VOLVEMOS en este editorial sobre un asunto que ya comentábamos el jueves también en un editorial: las recientes declaraciones del vicepresidente del Gobierno de Canarias y consejero de Economía, José Manuel Soria, sobre el independentismo en CC. Transcribimos el título de la noticia tal y como lo publicó un periódico canarión: "Soria dice que el independentismo en Coalición es residual y fruto de algunas mentes calenturientas".

De momento vamos a analizar solamente este título. José Manuel Soria es un hombre conservador, presidente regional de un partido conservador como es el PP y, lo que es peor, canarión "grancanario". Lo entrecomillado es un estigma porque tanto él como los que se denominan con ese falso gentilicio se consideran mundiales del mundo mundial. Más aún: se tienen por universales, por galácticos. Lo de canarión no es ninguna afrenta, pues resulta lógico que un nativo de "Gran" Canaria sea canarión. Por cierto, ya que estamos hablando del señor Soria, ¿sigue izando la "gran" bandera de la "gran" isla en una plaza de la capitá? Queremos decir en un parque, pues la ciudad de Las Palmas de Canaria no tiene plazas sino parques. Cualquiera de fuera que vea un plano de Las Palmas pensará que es una urbe llena de parques, porque hasta una plazoleta o a una simple rotonda la llaman parque. Otra consecuencia más de creerse mundiales del mundo mundial, galácticos, metropolitanos, internacionales, seres tan importantes que todo el planeta está pendiente de ellos, como si no hubiera nada más importante que la isla de "gran" Canaria. Chiquita cagadita de mosca en el mapa del náufrago. La realidad es distinta, pues los canariones tratan de ocultar con el "gran" que viven no en la isla más grande del Archipiélago, sino en la tercera; la más inhóspita; la de los secarrales, la de playas "famosísimas" pero peligrosas. Que nos perdonen los lectores estas líneas irónicas, pero lo que hacen los canariones para diferenciarse de las demás islas y rapiñar nos calienta la mente como dice el señor Soria. Un político con el que seguimos.

Afirma don José Manuel Soria que el independentismo en Canarias es residual. ¿Qué quiere decir con residual? ¿Cómo puede ser residual el independentismo de CC, si este partido nunca ha sido independentista? El nacionalismo oficial canario nunca ha luchado por la libertad de su pueblo. Estas expresiones, estas deducciones, señor Soria, sí que son fruto de mentes calenturientas. CC siempre ha sido un bluff. Los "nacionalistas oficiales" han engañado a mucha gente. Incluso nos han tenido equivocados a nosotros. Podemos decir que nos han traicionado porque durante mucho tiempo creímos que defendían un nacionalismo propio. Resulta que no. Todo ha sido una engañifa. Un "laborar para mi bolsillo", mientras me pongo la manta esperancera con el fin de engañar a los incautos y lograr que me den sus votos. Una actitud en la que porfían los dos representantes del nacionalismo oficial en Madrid. Dos representantes que, por si fuera poco la traición que han cometido con su propia gente, apoyan al Gobierno socialista que oprime al pueblo español y también al canario, uncido por su vil condición colonial a la Metrópoli española. Y todos tan campantes porque aquí no ha pasado nada. "Ande yo caliente...".

NO GUSTAMOS. No les caemos bien a muchos godos -de forma especial a los cuatro godos del Apocalipsis periodístico- y a muchos canarios que, narcotizados, siguen amando y defendiendo la absurda españolidad de estas Islas. Molestamos porque defendemos la independencia de nuestro pueblo. Nos atacan con mucha virulencia desde la tercera isla. La prensa de Las Palmas, amarilla de envidia como amarillos son sus desolados secarrales, reproduce nuestros artículos y nuestras imágenes. Tarea ignominiosa a la que se une la prensa procanariona de Tenerife. También nos vitupera la señora de la política pura. Dice que la hemos insultado. No es cierto. EL DÍA no insulta a nadie; sólo desenmascara a los granujas políticos.

LA MENTE más calenturienta que hay en estas Islas es la del propio señor Soria. No sabemos mucho de usted, don José Manuel, pero, ¿qué es usted en realidad? ¿Por qué dice usted que es español si ha nacido en un archipiélago situado en otro continente distinto y alejadísimo de la Metrópoli que nos coloniza? ¿Todavía no se ha enterado usted que no es peninsular sino nativo de unas islas situadas frente a las costas de África? De forma concreta, a escasos kilómetros de las costas de África, pero a muchos de la nación que nos sojuzga desde Europa. Por más que presuma de ser español, los españoles se ríen de usted porque no lo es. En todo caso, usted es un juguete de España y de los españoles para mantener la colonia que le proporciona a la Metrópoli inmensas riquezas con las que realiza obras de toda índole. De vez en cuando los peninsulares nos sueltan algunos euros para tenernos callados; nada más. ¿No se da cuenta de que comportándose de forma tan calenturienta como lo hace se convierte en cómplice de los opresores?

