ES EL DÍA nueve, del mes nueve, del año nueve, del segundo milenio de la era cristiana. Nueve del nueve del dos mil nueve, casi casualidad en un mundo ajeno a estas fechas superpuestas en los diferentes calendarios y a los encorsetamientos artificiales convenidos, que sigue convulsionándose en la misma dinámica emprendida con anterioridad, ayer, antes de ayer o hace días, meses, años o siglos. Los acontecimientos, en general, vienen acumulados y un porcentaje superior al 99% de las dinámicas que nos suceden son determinadas por los caminos anteriores. Esto es una carrera de fondo. A pesar de que un cumpleaños se celebra en una fecha determinada, el año ha ido transcurriendo progresivamente. Por lo tanto, lo de ¡eres más viejo!, cuando cumples o sobrepasas una edad, sobra. ¿Entendido?

Las lecturas con cierto fundamento de los articulistas de los periódicos, unos mejores y otros menos mejores, se hacen en general sobre los peldaños y el caminar de las perritas. Sobre las evoluciones o sobre las cabras que tiran pa´l monte y pa´eso se estrujan el cerebro los insignes compañeros. Mérito profesional hacer ver los "bujeros" o errores y señalar a los que bajo tu punto de vista meten la gamba. La noticia, el suceso? en realidad no son lo importante, sino el mensaje particular que, desde el propio e intransferible enfoque individualizado, se es capaz de presentar a los demás. Tirando obuses o con balines, cada uno en su libertad, y siendo honrado consigo mismo, se arremete contra molinos o se corteja a la Dulcinea de las alucinaciones llamada libertad de opinión y, siendo más difícil llegar, cuando se llega una de siete veces, ya puede considerarse un éxito.

Voy a lo que voy, que me enrollo como una persiana. Resulta que ahora se aconseja, con esto de la gripe nueva y por parte de los responsables sanitarios, no dar saludos, ni besos, ni nada a las otras personas que habitan el planeta. Señoras y señores, ¡métanse en burbujas!

Cuando saludas a una persona del otro sexo, a la que te puede unir un cierto afecto, la costumbre en Tenerife es dar un beso solo, en la Península dos y en Francia por tres. A partir de ahora: no, no, no? qué va, pasando un kilo. De eso nada, fohh, dado el panorama ni uno, por muy buena que esté. ¡Hola! desde lejos, o "¡qué pasó!" y va que chuta, pero, por favor, que no se acerque ni un milímetro más el posible portador de la pandemia. Si eres un profesional, ni de coña te atreverás a darle tu inmaculada mano a otro tío. Qué asco. Es la moda que se impone en los negocios y sintiéndolo mucho ya no se ofrece la mano. Ni siquiera vale esa costumbre tan canaria de dar un toquito en el hombro, el virus puede estar aletargado y acechando justo en la pechera.

Con la enfermedad del sida ya se nos obligó a la extrema precaución en las relaciones sexuales. Las personas en pareja estable no tenían nada que temer mientras la manguera y el cono fueran cerrados. La palabra promiscuo pasó a ser un término que, aparte de sus connotaciones de conquistador/a o cabeza loca, según quien, podía definir un verdadero peligro andante. Un vampiro, sanitariamente hablando.

Pues bien, a partir de ahora peor. Con el virus de la gripe A (H1N1) de 2009, que es una cepa viral variante del Influenzavirus "A", de origen porcino (subtipo H1N1), conocida como gripe porcina (nombre dado inicialmente), gripe norteamericana (propuesto por la Organización Mundial de la Salud Animal) o nueva gripe (propuesto por la Unión Europea), nomenclaturas que han sido objeto de diversas controversias, se pasa a un estado de persecución de cualquier contacto físico en una enfermedad que a partir del 30 de abril de 2009, y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se denomina gripe A. Se evoluciona hacia no poder mostrar afecto y a abstenerse de cualquier filigrana de sentimientos o cariño.

Se detecta ya una abstención marcada en la masa de los tratamientos entre los seres humanos y yo me niego rotundamente y de momento a ser tan remilgado. Usted haga lo que quiera. Me lavaré las manos las veces que haga falta, pero no pienso negar un saludo o hacer ascos a un beso en la mejilla. De algo hay que morir. ¿No?