LA LEY de Reforma de la Sanidad, que se preveía fuera votada por el Senado de los Estados Unidos después de superados trámites anteriores sin que, hasta el momento, se conozcan los resultados de esa sesión de la Cámara USA, me trae a la memoria la fundación y establecimiento en España de lo que se llamó aquí Seguro de Enfermedad. En Tenerife no se contaba, al principio, con ningún edificio que pudiera ser la sede del nuevo hospital necesario para la atención de los asegurados, que eran todos a los que se les reconocía un puesto de trabajo, y sus familiares. Comenzó entonces la construcción de la que se llamó Residencia Sanitaria Virgen de Candelaria de la Seguridad Social, que hoy es el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, uno de los dos grandes establecimientos de la provincia. El otro es el Hospital Universitario de Canarias, que construyó el Cabildo Insular de Tenerife y comenzó a funcionar como dependiente de esta Corporación hasta que se integró en el Instituto Nacional de la Salud, Insalud.

Mientras se trabajaba en la construcción de la Residencia, funcionó como centro-base del Seguro de Enfermedad la clínica privada propiedad del médico Lorenzo Llabrés, llamada Clínica Llabrés, que, gracias a la competencia de su director, cubrió perfectamente las necesidades y trabajó incansablemente hasta que se terminaron las obras y fue inaugurada la Residencia. El doctor Llabrés logró casi el milagro de atender a la población entera de la isla, cosa que parecía imposible dadas las dimensiones del centro sanitario.

Conocí íntimamente y traté durante muchos años a Lorenzo Llabrés, que fue el médico de los periodistas de la Asociación de la Prensa de Tenerife, de la que un servidor fue presidente y hoy sigue siendo presidente honorario. Lorenzo, uno de esos médicos dotados de un "ojo clínico" extraordinario, era un galeno en el que todo el mundo confiaba por sus aciertos y su trato, que curaba, tanto como los medicamentos que recetaba. Realizó una gran labor como máximo responsable de aquel primer centro sanitario del Seguro de Enfermedad.

Terminadas las obras de la Residencia, el entonces director de este diario, Ernesto Salcedo, me designó para realizar un reportaje con motivo de la inauguración del centro sanitario, acompañado por el fotógrafo del periódico, el querido y malogrado Jorge Perdomo, mi compadre como padrino de bautismo de mi única hija. Ambos encontramos en el edificio al común amigo Juanito Labory, que era aparejador, que hoy llaman arquitecto técnico, de la obra. Gracias al amigo pudimos recoger el mayor número de datos sobre los trabajos y la obra terminada, que hoy sigue prestando un gran servicio a la población de Tenerife y de todas las islas de la provincia que precisan atenciones especiales que no pueden prestarle los hospitales insulares.