CUANDO todo ha cambiado, cuando nada es igual a lo que era hace cuarenta o cincuenta años. Cuando son muy distintos los mapas geopolíticos. Cuando tenemos que enfrentarnos con una nueva definición de persona. Cuando tenemos que revisar tantísimas cosas para adecuarlas a las realidades actuales, llegará el mes de agosto. El mes de las vacaciones judiciales. Llega el tiempo de ocio, lo contrario al negocio. Es lo opuesto a nuestro constante y obligatorio quehacer, bien sea en la industria, la profesión o el comercio. Bueno es el ocio. Bueno para el cultivo del espíritu, la lectura, la música, las bellas artes. Con ello vamos a conseguir cada día ser un poco más humanistas.

La profesión de cada cual, la ocupación, constituye la belleza de la vida del hombre, como el amor y la maternidad lo es de la vida femenina.

El odio. La diversión. El descanso de la actividad habitual no significa el no hacer nada, sino, lo hemos dicho muchas veces, es cambiar de actividad, porque no debemos olvidar que "toda vida ociosa es una muerte anticipada".

Ocio sí, pero sin olvidar el cultivo del espíritu, que debe realizarse en este tiempo estival y siempre, y, además, debemos mirar dentro de nosotros mismos, que allí está -y eso es lo importante- la gran verdad, que allí se encuentra la auténtica felicidad, esa que buscamos diaria y afanosamente sin darnos cuenta de que está dentro de nosotros mismos, que a poco que indaguemos hemos de encontrarla.

Y meditamos también en nosotros, porque, en este país nuestro, que lo importante son los pies. Que son más importantes que la cabeza. Sean estos pies los de Cristiano Ronaldo, Ronaldiho o Fernando Torres.

En este país están llenos los estadios, lo que es bueno, y vacías las bibliotecas. Muy triste. Con estas reflexiones terminamos el presente artículo.