EN EL CUARTO día del año, tras los jaleos y dolores del parto, esperando que caiga algo del helicóptero en Reyes, ya todos nos hemos deseado mutuamente felicidades que puede que, durante esta crisis de mierda, consista (que ya es demasiado) en salud y amor. Es decir, en ir a Las Teresitas en bicicleta o corriendo y encamarse gustosamente a diario, pim, pam, pim pam? porque de lo otro -dinero- ya sabemos que desearlo generalizadamente puede equivaler a inflación desmedida, subidas de precios, incremento de tipos del interbancario con las hipotecas más caras, subidas de impuestos para enjugar los déficit actuales? y, además, el deseo no va a valer más que para agobiar al personal.

Trabaja, jodido, pero no te preocupes de nada que, según los entendidos, se ve la luz al final del túnel. Mira, mira... es un tenue filamento encendido o como una bombilla en la oscuridad. ¡Ojalá! Yo no les puedo confirmar si lo que veo, que "sí" lo veo, está lejos o cerca, y ese es el problema.

Por lo tanto, el deseo de felicidad galáctica que se transmite en estas fechas, o lo que es lo mismo, la canción famosa, debería reducirse: "Dos cosas hay en la vida, salud y algo de amor, el que tenga esas dos cosas que le dé gracias a Dios", y punto. Las perras ya las buscaremos individualmente entre los cuchillos afilados.

La salud, independientemente del barrio en el que orgullosamente me crié como un gamberrito, es el estado de bienestar físico, mental y social, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), recogida en su constitución de 1946. Cuando llegué a la aglomeración incipiente, la avenida de Venezuela, era una calle enfilada pa''rriba con algunas casitas entre vías sin asfaltar que no terminaban en ningún sitio. Hubo un momento en que pusieron a un policía, a la entrada, regulando el tráfico en una especie de trono metálico. Como la abeja Maya, fue famoso en el lugar por sus aspavientos y su necesidad; ya después pusieron un frío semáforo.

La salud puede definirse como el nivel de eficacia (funcional o metabólica) de un organismo, tanto a nivel micro (celular) como en el macro (social). Curiosamente, el mismo axioma puede utilizarse para definir la economía. En 1992 un investigador agregó el concepto ecológico: "Y en armonía con el medio ambiente", ampliando así la foto. Un tal Moshé Feldenkrais, científico (físico y doctor en ciencias) israelí, que en su adolescencia emigró a Palestina, añadió: "La salud se mide por el shock que una persona pueda recibir sin comprometer su sistema de vida. Así, el sistema de vida se convierte en criterio de salud. Alguien sano es aquel que puede vivir sus sueños no confesados plenamente". René Dubos, que fue un microbiólogo estadounidense experto en bacterias, evidenció aún más: "La salud es una medida de la capacidad física y mental de cada uno de hacer o convertirse en lo que quiere ser".

Los mentados, Moshé y René, ya perdieron la suya -su salud-, pero nos dejaron la acotación completa de un concepto que por sí solo supone la estabilidad y supervivencia básica de cualquier ser vivo. Sin eso, está claro que no hay nada. Defendámonos de este mundo cruel. A los que la hayan perdido un poquito, ¡ánimo! A medida que envejecemos y solo por eso, se nos quitan puntos del carné y protestando por ello nos podemos morir.

Partiendo de la salud, relacionado totalmente con ella y siendo ya algo consustancial del ser humano, necesitamos el amor. Besos, ternura, qué derroche de amor, cuánta locura? que no se administra en dosis o cápsulas y sí en abrazos y besos.

Se puede diferenciar entre: 1.- el amor cercano, del tuétano, a los tuyos, a los familiares y a los que puedes tocar con los dedos del sentido; y 2.- el amor universal del que puede surgir la comprensión entre todos nosotros y, como consecuencia, derivarse un amplio abanico de grandezas divinas como la paz, la solidaridad, el pacto de civilizaciones o cuantas acciones equivalgan a que el alma, que, escondida y aparcada, aflora cuando nos autoanalizamos e interiorizamos, se derrame entre el resto de seres del planeta. Todos somos buenos en el fondo, lo que sucede es que unos son más capaces que otros de reprimir la sustancia que compone el alma y dar paso a las miserias del corto alcance terrenal.