NO ES EL MOMENTO más adecuado para hablar de moral. No puede serlo porque en una sociedad hedonista, donde el bienestar personal prima sobre cualquier otro precepto, las formas han dejado de ser importantes. Me refiero a las formas de tratar con los demás; eso que antes se llamaba urbanidad o, simplemente, educación. Unas formas que comienzan por el respeto a la palabra dada. Me lo decía hace años un comerciante de Santa Cruz. Cuando a su padre, que también era comerciante, un mayorista lo surtía de mercancía, ni siquiera le preguntaba por el día del cobro. El comerciante sabía que tenía una deuda pendiente y cumplía con ella sin necesidad de firmar papeles. Hoy todo el mundo firma lo que le ponen delante, pero pocos son los que pagan. A las cifras de morosidad, especialmente elevadas en estas Islas, me remito.

Hoy prima la ética de los fines y de las situaciones. Lo recoge cabalmente Enrique Rojas en "El hombre light". El fin justifica los medios y las situaciones mandan sobre las convicciones. La sociedad de los fines y las situaciones, sí, pero también la sociedad de los consensos. "Si hay consenso, la cuestión es válida", señala Rojas. "El mundo y sus realidades más profundas se someten a plebiscito". Por votación se dilucida si algo es positivo o negativo para la sociedad. Lo importante ya no son las creencias -esas creencias que, según Ortega, nos tienen y nos sostienen, en contraposición con las ideas que se tienen y se sostienen- sino la opinión de la mayoría. Si algún día se somete a consulta popular la mera operación aritmética según la cual dos y dos son cuatro, y sale que no son cuatro, hacemos bueno a Goebbels cuando proclamó que dos y dos son cinco si el Führer lo quiere. En la España de hoy dos y dos son lo que la mayoría quiere que sean.

Resulta curioso que mientras se habla de libertad, de derechos humanos y de conseguir una sociedad más justa, se nos someta a la tiranía de lo políticamente correcto. Una religión que practica la progresía con gran devoción, y de la cual López Aguilar es uno de sus más ardientes vicarios. "Pido coraje cívico contra los corruptos", acaba de declarar a un periódico local. ¿También contra los de su propio partido? ¿O es que el PSOE -cien años de honradez y otras monsergas- está libre de todo pecado? Aunque podría referirse asimismo el Terminator a la corrupción ideológica. Me contaba alguien el otro día como en el colegio al que acude su hijo, un profesor progre -pero que muy progre- ponía sobre su mesa, en un lugar visible por todos los alumnos, los periódicos de ese día cuando ese día detenían algún político del PP, fuese donde fuese. Lo cual en el fondo no me parece mal, siempre y cuando haga lo mismo el día que detienen a alguien del PSOE. Lo malo es que ese día se le olvidaba comprar el periódico.

Y ya que hablamos de prensa, ¿qué decir sobre esa queja del secretario general del PSOE canario sobre los medios de comunicación? "Todos los medios canarios están contra el PSC", ha dicho. Pobre PSC. ¿Incluye López Aguilar a TVEC? Supongo que no. El señor Terminator se refiere a los medios de comunicación que editan empresas privadas; los que pagan todos los ciudadanos con sus impuestos no caben en sus críticas.