En estas mismas páginas, y también en estos días, tuve oportunidad de leer que la Policía Local padece un déficit de entre ochenta y cien guardias, o números. Por supuesto pienso que no serán todos sin graduación, sino que también harán falta jefes de menor o mayor categoría.

Creo sinceramente que urge cubrir, a la mayor brevedad, estos puestos, ya que a nadie se le oculta que no se puede pretender llevar a cabo todos los servicios con estas carencias. No tendrán que explicarnos que este aumento de plantilla supone un considerable desembolso y que los tiempos, y especialmente los presupuestos, no están para coñas. Pero no me negarán tampoco que si se dice que faltan es porque, sin duda, se les necesita (Perogrullo).

A continuación vendrá un capítulo muy importante, y está en relación con los emolumentos que este personal debe recibir. Seguro que, aunque la cantidad se me antoja que no será pequeña, habrá de dónde sacarlo, y repito que lo de las vacas flacas está más que asumido. Por ejemplo: controlando el uso y alquiler de inmuebles u oficinas en ocasiones innecesarios. Viene el invierno y se puede trabajar un poco más justos de espacio, pero evidentemente al invierno le seguirá la primavera y luego tendremos que recibir el verano. Las temperaturas subirán y los aparatos de aire acondicionado seguirán haciendo que los que entremos en las oficinas sintamos un ligero repelús o repeluzno (sacudida nerviosa causada por el frío, el miedo o la repugnancia), dependiendo lógicamente del binomio visitante y oficina.

Comprendo que otra fuente de ingresos puede ser desagradable solamente con mencionarla. Pero, sin duda de ninguna especie, exigir el cumplimiento de nuestros códigos de convivencia servirá, además de como incentivo recaudatorio, para que la ciudadanía tome conciencia de que estas normas están para cumplirlas. En modo alguno podemos continuar viviendo haciendo lo que en cada momento nos parezca oportuno, lo que nos venga en gana. Siempre se dice que uno de los factores que más influye en nuestros problemas es la falta de educación cívica. No confundir con educación para la ciudadanía, aunque vaya Vd. a saber si existe algún paralelismo.

La velocidad de circulación dentro de la ciudad está limitada por ley, aunque tengo la sensación de que generalmente cada cual va a su aire. Posiblemente controlarla de forma no aleatoria, no dependiente del azar sino en los puntos que se considere más susceptibles de infracción, sería ejemplarizante.

Exigir de las autoridades competentes que no es preciso trincar al pintor en pared ajena, con los pinceles o los espráys en la mano. Que esos elementos que van dejando su autógrafo por multitud de paredes, especialmente de granito o mármol, ocasionan una serie de trastornos, gastos y disgustos a todo hijo de vecino. Hay un sujeto que firma, orgullosamente supongo, "mirón", que ha ensuciado cientos de paredes y puertas de garajes, siempre empleando un color que destaque "artísticamente" sobre el fondo. No creo que sea tarea excesivamente compleja cazarlo.

Y qué decir tiene de los que destrozan cabinas telefónicas, de los que se entretienen en romper las papeleras o incendian contenedores de basura. Estoy seguro de que en ocasiones serán pillados in fraganti y sancionados, acaso de forma ejemplar. Pero no nos enteramos, y si no se divulgan los datos no tendrán efecto corrector. Lo realmente formativo es que se sepa que por circular por las Ramblas o por la avenida de Anaga a 90 km/h le cuesta un pastón, no en teoría, y además a Fulanito o Menganito.

Escuchar a todo un vicepresidente del Gobierno canario que con menos dinero se van a poder hacer más cosas, porque se va a gastar de forma más eficiente, es como si nos quisiese tomar el pelo. Vamos, que ZP ignoraba por ser un zote que estábamos en crisis, y nosotros, que somos unos linces, seguíamos gastando de forma poco eficiente, posiblemente porque, a pesar de los pesares, las manos en que hemos caído no son exactamente las que hubiéramos merecido. ¿O no?

José Luis Martín Meyerhans

El pueblo, unido, jamás será vencido

Soy tacorontero. En Tacoronte nací, en Tacoronte he vivido y si me apuran, en él me gustaría pasar mis últimos días. Sin embargo, el azar ha hecho que me encuentre a miles de kilómetros de distancia por motivos laborales, y no se imaginan lo que trino y "retrino" cada vez que leo nueva información acerca del PGO del municipio y lo que está ocurriendo.

