HA EMPEZADO un nuevo año. La desesperanza de un gran número de familias, por la situación precaria de todos o de alguno de sus miembros, sigue en la misma situación. O peor, si se tiene presente la inestabilidad emocional y psicológica que padecen, y que crece mientras pasan los días ofreciéndoles a su vista un muy incierto futuro, por más milongas que desde el Gobierno se cuenten. Tanto más si cuando se asoman a la pequeña pantalla tienen el desacierto de tropezarse con el gesto sonriente de un presidente del Gobierno que les ha colocado en tal situación. No sólo por lo actuado, que también, sino por lo dejado de actuar. Un presidente que ahora habla de la "profunda crisis". El mismo que estuvo ocultando, al parecer con el concurso de los cientos de asesores con que se rodea, la deprimente situación económica en que se instalaba España. Hay quienes dicen que lo hacía así por ser él un optimista antropológico. Yo creo, más bien, que era por causa de ser un mentiroso compulsivo, presto a salvaguardar a cualquier precio (para Liborio) su pretendida imagen de estadista con talante.

Tengo para mí que ZP deviene de una mocedad con grave complejo de inferioridad. Y lo supongo así porque un buen número de sus actos evidencian reacciones tendentes a ocultarlo, a camuflarlo. Decía recientemente una zapaterista, en una tertulia televisiva, que habría de tener ZP buenas capacidades intelectuales y formativas para haber llegado a la presidencia del Gobierno. A mí me parece que tal acceso es sólo consecuencia de haber llegado previamente a secretario general del PSOE. Y eso ya es otro cantar. Porque llegar ahí no fue cosa de democracia pura, sino de mucho pasilleo, acuerdos entre bastidores, mercadeo, compromisos posiblemente ilícitos, etc., etc. Y en tales circunstancias se puede acceder a un cargo relevante no por la valía que se tenga para desempeñarlo, sino para impedir que otro u otros, que sí atesoran condiciones a tal fin, tengan aquella posibilidad. En lo que al PSOE respecta, estoy seguro de que en aquella ocasión, y aún hoy, había compañeros con mayor preparación y mejor amueblada cabeza para ser secretario general del partido, primero, y presidente del Gobierno, después, tras unas elecciones limpias, sin necesidad del "pásalo". Menester es recordar que Zapatero es secretario general del PSOE gracias a los acuerdos con Maragall, entonces secretario general del PSC (partido de los socialistas catalanes). Partido que luego se ha manifestado disidente del PSOE conforme al nacionalismo asumido en aquella Comunidad y que con Montilla ha alcanzado niveles que Maragall no soñaba. ¿Qué socialismo están proponiendo uno y otro?

Enlazando con lo de acceder a un cargo relevante no por la valía que se tenga, viene a mi recuerdo la jugada (o la pirula) que le hizo el Sr. Olarte a esta Comunidad cuando se sacó de la chistera a Román Rodríguez como propuesta de presidente del Gobierno por CC. Pues por algo así, como de esta guisa, se vio Zapatero encumbrado a donde nunca debió llegar por más que él lo soñase. Y de aquellos polvos, estos lodos.