LOS DOS PRINCIPALES partidos de la vida política en España desarrollan, en estos últimos días, una actividad inusual. Dos focos intermitentes mueven las cúpulas desde donde se diseñan las estrategias a seguir contra el adversario. No importan los métodos, siempre y cuando no se vulneren las leyes. Sin embargo, la historia de la reciente democracia muestra que las normas, en determinadas y conocidas ocasiones, se han incumplido no sólo por las organizaciones citadas sino también por todas las que conforman el arco parlamentario nacional y autonómico. No vamos a entrar hoy en el recordatorio de datos escabrosos que han llenado las primeras páginas de los medios (de algunos medios), ni tampoco a iniciar un esbozo del preocupante panorama periodístico que revela el cierre de empresas y el paro de miles de colegas, resultado del golpe mortal dado por la recesión. Pero mientras estos imprevistos hechos se suceden, aparecen en un medio nacional, como noticias destacadas, el origen de la compra de tres trajes del presidente de la Comunidad Valenciana y las declaraciones de su sastre. Y, claro, aunque llevemos demasiados años caminando por estos vericuetos de la información, las sorpresas continúan cogiéndonos desprevenidos y nos asalta la duda de si se ha producido una merma generalizada en la capacidad de discernir lo que es de lo que no es. Pero, cuando abundamos un poco en el asunto, caemos en la cuenta de que se trata de lo de siempre, de revolver la cloaca para tratar de salpicar de mierda a otros y cumplir, así, los mandamientos de quien paga y ordena. Reconciliados con nosotros mismos, recuperamos el sentido común inoculado por este maravilloso temperamento que caracteriza a este maravilloso país.

Lo que sí es cierto, y esto lo percibe una gran mayoría de los ciudadanos, es que estamos en manos de un presidente, el Sr. Rodríguez Zapatero, que ha demostrado ser incapaz (es una expresión menos dura) de abordar y resolver una situación de emergencia nacional como la que vivimos (como la que mal vivimos). Las previsiones de su Gobierno para finales de este año, por lo que al paro se refiere, estaban en los cuatro millones. Sólo han pasado cuatro meses y ya se ha alcanzado esa cifra, por lo que se apunta ahora hacia los cinco. ¿Es una medida social haber creado este terrible paro? Hablamos de trabajadores y familias. A la vista de este túnel sin luz ni velas, el resto de los partidos, incluidos aquellos que hasta hace poco apoyaban a los socialistas, solicitan con insistencia un pacto de Estado, y Zapatero responde que lo que persiguen es abaratar el despido y recortar las prestaciones sociales. Jamás cederá al chantaje (¿). Y este es el único compromiso de Zapatero: el bienestar social, loable obligación... si gasta menos e impulsa políticas de empleo efectivas. Y soslaya, además, porque se le ha escapado la situación de las manos, qué medidas sociales va a poder adoptar con el vergonzoso paro cuando la caja del Estado se vacíe del todo (ya se vislumbra el fondo). Anuncia una nueva inyección de 9.000 millones con el fin de generar gasto público. Y ya conocemos lo que significa gasto público en nuestras bienamadas autonomías: despilfarro total. Que sepamos, únicamente el nuevo presidente de la Xunta gallega ha reducido a la mitad el número de consejeros, cargos públicos y vividores, mientras todo sigue igual en las distintas administraciones del resto de España encargadas de sangrar con impuestos a los cabreados contribuyentes.

El otro foco que mantiene negativamente animada la política española es el que alumbra (más bien encandila) todo lo relacionado con las próximas elecciones europeas.

No debemos pasar por alto que al señor Zapatero lo que de verdad le interesa es llegar a la presidencia de la Comunidad continental. Y para ello debe ganar la consulta. Y, según todas las encuestas, será el Partido Popular el claro vencedor... con diferencia. Entonces, al vallisoletano-leonés no le quedará otra opción que disolver las Cortes y convocar elecciones generales, situación que también contemplan las recientes tendencias. No queremos terminar estas líneas sin hacer mención a esa perfecta organización política que se esconde tras los socialistas obreros canarios que, con un envidiable conocimiento de lo que sucede en nuestra tierra, rechazaron la ley urbanística de medidas urgentes, con lo cual han contribuido a la creación de miles de puestos de trabajo en el Archipiélago canario. Enhorabuena.