Desengáñese de una vez, señor Soria. Para la UE los canarios no tenemos más valor que los polinesios, los antillanos, los macaronésicos y hasta los piratas de los mares del sur; somos ultramarinos, ultraperiféricos. Ni españoles, ni europeos; tan sólo un híbrido vergonzoso. En realidad, usted es uno de los responsables de que no seamos nada. Y al no ser nada, no se nos respeta ni en la UE ni en el mundo. ¿Cree alguien que un portugués continental como Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, le concedió importancia alguna al indígena Paulino Rivero cuando se entrevistó con él para hablar de una región ultraperiférica llamada Canarias? El mismo ninguneo del anterior presidente de la Comisión con el también anterior presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias, Adán Martín. A ambos, y en general a todos los canarios que van por Europa, los consideran personajillos que en vez de vestir taparrabos llevan puestos pantalones de marca.

EL CASO es que el éxito de la manifestación independentista del pasado fin de semana trae de mal traer a más de uno. No sabemos qué se dijo en esa marcha que, según nos aseguran, transcurrió de forma respetuosa. En algún momento se equiparó a los canariones con los sinvergüenzas. Si quienes hicieron esta comparación se referían a los canariones "grancanarios", acertaban de pleno. Cualquier habitante de la isla tercera que se considere más grande que los demás isleños no tiene vergüenza. Como señalábamos antes, el gentilicio "grancanario" resta decoro a quien lo usa.

NO PODEMOS acabar sin dedicarle unas líneas al estalinista, leninista y bolchevique político Santiago Pérez, a quien el ideal independentista y sus símbolos le merecen todo el respeto, "pero no cuando se asumen con intereses demasiado visibles y que van emparejados al chantaje de las instituciones del Estado de derecho". Nos parece correcto que el señor Pérez respete el ideario independentista, pero discrepamos de su segunda apreciación. Los independentistas canarios respetan al Ejército, a la Judicatura y a otras instituciones, entre ellas el Parlamento, si bien a esta última menos que a las demás debido a la indignidad política de sus actuales miembros. Sus "señorías", lo recordábamos en nuestro comentario de ayer, han cometido indecencias como conculcar la Constitución al leer una reprobación contra EL DÍA. Un ataque a la libertad de expresión y de información que nunca se había visto en España ni en ningún país democrático. También respetamos y acatamos, por imperativo legal, la Constitución española. Sin embargo, no la aceptamos porque ninguna Constitución puede decir que Canarias es España. Es una colonia situada en otro continente, pero disfrazada con maldad de comunidad autónoma para perpetuar el status quo que le conviene a la Metrópoli.

Pese a las mentes calenturientas del señor Soria y a las diatribas del señor Pérez, la independencia llegará. Llegará sin referéndum y procesos de autodeterminación -la autodeterminación no es mala porque es la expresión de la voluntad-, porque esta tierra ya estaba autodeterminada como libre antes de sufrir la conquista genocida. Además, mientras haya más de medio millón de extranjeros, y casi un millón entre éstos y peninsulares, empadronados en las Islas, cualquier votación estaría perdida de antemano. No obstante, y a la vista de que cada vez son más las personas que expresan sus ansias de libertad sin el temor del pasado, quizá habría que pensar incluso en que se podría ganar un innecesario referéndum. Cada vez son más los canarios que están reaccionando y quieren ser libres y poseer identidad propia, sin estar sometidos al yugo de amos peninsulares y europeos. Pero lo que en verdad obliga es el mandato de la ONU en su resolución 1514 del Comité de Descolonización de los Pueblos, sin olvidar que, además, lo ratificó España y tiene que cumplirlo sin que pase el año 2010, el segundo y último plazo concedido para librar a los pueblos sometidos. Y ahí sigue, por supuesto, el peligro del derecho de Marruecos sobre estas islas porque están en sus aguas jurisdiccionales y en su Zona Económica Exclusiva (ZEE). Marruecos no nos tiene olvidados y tampoco a Ceuta y Melilla e islas de su entorno. De momento le conviene callar por poco tiempo, muy poco, antes de hacernos una provincia suya.