1.- Mi amistad con el pintor JoséCarlosGracia viene de muy atrás. Me ha hecho tres retratos, a cual mejor, pero el primero era de grandes dimensiones. En mi azarosa vida, el retrato ha ido siempre conmigo, ha viajado entre islas, ha sido testigo mudo de mis épocas felices y tristes. Todo eso. Pero como era tan grande no cabía en ninguna parte. Se lo he ofrecido a todo el mundo y todo el mundo se hace el loco; para no aceptarlo. Ni siquiera mi secretaria quiso colocarlo en el hall de su casa porque decía que ya me veía bastante por el día para, encima, tenerme presente también por la noche y los fines de semana, o cuando le echaba un kiki a su marido en el sofá. Total, que el cuadro ha ido dando tumbos y ahora lo tiene en custodia -porque tampoco lo ha colgado- mi sobrino y ahijado Sergio, una vez que mis hijas, Eugenia y Cristina, se echaron las manos a la cabeza cuando se lo ofrecí.

2.- Pero lo más gracioso que le ocurrió al cuadro fue la anécdota con el oficial de un juzgado de Santa Cruz, que vino a embargarme. En aquella época yo estaba tan tieso como ahora; no tenía un duro. Y un acreedor me presentó una demanda, demanda que perdí, claro, y el hombre quiso cobrar. Se personó el oficial del juzgado en la oficina, a ver qué me podía trincar, desoladas como estaban las cuentas corrientes y ausentes otros bienes, y lo primero que le mostré fue el dichoso cuadro. "¡Usted está loco!", me dijo, "¿cómo va a aceptar el señor que interpone la demanda, al que usted le debe unos cuantos miles de pesetas, tener al moroso colgado de la pared de su casa? Quite, quite". Y no se lo llevó.

3.- Confieso que ese retrato es muy mío. Quiero decir que José Carlos me lo hizo siendo yo joven, con poco más de treinta años, y no resulto mal del todo: estaba delgado, tenía la barbilla de KirkDouglas (mucho mejor, por tanto, que la de JuanFernandoLópezAguilar) y ligaba mogollón. Así que he decidido que este mismo lunes voy a pedir a Sergio el cuadro y lo voy a colgar en casa, a ver si me devuelve la buena suerte. Porque no creo que tampoco lo quieran en CajaCanarias. No lo veo yo colgado de la pared de la casa de DavidCovaAlonso. Quién sabe, a lo mejor ese cuadro con historia aumenta de valor cuando yo pase al otro barrio, cuando me toque. Estén atentos a las subastas; porque seguro que sale a subasta. Pero no lo va querer ni el subastero. Ni la madre que lo parió.