1.- Marta von Porozslay, excelente pintora y escultora de origen húngaro, quizá inspirada en la valla publicitaria con mi perra, "Mentecata", quiere inmortalizarme en un lienzo... también con mi perra "Mentecata". No es la primera vez que Marta tiene la bondad de ocuparse de mí, porque ya me hizo un espléndido busto, en el que me reconozco con cierta alegría. Más de una vez me han dado ganas de colocar la escultura al comienzo del Canal de Suez (o calle de Quintana) portuense, en vez de la del fundador de la ciudad, AntonioLutzardodeFranchy. Saben ustedes que no es Franchy el que está ahí, sino un señor cualquiera de la época, porque el escultor del encargo no tenía -porque no existía- un retrato de aquel caballero. Y allí está el pobre apócrifo, pasando un frío y un calor que no le corresponden, junto a una leyenda que lo anuncia como el primer habitante y fundador de la ciudad. Y es que las placas aguantan todo lo que le echen. Pues bien, ayer he posado para Marta y yo me pongo muy nervioso con los posados, como cuando me ha inmortalizado -y muy bien- mi dilecto amigo JoséCarlosGracia, que anda cabreado porque no acudo a sus fiestas, tan generosas. Pero es que yo ahora huyo de la autoridad.

2.- Marta von Porozlay hizo también la escultura de AgathaChristie, que luce en el Puerto de la Cruz; y otras. Pero me dice, no sin mucha generosidad, que se encuentra muy satisfecha del busto que me afecta. En fin, se lo agradezco. Esta semana ha sido de mucho ajetreo porque, como saben, estoy de mudanzas. Rebuscar en mi biblioteca me ha supuesto encontrar volúmenes tan gratos que permanecían olvidados en el tiempo. Han empezado a saltar Azorín y GonzálezRuano, en primeras ediciones, y hasta he encontrado un artículo de GarcíaMárquez con un tinerfeño de protagonista. Un niño al que muerde un perro en Caracas, el perro sufría la rabia y al pequeño lo salva una vacuna hallada en los Estados Unidos. Un relato precioso, del que les hablaré un día más extensamente. Yo encontré a ese niño, a través de la radio; hoy es arquitecto y vive en esta isla.

3.- Desde mi nueva casa veo el Valle, veo el mar, veo el Teide y veo toda la costa norte, hasta la lejana -para mí cercana- Tacoronte de Maccanti. A ver si un día quedo con Maccanti y con CarlosAcosta para que me ilustren sobre poesía, que es mi gran asignatura no aprendida jamás. Me falta sensibilidad e inspiración. Los libros en verso de ambos los he salvado de la donación de mi biblioteca y los tengo en la mesa de las lecturas cercanas, para repasarlos. También las prosas de Juan-ManuelGarcíaRamos; las atlánticas y las otras. Me llama Lola, desde Las Palmas, para decirme que quiere leer algo mío que no sea el artículo diario. Le remito a mis dos novelas, por ejemplo. Pero asegura que no sabe dónde encontrarlas. Yo tampoco. No pertenezco a eso que llaman élite cultural de las islas. Soy un proscrito.