La Laguna de antes nos trae el recuerdo de los tejados y azoteas donde los gatos habitaban como dueños y señores. Eran gatos blancos, negros, rubios, atigrados, de angora... En ese mundo de gatos de todos los colores se acariciaban, se amaban, se peleaban, tenían descendencia, pues en aquella época sobraban tejados, ya que el casco histórico carecía de Plan Especial de Protección. Ni creemos había nacido María Luisa Cerrillos, que es la profesional de Arquitectura que "cuida" de nuestro casco histórico, imponiendo sus criterios de presuntas regeneraciones urbanas a base de fachadas increíbles y de tejados poco apropiados para nuestro gusto, y sobre todo para los felinos.

Por los años cuarenta, después de la guerra incivil, las carencias alimentarias y de todo tipo eran absolutas, había hambre y necesidades. Eran fechas de las gangocheras, de las lecheras, de los estraperlistas y de personajes que con el hambre hicieron realidad los mayores engaños. De lo que salió aquella frase: "Cuidado no te den gato por liebre". En esas circunstancias circulaba por La Laguna la idea de que habían proliferado una serie de pillos especializados en la caza de gatos. El producto de estos animalitos lo vendían, dando gato por conejo, en los guachinches y en los típicos ventorrillos, eso sí, bien disimulados a base de sabroso salmorejo que le incorporaban con abundancia. Hasta tal punto proliferó el tema que un pillo invitó al famoso padre Francisco, superior del Convento del Cristo, que era personaje muy popular en La Laguna por los años cuarenta, a una buena merienda y, por supuesto, le espetó gato por conejo. El fraile quedó muy complacido y se despidió con la siguiente expresión: "Hermano, que san Francisco premie tus buenos sentimientos y que la próxima no se haga esperar".

Pero el pillo entre los pillos era el General Fagó, que se especializó en dar caza a los meninos más gordos y lustrosos, alimentados en las casas de familias más pudientes de nuestra ciudad, provisto de un buen saco de arpillera para poder cargar con sus prisioneros. También el famoso Panchito celebraba los Miércoles de Ceniza, provisto de una caña de pescador con una sardina salada colgando. Provocaba a maestro Manuel en su zapatería de la calle Herradores diciéndole: "Admíteme un regalo para "Micifuz".

Ahora los gatos son de otro pelaje, tal vez más huraños, con menos tejados y aclimatados a tantos y tantos cables y antenas de televisión. Sin embargo, los amantes de los gatos laguneros vamos a diario al Bar el Peñón, en la plaza de San Cristóbal. Allí hay buena tertulia, gato al cuadrado de león y hasta un burro para animarnos el café nuestro de cada día. También un Juan sin miedo.

Fidel Campo Sánchez

Desgracias medioambientales en Arico

Hace poco tiempo un periodista local describía a este municipio como uno de los grandes desconocidos entre los municipios tinerfeños: extenso, rural, con graves deficiencias en servicios e infraestructuras, pero con una innegable proyección turística. Sin embargo, en la actualidad este progreso turístico está amenazado debido a la destrucción constante que sufre la riqueza natural, medioambiental y paisajística de este territorio único que es el municipio de Arico.

No sólo están los problemas medioambientales que origina la superficie cada vez mayor de terreno degradado que ocupa el PIRS: ahora con la posible instalación de una incineradora pueden sumarse nuevos problemas ambientales y sanitarios que afecten a toda la comarca de Abona. Asimismo, tiene una repercusión medioambiental nefasta la ubicación del parque eólico en el entorno de un espacio natural como es La Montaña Centinela, la construcción a destajo en parajes únicos y hábitats protegidos, la poca regulación y control que se tiene en la ubicación de las placas solares al estar cediendo terreno cultivable para su instalación, la destrucción de los bancales tradicionales. También incide negativamente la proliferación de desmontes en terreno rústico y el derrame de tierras en laderas y barrancos, el mal estado de las carreteras, la pérdida de los senderos y caminos reales, el abandono del patrimonio natural, histórico y artístico del municipio, el encontrar basura y chatarra por doquier. Igualmente es preocupante la degradación ambiental que sufre su costa debido al vertido de aguas fecales al mar. Un ejemplo lo encontramos en la bahía del Porís, que está considerada como una zona con degradación ambiental alta y con graves amenazas sobre sus ecosistemas.

Es evidente que los vecinos desean que Arico prospere y que en el municipio se pueda ejercer un turismo sostenible, pero esto es imposible si continúa dañándose la comarca de manera sistemática en cuestiones medioambientales. Además, lo que postulan el alcalde y su equipo de gobierno para lograr el progreso de Arico es contradictorio, pues lo que se permite y ejecuta en el municipio va en contra de este desarrollo sostenible. Y lo que es inconcebible: ni siquiera hay un Plan General de Ordenación Urbana.

A todas estas desdichas hay que añadirle la situación caótica en la que urbanística y administrativamente se encuentra el municipio, agravada por el problema de la especulación urbanística en los pueblos de la costa.

Francisco Castellano