LA OPINIÓN de un periódico no es la opinión de un país; ni siquiera la opinión de la clase política de un país. Ocurre, empero, que hay periódicos y periódicos, y el Financial Times, sin ser la voz oficial de Gobierno británico, no es un rotativo cualquiera. Por eso he echado en falta una reacción de la oposición española, entiéndase del PP, en defensa de Zapatero después de que el citado diario haya considerado que será "una torpe España" quien guíe a la UE en los próximos seis meses. A nadie se le escapa que la reunión de Zapatero en la Moncloa con González, Solbes y Delors, junto con la ministra Elena Salgado, fue patética. No sólo porque los reunidos son plusmarquistas del paro europeo -se ha dicho repetidamente pero no está de más recordarlo-, sino porque resulta grotesco que Zapatero, con cuatro millones de parados en su haber, pretenda recomendarle a Alemania la política más adecuada para generar trabajo, considerando que los teutones han conseguido volver a crear empleo neto. Esa pretensión, como digo, es irrisoria, aunque no hace al protagonista de la misma merecedor de un insulto que, por añadidura, no es personal. Para el Financial Times no es Rodríguez Zapatero, sino todo un país, -la torpe España- quien va a conducir a Europa a la ruina.

No es curioso ni sorprendente que los pornógrafos utilicen ocasionalmente símbolos cristianos -crucifijos, fulanos y fulanas vestidos de curas y monjas, cosas así- pare atraer la atención de los onanistas en películas y revistas subidas de tono, amén de las infinitas páginas de Internet dedicadas al tema. Nadie encontrará en esas publicaciones, en cambio, ningún símbolo que hiera la sensibilidad de judíos y musulmanes, sólo por citar a las otras dos grandes religiones monoteístas del planeta. La explicación es sencilla: vejar a la Iglesia católica no acarrea riesgo alguno. Lo otro es un pelín más complicado.

De la misma forma, meterse con España es inocuo. Hasta Cuba se permite de vez en cuando insultarnos, en el último caso valiéndose de un eurodiputado socialista, y no pasa nada. Se llama al embajador que los hermanos Castro tienen en Madrid, se le invita a café en el Palacio de Santa Cruz, se le dice "hombre, hay que tener cuidado con esas cosas" y acto seguido Moratinos corre a una rueda de prensa para decir que las relaciones con La Habana seguirán igual que siempre. Y si la próxima vez en vez de impedirle la entrada a un eurodiputado le pegan con un palo en la cabeza, lo mismo da. Eso por no hablar del mangoneo permanente de Marruecos.

En definitiva, y volviendo a los grandes hijos de la grandísima Gran Bretaña, Zapatero es un presidente de Gobierno elegido por la mayoría de los españoles y, como tal, presidente de todos los españoles. Al menos de momento, aunque a muchos, yo entre ellos, no les guste. Lo contrario supone ilegitimar la democracia. Así de sencillo. ¿Que es torpe políticamente y nos está llevando a la ruina? De eso no hay duda; pero también es cierto que no aspira a ser un támpax como ha confesado el príncipe Carlos, heredero del trono británico. Lo demás también es historia repetida: a los británicos no les gusta la UE, sea quien sea el presidente, porque ellos están al servicio de sus primos norteamericanos, y a los gringos no les conviene una UE fuerte y cohesionada. Nada más.