UN DÍA MÁS tenemos que ocuparnos de las RUP. Lo hacemos porque no podemos dejar de preguntarnos cómo es posible que Canarias haya caído tan bajo. Éramos las Islas Afortunadas y nos hemos convertido en una región anónima sin identidad y sin dignidad. Después de seiscientos años como colonia española, nada peor nos podía ocurrir que convertirnos en región ultraperiférica. ¿Es que no se dan cuenta nuestros políticos de lo que nos están haciendo? No somos España, ni podemos ser Canarias, sino una colonia de España. No somos españoles, ni podemos ser canarios, sino indígenas colonizados. No somos europeos, ni ciudadanos vinculados a Europa por su cultura, pues somos extraeuropeos; es decir, ni siquiera somos colonos de una nación del Viejo Continente. Al final, como hemos dicho en tono irónico estos últimos días, no somos ni piratas de los mares del sur.

Y de un sinsentido a otro. Hace unos días publicó la prensa local la foto de cuatro alcaldes de otros tantos municipios tinerfeños: Santa Cruz, La Laguna, Tegueste y El Rosario. El acontecimiento ha sido presentado como un primer paso para unir dichas localidades en una sola y establecer de derecho la que ya existe de hecho: el gran área urbana de Tenerife. Alguien nos ha preguntado por qué no hemos acogido esta noticia con gran alegría. Sencillamente, porque se trata de algo que no sirve para nada si se queda ahí, en un proyecto para luchar contra el desempleo. En realidad, esa foto nos causa desazón; casi podemos decir que nos avergüenza, pues en el fondo lo único que se ha hecho es perpetuar un engaño al pueblo. ¿De qué se congratulan los alcaldes, sonrientes y con las manos unidas en la foto? ¿Han conseguido algo? No. ¿Han dado algún paso decisivo para crear esa gran área metropolitana y abaratar los servicios que prestan esos cuatro ayuntamientos a los vecinos? No. El pueblo necesita más que fotos para la galería. Decididamente, esa no es la foto que necesita el área metropolitana de la capital tinerfeña. Cuatro alcaldes contentos por una nimiedad. Nada más. El acto no tiene más valor que un encuentro de cuatro amigos que se juntan para tomarse unos vinos. Los cuatro hubieran hecho historia si en lugar de un acuerdo parcial para potenciar el empleo -lo cual es importante en estos momentos de crisis, pero la unión total lo es aún más- hubieran puesto las bases definitivas para que, salvando chauvinismos locales, esas cuatro ciudades se conviertan en un único ayuntamiento: la gran capital de Tenerife y de Canarias. Porque son los alcaldes de estos municipios los que tienen que moverse, y no lo han hecho. Un paso así, insistimos, hubiera sido trascendental e importante. La foto por la foto, sobraba.