SIGUEN los hermanos Ríos, no los del cine sino los vividores de la política y con caché de muchos euros, emperrados en la majadería de la reforma del Estatuto. Ambos nos hicieron pasar un mal domingo al leer, en nuestro propio periódico, que el Gobierno de Canarias negociará directamente con los socialistas de Madrid sin contar con el PSOE de estas Islas. En realidad no habría que contar ni con los de aquí ni con los de allá para decidir el futuro de Canarias, pues lo único negociable con la Metrópoli, tanto si se trata de hablar con los socialistas, como con los populares o ese grupúsculo de comunistas que desde hace años, avergonzados de sí mismos, se esconden bajo las siglas de IU, es el proceso que ha de conducir a Canarias a su independencia. Recordamos un día más que el año 2010 está a la vuelta de la esquina, y que en él vence el plazo dado por el Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas para que Canarias, junto con todas las demás vergonzosas colonias que quedan en el mundo -incluidas las francesas y las inglesas- recuperen su libertad.

En vez de poner manos a la obra y hacer algo por sus compatriotas, los niños Ríos, y con ellos los desvergonzados políticos que se sientan en el Parlamento de Canarias -de las sesenta "señorías" sólo salvamos a dos o tres- se dedican a jugar con reformas, contrarreformas, pararreformas y otras estupideces que no sirven para nada salvo para llenarse los bolsillos con lo que cobran en dietas y comisiones por conjeturar sobre tonterías. Entre tanto, Marruecos sigue al acecho. Como señalábamos en nuestro editorial de ayer, mientras aquí discutimos que si galgos, que si podencos, el moro prepara la chilaba para vestirnos con ella y hacernos súbditos de Mohamed VI. Nosotros, los canarios, no queremos ser súbditos de nadie sino ciudadanos de nuestro propio país. De una república en la que tengan cabida partidos de todo el espectro ideológico; desde la derecha a la izquierda; desde los conservadores y liberales hasta los socialdemócratas, pero con el denominador común de la canariedad. Partidos netamente isleños que sustituyan a los actuales, pues el PP y el PSOE actúan al dictado de sus amos peninsulares y canariones, mientras que el paraestatal CC, lejos de luchar por su tierra como corresponde a un auténtico partido nacionalista, le hace el juego a los dos anteriores porque en tanto que la situación no cambie, sus afiliados, altos y bajos cargos, enchufados, enchufadas y oportunistas de toda índole siguen embolsillándose lo que al pueblo tanto sudor le cuesta ganar.

Un ejemplo de este ignominioso comportamiento político lo tenemos en los mencionados Ríos y en la niña de la política pura madrileña, que últimamente, además de hacerle el juego al mofletudo, se ha pasado con armas y bagajes a la prensa canariona. ¿Se merece el pueblo de Tenerife políticos como estos? ¿Se merece a los Ríos, a doña Oramas, a don Perestelo y al otro? ¿Se ha merecido en el pasado a los Mardones, González, Martín, Hermoso y alguno más que se nos queda en el tintero, pese a que durante sus vidas políticas han acumulado méritos suficientes para figurar en la lista de los personajes más nefastos de esta sufrida tierra canaria? Qué desgracia le ha caído a Tenerife con estos políticos inicuos. Políticos elegidos por los tinerfeños y por los canarios de bien -que no son los dirigentes canariones de la isla tercera-, que sólo piensan en prolongar el Estatuto de españolidad de estas Islas. Cuánto nos repugna leer sus declaraciones y ver sus fotografías en la prensa. Tinerfeño, tinerfeña, no olvides sus afrentas cuando tengas que volver a votar.