Esta mañana leía yo varios comunicados de prensa acerca de lo sucedido en Agua García, lugar al que el concejal de Urbanismo, Daniel Díaz, y el redactor del PGO, Walter Beltrán, acudieron para "informar" a los vecinos.

Resulta irónico cómo se tergiversa la información a conveniencia. Esto es algo que los políticos llevan a cabo no sólo con frecuencia sino con una maestría y un saber hacer casi incluso comparable al arte que tenía Quevedo. Y miren por dónde esto es lo que muchas veces los politicuchos de turno nos hacen: metérnoslas dobladas, y luego echarse los trastos unos a otros cuando el pueblo se enfada (que si tal partido está alentándolos, que si tal otro partido esta esparciendo información incierta a mala fe, que si hay miembros de tal partido en el grupo de vecinos, etc.). ¡Como si los ciudadanos no tuviesen criterio propio!

En el comunicado del consistorio se habla de la actitud violenta de algunos vecinos en dicha reunión informativa y de lo macabro de la situación. ¿Actitud violenta? Violento es que un día te levantes por la mañana y veas que te vas a quedar sin los terrenos que tus abuelos y tus tatarabuelos te han legado.

¿Macabro? Macabro es saber que "tu" equipo de gobierno, tus representantes, han estado conspirando en tu contra por meses e incluso años sin darte cuenta e intentan clavártela, esta vez en forma de nuevo PGO.

El hecho de que te apaguen las luces en una asociación de vecinos, el hecho de que te abucheen, es tan sólo una lógica consecuencia de tu desfachatez y sinvergonzonería a lo largo de tu dudosa buena labor como alcalde, concejal de Urbanismo o como redactor de un PGO de serie B de ciencia ficción.

Sepan ustedes que la verdadera definición de enemigo de la democracia en estos casos es la de "un grupo de personas que a espaldas del pueblo, y durante meses y meses planean el reparto de un municipio cual si fuese un pastel para engrosarse bolsillos, carteras y cuentas corrientes".

No tuve la suerte de estar presente en esa reunión sui generis (y digo sui generis no por lo que ocurrió, sino por el hecho de que se convoque ahora y no cuando se comenzó a redactar el plan). Pese a no haber estado allí, he visto varios vídeos grabados in situ, y cuando muchísimas personas corean en contra de ustedes, no cabe hablar de un reducido número de ellas haciendo boicot, sino de la indignación que todos sienten al ver cómo se juega con lo que jamás pensaron que pudiesen arrebatarles: sus terrenos. ¡Dejen a un lado la demagogia aunque sea por un día!

Adal González

(Estados Unidos)

Anaga: ¡Tremendo susto!

El miércoles 7 de octubre por la mañana, poco después de pasar la guagua de las ocho, un desprendimiento de grandes piedras y tierra sepultó la carretera de Taganana, cerca del lugar conocido por Roque el Valle. La suerte, el milagro, fue que no cogiera a la guagua pasando u otro vehículo. Hubiera sido una catástrofe. La guagua, a esa hora, lleva bastante pasaje, gente que va a su trabajo, al médico y a otros asuntos. No fue algo inesperado. Como se suele decir, era una muerte anunciada. Desde abajo se veía que el terreno estaba abierto. En cualquier momento podría ocurrir lo que sucedió. Se pensaba podría caer en tiempo de lluvia; no fue así, puede le bastara para caer el tiempo de frescura que había en este momento.

Lo gracioso fue, según cuentan las personas que esperaban a uno y otro lado del corte, que al principio enviaron una pequeña pala, lo que se dice una pala "de juguete" para tal derrumbe. Más tarde, después del mediodía, vino una "retro", una pala en condiciones, de acuerdo con la magnitud del desprendimiento. Si esta última se hubiera enviado desde por la mañana, al mediodía la carretera hubiera estado abierta al tráfico y no tener que esperar al atardecer.

No es lo que cayó, sino lo que puede seguir cayendo. Por lo tanto, ahora más que nunca hay que pensar seriamente en buscar una solución. De momento, se podría habilitar una vía alternativa para casos de emergencia. Sin embargo, la solución definitiva sería abrir un túnel más abajo del actual; el cual, además de acortar la distancia haciendo el recorrido en menos tiempo, evitaría la niebla de las cotas altas y desprendimientos en una zona muy escarpada. Lo que ocurre es que aquí no tenemos un Castro Cordóbez, que tanto ha beneficiado a La Palma y a Las Palmas. Estos políticos sólo nos tienen en cuenta para lo que les conviene.

El parque rural aporta dinero pero no se queda en Anaga, toma otros derroteros.

Beneharo