Nos toca repasar hoy lo que tantas veces venimos diciendo; lo que hemos señalado en nuestro editorial del martes: las iniquidades políticas de los miembros del Parlamento de Canarias. Aquí hacemos un paréntesis para decir que entre los 60 diputados que se subieron el sueldo hay que exceptuar a uno que no lo hizo porque no cobra. Nos referimos a Miguel Cabrera Pérez Camacho. Un diputado que tiene la decencia de no vivir del sudor de un pueblo en estado de necesidad. Qué distintos son los españoles de los británicos. Los británicos son isleños y europeos de altísima categoría. Los españoles y en concreto los canarios son isleños de bajísima bazofia política. El "speaker" del Parlamento británico, Michael Martin, ha dimitido por el escándalo de los sueldos de los miembros de la Cámara. La dimisión ha sido forzada por el primer ministro. Un hecho ejemplar que no se da en Canarias. Castro Cordobez no dimite.

Las diferencias entre ambos parlamentos -el británico y el nuestro- estriba en varios elementos que sobresalen: la civilidad, la cultura, la moral y la honradez política de los británicos. Conceptos que no se dan en la conducta de los indígenas isleños. Porque no dejamos de ser indígenas. Hablamos no en el sentido de aborígenes, de nativos, sino en el de indígenas políticos; indígenas que no recogen y guardan pepitas de oro en los cauces de los ríos, sino los euros que pagan los ciudadanos con sus impuestos. Es decir, son indígenas en el sentido de que exhiben costumbres poco avanzadas. En definitiva, el Parlamento británico les ha dado una lección de decencia política a nuestros diputados. El pueblo canario está esperando para ver quién de los 59 diputados regionales es capaz de renunciar a su sustancioso sueldo, amén de dietas por asistencia a comisiones y otros trabajos que, o bien no se realizan, o bien son inútiles.

En nuestro editorial del martes publicamos una foto en la que cuatro diputados autonómicos se congratulan por el acuerdo alcanzado sobre el Estatuto. Aparte de ser un Estatuto obsoleto, pues no hay que ir a un Estatuto de Autonomía sino de soberanía, debemos decir que se inició con unas fortísimas iniquidades políticas contra Tenerife, como es el haber admitido el "gran" en el nombre de Canaria -lo cual supone generar desarmonía entre los habitantes del Archipiélago, al distinguir a una Isla con una categoría que no posee; Gran Canaria y grancanarios; los demás, canarios de a pie-, el segundo haber relegado a Tenerife al último lugar en la enumeración -pese a ser la mayor, la más habitada y la que tiene más peso específico- y el tercero haber minimizado su tamaño en el escudo oficial del Archipiélago.

¿A qué conduce todo esto? Pues a que ayer la prensa canariona se congratulase de que la isla de "gran" Canaria es la que menos turismo ha perdido. ¿Por qué ocurre esto siendo la tercera una isla de secarrales, desangelada y triste porque no hay luminosidad debido a la panza de burro? Sencillamente por las campañas conjuntas que proclaman a esa isla como la grande. ¿Ven los lectores como el gran debe desaparecer por engañoso? ¿Se convencen ahora las autoridades de Tenerife de lo dañino que es ese gran?

Concluimos con una idea reiterada pero muy importante: Canarias es exprimida por el Gobierno central. Las oficinas de recaudación que tiene la Metrópoli en las Islas se llevan lo que antes se llevaban los galeones en oro y especias de las colonias. A cambio nos dan unas migajas, que son lo único que han obtenido los dos diputados nacionalistas canarios en Madrid, Oramas y Perestelo, a cambio de que el Gobierno socialista se perpetúe en España. Puro colonialismo; no lo olvidemos.