Por la justicia deportiva

Los que firmamos esta misiva, aficionados al deporte como expresión de cultura y civismo y, además, del Club Salud, aspirante a Primera Regional, invocamos el Reglamento Disciplinario del Fútbol, que en su artículo 140, en su literal H, expresa: "Resolver también de oficio o por denuncia o reclamación cualesquiera cuestiones que afectan a la clasificación final y a las situaciones derivadas de la misma, como ascensos, descensos, promociones y derechos a participar en otras promociones y en otras competiciones", a los efectos de solicitarles que reparen en los hechos que han ocurrido este pasado sábado, día 13, en el encuentro de fútbol entre nuestro equipo, Salud, y su contrincante Guanchinet. Encuentro que servía para clasificar a uno de estos equipos para el ascenso a categoría Primera Regional.

El partido se desarrolló, como se podrá confirmar con quienes concurrieron a verlo, excediendo los límites de lo reglamentario por parte del equipo local, recurriendo a la violencia en el juego para evitar la evolución del equipo visitante en su juego, que es más vistoso que el suyo propio, sin que esto sirva para desmerecer la efectividad que demostró en el terreno de juego, ya que mediado el primer tiempo se imponía por un marcador de 3-0.

Innumerables faltas fuertes, algunas se podrían considerar agresiones (basta con ver cómo quedó el ojo del jugador número 8 del Salud), obligaron al árbitro del encuentro, aunque muy tarde, a sacar tarjetas amarillas para intentar controlar los embates de los jugadores del Guanchinet, hasta el punto de que ya entrada la segunda parte un jugador fue sancionado con la segunda amarilla y tuvo que dejar el terreno de juego. Esto terminó de desestabilizar al equipo de Guanchinet, que vio cómo, por medio de una penalty, se acortaba la ventaja en el marcador y el Salud, que dominaba las acciones del encuentro, podría remontar el resultado.

En una nueva falta muy fuerte, el árbitro asistente denuncia a un jugador del Guanchinet, que es sancionado con roja directa. Esto deviene en fuertes reclamaciones al asistente, que solicita la presencia del árbitro del encuentro para denunciar otras agresiones, y al tiempo que el árbitro se acerca, una persona, presuntamente un componente de la plantilla del Guanchinet, que no jugó por estar sancionado por acumulación de tarjetas amarillas y que estuvo todo el partido insultando y amenazando a los árbitros, sale corriendo desde las gradas para agredir físicamente al asistente y le propina un fuerte golpe en la cabeza. El asistente es atendido por auxiliares del Salud, le aplican hielo y la terna arbitral solicita a los equipos que se retiren al vestuario, concurre la Policía y finalmente los árbitros deciden suspender el encuentro. En un apretado resumen, estos fueron los hechos que ocurrieron.

Lo que nos ha llamado a presentarnos por este medio a ustedes son las noticias de que el partido se debe terminar de jugar, en los minutos que faltaron y en el campo de Guanchinet, que no habría sido expulsado el jugador de Guanchinet como todos los concurrentes pudieron apreciar y que además ese hecho derivó en la agresión antes indicada.

Esto no lo podemos entender, ni justificar, por lo que respetuosamente reclamamos que revean esta situación, ya que, y tal como expresan los artículos 10º y 14º en su Literal B de vuestro Reglamento Disciplinario, son ustedes quienes tienen la potestad de hacerlo, para que la justicia sea, como corresponde, imparcial y se sancione al equipo Guanchinet por los hechos acaecidos. No se puede permitir ni tolerar la violencia, en ninguna forma de expresión. Como decíamos al principio de esta misiva, somos aficionados al deporte, que debe ser una expresión de cultura y civismo, por lo cual invocamos al buen criterio y a la razón para que se motive la participación de la juventud en el deporte. Si no se hace justicia, el ejemplo que se estará dando es que con la violencia y el amiguismo se obtienen los objetivos y que nada se consigue por el trabajo y el esfuerzo.

Marianela Nieto, Marcela Suárez, Luis Zayala,

Elia Cordero Perera

La aventura de dos tinerfeños

El "Itaparica", ahora navegando por la Polinesia, en el inmenso océano Pacífico, donde hace años se midió una ola de 34 metros de altura, es un pequeño motovelero de 11,20 metros de eslora, donde navegan dos valientes tinerfeños: Juan Carlos Armas, patrón de yate de La Victoria de Acentejo (1962), y Juan Manuel de León, "Chichi", del Puerto de la Cruz (1967), de donde partieron entre una festiva multitud que les aclamaba, un sábado 30 de diciembre de 2006. Se disponían a realizar un sueño largamente pensado: la vuelta al mundo por etapas, portando un mensaje de hermandad y paz para los diferentes pueblos que les acogieran como hermanos de la mar. Cabo Verde, Brasil, Venezuela, Colombia, Panamá. Atravesarían la gigantesca obra en la que ya pasó el emperador Carlos V, para poder abrir un canal de 80 kms. que uniera los dos océanos; pero no fue hasta 1882 cuando Ferdinand de Lesseps inició los trabajos.

Miles de muertos por malaria y fiebre amarilla arruinaron la idea y fueron los Estados Unidos los que lo construyeron (1904-1914). 75.000 hombres -en una lucha titánica- finalizaron la obra entre el 15 de agosto de 1914 y el 31 de diciembre de 1999, fecha en la que el presidente Jimmy Carter entregó la titularidad del Canal de Panamá.

Vasco Núñez de Balboa, extremeño, descubrió el mar del Sur u Océano Pacífico, desde allí, en 1513. El "Itaparica" les llevó hasta las famosas islas Galápagos, donde Charles Darwin, a bordo del "Beagle" (1831-1836), llega a la conclusión de que las especies se estaban transformando con el tiempo. Rumbo a la Polinesia francesa, la huella de los navegantes españoles de los siglos XVI y XVII se encuentran por doquier: Mendaña, Quirós, Torres, Urdaneta, Magallanes, Elcano, Legazpi...

La pequeña isla de Eiao, en Las Marquesas, última recalada. Queda un mundo hasta avistar tierra australiana. ¡Buen viaje, amigos!

José Luis Montesinos Sánchez-Real

Felicidades, Sr. Manuel Domínguez

Deseo hacer extensivas estas felicitaciones a todas las mujeres y hombres del PP realejero, en particular, y al canario, en general, por el gran resultado en las últimas elecciones al Parlamento europeo. Estoy seguro de que los realejeros y canarios se sienten orgullosos por el hecho de que un realejero ocupe un lugar de responsabilidad en lo más alto de la política española, como es ser diputado del congreso. Su éxito no es fruto de la casualidad, sino más bien de una justa recompensa, por su tenacidad, talante, seriedad y capacidad de trabajo, que siempre ha demostrado (y esto se lo dice una persona que está muy distante de sus ideales políticos). Pero al César lo que es del César.

Juan Jesús

Carballo González