LAS TRES FUERZAS políticas con predominio en el Archipiélago parecen competir electoralmente por el número de vecinos oficiales del Ayuntamiento de Las Palmas. Parece ser también que es la única y solitaria estrategia de las formaciones centradas en Madrid.

Lo del Partido Socialista es, bajo mi punto de vista, descarado y escandaloso. Lo fue también el señor Soria tirándose al césped del Heliodoro una vez que nos ganaron, o el señor Aznar con una circunvalación sin su equivalente para la capital chicharrera. ¿Qué pasaría si D. Paulino hubiera saltado, corriendo en plan aleluya, a la parte de la pista de atletismo de su macro-estadio en la que estaba la grada con los dos mil de Tenerife? Fue un gesto feo, muy feo, imposible al revés, pero factible como realidad pasada y un hecho continuado en inversiones y política estatal. Se hace lo mismo, sibilina y contumazmente, en la filosofía pseudopolítica de que cuando nos quejamos es "como si oyeras llover" en un empujón desde los poderes al desequilibrio para así alimentar la división.

Es y no es el caso de Coalición, que se supone ha recibido sus votos en todo lo que no limita con Las Palmas, siendo que, aun así, no se les pueda negar el "gran" esfuerzo por recuperar una influencia perdida y el intento por gobernar para todas las islas. Han dispersado el apoyo recibido y no han implantado la fuerza de los que verdaderamente afinaron el arpa.

La mayoría de los representantes amarillos cuando tocan el poder no ejecutan escrupulosamente un equilibrio a ocho, como sí hacen mayormente los nuestros. Es como debería ser y, además, a la luz y previo pacto de legislaturas. Ellos no sirven a la equivalencia, difuminados e integrados en partidos llamados nacionales, con obtusas perspectivas en las que los ministros se decantan sin anestesia por la pica en Flandes.

Todo pa´llá. Encima de que aquella vez nos pisaron deportivamente, salta al terreno de juego el carroñero dirigente. No se olvidará. Hasta he visto con estos ojitos al señor Zapatero haciendo el "pío pío" con esas manitos ordeñando la cabra, que tampoco se olvidará, en el que se supone es el grito de guerra de una sola cara del electorado canario.

El Consejo de Ministros será, por supuesto, en Las Palmas. Los consejos, siempre centrados hacia el Sanedrín, fueron y por lo visto seguirán siendo la mayor discriminación para la mayor (que no Gran) Tenerife. La Casa África, "for example", es uno de sus últimos y suculentos regalitos.

Estancias, comidas, desplazamientos, guardaespaldas, souvenirs, acompañantes, prensa, impacto público, inercias y así la posibilidad de que el untado del bigote que se juega los cuartos en la disputa fraternal, por ejemplo, meta la directa de que si el metro, Gando o la Base Militar. Ya se están frotando las manos de que, entre flor y flor para Canarias, introduzcan lechugas para Las Palmas.

La urbe Santa Cruz-Laguna, con Tegueste por dentro, se extiende ya hasta los confines de El Sauzal pasando por Tacoronte y hasta Candelaria transcurriendo por El Rosario, como mínimo. En un territorio que, aún con veinte mil fallos y orquestas desafinadas está, y siempre ha sido prioridad, bastante integrado en el común denominador de un pueblo grande. Tampoco es que nos atraiga el cemento y cemento, es evidente, pero es lo que hay. En ese pedazo de norte ya existen tirando bastante pa´rriba de los doscientos mil y en ese petudo sur también. Precisamente por esa razón, las cinco o seis islas llamadas menores o no grandes, y que también lo son, forman junto a las dos catalogadas como más pobladas el global de un conjunto sobre el que delicadamente hay que establecer la paz con gobiernos para todos los lados, justicia, equilibrio y taquígrafos.

En una situación económica tan grave como la que vivimos en la actualidad y con un Gobierno estatal que ha optado por regar y disparar con euros indiscriminadamente, sería mejor que a cada uno nos dieran nuestra parte. Recuérdese que Santa Cruz-La Laguna como ciudad moderna confirma la solidez de sus defensas como plaza fuerte con la victoria sobre el almirante Jennings en 1706, y en 1797 sobre Horatio Nelson: el 27 de junio (día de Santiago). En 1812, la importancia política y administrativa de Santa Cruz queda definitivamente reconocida cuando se la designa como capital de la "provincia única de Canarias".