CON LA MISMA certeza que el mago habla de las papas, del millo y de las coles que suele sembrar para el consumo familiar (economía de subsistencia, se dice), discute con los demás del tiempo atmosférico. A fin de cuentas, la cosecha depende del clima, porque de la perfección de la siembra es mejor no hablar. Por eso no quita ojo a la evolución de las nubes, por la mañana, a mediodía, al atardecer? para confirmar el pronóstico. Y siempre está con la retahíla de "ya verán cómo mañana amanece lloviendo", o hace viento? Total, que mejor dejarlos a su aire. Luego la razón del mago salta a la vista, muchas veces porque las papas necesitan del agua del cielo; ni más ni menos. ¡Ah!, y no se le ocurra a nadie opinar en su contra, que es muy quisquilloso.

El otro día escuché a un alcalde que el verano iba "a ser muy rabioso", es decir, ácido (o acético) como el vinagre "macho" que comercializa un conocido bodeguero norteño. El mejor vinagre del mundo para regar y/o sazonar las cebollas, los tomates y las papas del terruño (esto lo digo yo). Por cierto, ¡qué sabrosas mixturas preparaban las abuelas con las hortalizas recolectadas en el "sitio de la casa"! Se las comía uno con la vista. Pero hoy en día no hay huerto, ni hay gallinas ni nada de lo que nuestros ancestros procuraban sembrar y criar por los alrededores de la casa. Por cierto, con cobertizos para guarecer el ganado y/o almacenar las semillas de la siembra del año siguiente. Incluso el aljibe era primordial para recoger las aguas de lluvia. Ahora vamos al "campo de la ciudad" a por pizzas, yogures, platos preparados, etc., etc. Comidas para calentar en el microondas y empezar a zampar en un santiamén; el potaje de verduras que se lo coma el vecino. ¡Ni hablar de engorros en casa; no vale la pena tanto trabajo! Y después se quejan de tener el colesterol y la tensión por las nubes, a mi juicio, por indisciplina y malos hábitos alimentarios.

En las medianías del Valle de La Orotava, por la zona de Benijos, la agricultura y la ganadería juegan un papel económico importante. La gente vive bien y goza de buena salud. La crisis no se nota tanto como en la capital; unos 4.000 parados, si bien es verdad que la cifra remite. Incluso la agricultura compagina con la solera de la Villa, antaño ciudad de coburgos y niños pijos. Obviamente, Isaac Valencia juega bien su papel de mandamás local. Sin embargo, el tropiezo está servido con los ecologistas, cada vez mejor organizados. Me refiero a que no lo dejan que construya hoteles y campos de golf. Menos aún que toque una piedra en las plataneras de El Rincón. Pero Isaac se aprendió la lección sin mayor esfuerzo, sobre todo para evitar malos ratos con los del "no" a todo. No saben la de veces que ha tenido que comparecer en los juzgados por asuntos relacionados con el urbanismo, el patrimonio, etc., etc. Por no hablar del atraso que supone judicializar la política; incluso a golpe de calumnias y alborotos. Anda que si los tipos propensos a la levitación se dejaran llevar por indicios y por sospechas, o por actitudes y comportamientos vacilantes, la fiscalía y los juzgados van a tener trabajo para el resto. Y no quiero decir que el razonamiento lógico no deba darse, sólo que no es prudente juzgar sin llegar al fondo. Evidentemente, no todo vale.

En todo caso, y antes de que sea demasiado tarde, abandonen la retórica y pónganse a trabajar en serio por Canarias, no vaya a ser que el calor haga que esto arda por los cuatro costados. ¡Hombre!, que ya está bien de incordiar, agitar y simular polvareda con polvos talco. Así no hay forma de llegar sanos y salvos a las elecciones del 2011; o como dice popularmente la gente del campo, "son ustedes lo peor que ha parido madre".

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