AUNQUE algunas veces me siento un poco molesto porque no me gustan ciertas situaciones planteadas en un momento determinado, tengo que reconocer que, en la llamada lucha generacional, no siempre tenemos razón los mayores. Nos cuesta, es cierto, adaptarnos a costumbres diferentes, pero la razón es la razón y hay que dársela a quien la tiene. Lolo me discute problemas y más problemas. Con Miki me ocurre lo mismo. Aunque creo que hoy han exagerado la nota. De todos modos, no se asusten: se trata de cosas de la gramática de cada día y esto parece ser que no es grave. Pero deseo conocer la opinión de ustedes.

Ocurre que Lolo quiere ser, dentro de un tiempo prudencial, médico de niños. Pero siente horror a que lo llamen pediatra, en lugar de pediatro. Y se queja también Miki de que a su primo Nicolás, que ayuda a traer niños al mundo, lo llamen comadrona, en lugar de comadrón. (Este ejemplo ya fue tratado en nuestro periódico en uno de sus Mojos, en la última página, no hace mucho tiempo). Es, ya lo ven ustedes, ese simplón asunto de lo machista y lo feminista en el lenguaje de cada día. Y a mí me parece que la cosa no es para tanto y que ya le estamos dando demasiada trascendencia al asunto de la señora, que ha logrado hacerse famosa con sus salidas de tono.

-Tranquilízate, Lolo. No lleves las cosas a un extremo que, en lugar de ayudar a resolverlas, da pie a que ciertas personas puedan presumir un rato saliendo en los periódicos...

-Es que yo opino de igual manera -asegura Miki.

-O sea: ¿que ustedes creen que el idioma es antimachista?

-Si te fijas bien, lo es. ¡Cómo voy a ser yo pediatra, en lugar de pediatro!

Intento quitar hierro a esta situación, que a mí se me antoja sumamente pueril, aunque a mis acompañantes la palabra pueril tampoco les gusta porque se consideran con edad suficiente para opinar con criterio propio.

-Te vamos a pedir que oigas una lista de palabras relacionadas con la medicina. Porque no se trata sólo de pediatra. Pon atención: psiquiatra, anestesista, fisioterapeuta, callista, dentista, especialista, abortista? todos terminados en a. Parecen nombres femeninos.

-Y yo le ofrezco una lista relacionada con el deporte -propone Miky-: ajedrecista, tenista, golfista, billarista, futbolista, baloncestista, pugilista, caballista, ciclista, surfista, velocista, automovilista, espaldista, librista, bracista, centrocampista?

-Si quieres, pasamos al campo del circo, el cine y el teatro: equilibrista, trapecista, barrista, gimnasta, artista, ilusionista, tramoyista, figurinista, guionista, cineasta?

-Y ahora pasamos al campo de la música -vuelve Miki-: pianista, orfeonista, solista, flautista, acordeonista, saxofonista, trompetista, guitarrista, timplista, percusionista?

Como mi sobrino me ve alelado, trata de arreglarlo:

-No te asustes, tío; ahora nos quedan las artes, la literatura, el periodismo?Vamos a ver dónde he metido el papel que traía. Ya; aquí está: poeta, prosista, articulista, novelista, prologuista, comentarista, periodista, acuarelista, vanguardista, surrealista, realista, cubista?

-Bueno, déjenlo ya, que me marean.

-Falta únicamente -por ahora- la política; y vas a ver: belicista, pacifista, derechista, izquierdista, comunista, fascista, activista, colaboracionista, capitalista? Ni una sola palabra terminada en o. Ni una como muestra. Como verás, el idioma es absolutamente hembrista.

-¡Pero si esa palabra no existe! ¿Por qué se empeñan ustedes en complicarse la vida por algo tan ridículo?

-No existe, por ahora; pero todo llegará; porque de esta señora no puede uno fiarse en cosas del idioma hembrista.

-Di feminista, hombre.

Lolo y Miki se fijan también en la construcción de frases en las que, según ellos, se observa asimismo el afán de no emplear el masculino, Y me ofrecen este ejemplo: "Restablecida la paz y el silencio ante mis ojos el baile y ambos partidos con él".

Está claro que no debe escribirse restablecida, sino restablecidos porque se hace referencia a dos vocablos, la paz y el silencio, uno femenino y otro masculino, con lo que el plural, gústele o no a la ministra, ha de ser masculino. También he de decir que se equivocó el autor en el empleo de , que tenía que haber sido sustituido por desparecieron.

-Menos mal, tío; menos mal que por fin nos das la razón.

-Pero no te hagas muchas ilusiones. Cuando finalices la carrera serás pediatra, aunque no te guste el nombrecito.