Gran polémica suscitó la asignación de doctorado honoris causa a Barack Obama en la universidad católica de Notre Dame. El mandatario de los Estados Unidos se exhibió, en sus palabras de investidura, como un político que recoge velas y que mantiene la línea que le ha subido a la presidencia; intentó dar a entender que comprendía a todos, seguidores y enemigos del aborto, y que, en estas cuestiones polémicas, todos se obligaban a "encontrar una forma que nos permita vivir juntos". El comunicado fue pacificador: todos respetamos la vida del nonato, el aborto es un drama. El aborto supone la eliminación del feto, el ser humano más inocente e indefenso. Es un crimen.

El líder político arengó a que "debemos abrir los corazones a aquellos que no piensan como nosotros". Pero, después de desabrochar el alma y de dar oídos a los argumentos del otro, hay que determinar lo que es bueno y lo que es perverso, lo que la Humanidad está pronta a admitir y lo que se debe evitar. También apremió a trabajar para reducir la cantidad de abortos bajando las fecundaciones no queridas, abrir la puerta a la adopción y acrecentando la asistencia a las mujeres en estado de buena esperanza. Será arduo lograrlo si el aborto se reconoce como un derecho, un logro feminista. Todo esto ha conducido a la legitimación del aborto, y éste ha rebajado el valor de la existencia humana prenatal, que ha pasado a ser normal, a eliminarla asesinarla.

No se pueden obviar los antecedentes del primer mandatario de EEUU como senador. Siempre ha ido en contra de cualquier restricción del aborto. Se pueden recordar algunas de las posiciones que ha tomado en los cien primeros días de su mandato: ha escogido para altos cargos a iniciadores del derecho al aborto; ha anulado la prohibición de apoyar económicamente a centros de planificación familiar que facilitan abortos fuera de EEUU; ha prohibido la subvención a las campañas de adiestramiento sexual que impulsan la abstinencia y la fidelidad y tiene programado revisar una resolución hecha por Bush para preservar la objeción de conciencia de facultativos que se oponen al aborto.

Clemente Ferrer Roselló

(Presidente del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad)

Carta a Mª Teresa Fernández de la Vega

Tengo una hija que dentro de poco cumplirá 16 años. Lleva tiempo escuchando cantos de sirena que le pintan un futuro donde podrá tomar cuando y cuantas "pastillas del día después" quiera. Si estas pastillas fallasen podrá abortar sin tan siquiera el conocimiento de sus padres.

Usted no sabe lo que duele un hijo, y si la viésemos en ese doloroso trance lo mínimo que desearíamos es poder mostrarle nuestro cariño y nuestro más incondicional y desinteresado apoyo.

A propósito de este tema usted ha manifestado: "Los sectores más retrógrados siempre estarán ahí". Si se atreve a llamar retrógrados a quienes no comparten en su totalidad el proyecto de ley del aborto, algunos son destacados miembros de su propio partido, tendrá que admitir que, al menos por mi parte, le exprese que usted no es precisamente la libertad guiando al pueblo.

Manuel Villena Lázaro

(Granada)