, pues, de los más tardíamente favorecidos por la luz. La teoría de los círculos concéntricos, que pueden emanar de una piedrecita tirada en un estanque con aguas quietas, puede chafar una llamada recuperación, que en las Islas significa no seguir aumentando índices de pobreza, acomodamiento en la calderilla y desesperación. Los sueldos de los canarios son de los más bajos de la Europa de los seis, de los diez, de los doce, de los quince, de los veinticinco... y con la careta de mileuristas muchos de nuestros conciudadanos, trabajando de sol a sol, ya se pueden dar con un canto en el pecho. El caso es que las actividades no producen rentabilidades mínimas y se tira de la manta dejando al descubierto los pies.

El sector turístico, directa e indirectamente, es el motor principal y depende de la venta de pernoctaciones, estancias o paquetes? a personas de otras partes del mundo, del gasto que estos realicen y de las inversiones con sus puestos de trabajo correspondientes que la actividad en sí misma y su amplio flujo inducido generen. El atractivo del entorno en el que vivimos es de primera magnitud, las cifras de visitantes que exitosamente sumamos en el pasado lo ratifican, pero tenemos que reconocer que hemos alcanzado niveles relativamente altos en la apropiación de la demanda, especialmente para algunos países. Estabilizar la tabla, en la cresta de la ola, en momentos de confusión económica global será harto complicado. Va a ser duro mantener el listón y la aparición masiva de otros destinos más competitivos en precio anuncia mayores dificultades, aunque también a la vez puedan abrirse expectativas esperanzadoras en zonas emergentes. Todo dependerá de cómo se comporte la imprevisible demanda, los modelos de previsión para 2009 han servido de poco y las ventas han bajado bastante por encima de un 10% para un mercado que en su tirón global crece. La conclusión es que lo tenemos crudo para un 2010 en el que la brecha entre lo que flota y lo que se hunde en cuanto a tejido productivo se va a ir consolidando. La grieta se va a manifestar contundentemente.

Lo que queda de agricultura, ganadería y pesca hace tiempo dejó de significar un bocado importante para muchos de nuestros aventureros o campesinos, que, especialmente en la medianía de la tierra o del mar, no consiguieron mantener al pairo sus explotaciones. Enfrentada ahora a los desarmes arancelarios cada vez más agresivos y al menor peso que se quiere conceder a la política agraria comunitaria, en base a los acuerdos de libre comercio en los que Europa se reserva un papel de vanguardia tecnológica e industrial, puede estar tocada en los reductos de exportación.

La industria, y salvo raras o heroicas excepciones, es un bolsillo de poco músculo preparado únicamente para el tanteo liliputiense. Justamente, en consecuencia con los "tarifa reducida" sueldos canarios, y en dirección África o América podría constituir un abaratamiento "mejor para todos".

La construcción, con los últimos mohicanos en sus vanguardias sobrevivientes esperando el milagro o la guillotina, las masas del sector servicios comiéndose los unos a los otros por los pedacitos marginales con los enormes tiburones foráneos barriendo o haciendo estragos, y un sector público justificado siempre por mantener mínimos en la desesperación social e incluso algunas veces por mantener cifras de mínimos en consumo.

Aunque pueda parecerle a alguien, no pinto ningún panorama calamitoso, creo que es y puede ser la realidad. Cualquier equipo negociador propio que actuara sobre lo que damos y recibimos detectaría que pagamos más alquiler que el que corresponde y que en la cocina no funcionan los aparatos.