Si hace unas semanas hablaba aquí sobre la inmigración, permítanme que hoy hable de la otra cara de la misma realidad, la emigración. Dos materias que juntas deben formar la política de Extranjería con la que deben contar todos los países serios. Y digo bien porque tanto la emigración como la inmigración son las dos caras de la misma moneda. Me explico. Sale gente cuando la cosa va mal y quiere venir gente cuando la cosa va bien. Lo que quiero decir es que para cualquier mente sensata una misma Ley de Extranjería o, por lo menos, la reglamentación que la desarrolla no puede ser igual para una u otra situación.

Para que me entiendan mejor, el Gobierno de España no puede regalar contratos a extranjeros cuando las cifras de paro son las que son. Este razonamiento que podría hacer cualquier niño de Secundaria es algo que echo de menos en las reflexiones del Consejo de Ministros de nuestro actual Ejecutivo Central.

En cambio, cuando gobernaba mi partido, el Partido Popular, las cosas iban bien y la gente venía a nuestro país, pues lo consideraban una apuesta por el futuro. Entonces, muchos criticaban lo que consideraban sólo un eslogan electoral del PP, aquello de "España va bien", y ahora ven lo difícil que fue conseguirlo.

Atrás queda, y muy atrás, el tiempo en que las oficinas de Extranjería eran sólo de emigración. Hoy España va mal, cuánto me duele decirlo, y muchos nos preocupamos porque este Gobierno, el del PSOE, parece que sigue "trabajando" para que la cosa vaya a peor.

Vuelvo a explicarme. El Partido Popular siempre ha defendido que la inmigración es buena, claro que sí, pero la ordenada. Y todos comprobamos, tristemente, que la primera regularización masiva del señor Rodríguez Zapatero supuso una gran irresponsabilidad al crear el mayor "efecto llamada" del mundo, bronca incluida de la Unión Europea.

Dieron una invitación en blanco para todas las personas que querían venir a nuestro país, olvidando que España tenía muchos hijos y nietos de emigrantes atravesando dificultades en otras tierras. Era entonces cuando lo lógico hubiera sido priorizar el retorno, era lógico en el 2005 cuando todavía existían oportunidades. Las mismas oportunidades que ZP entregó sin ton ni son y sin acordarse ni pensar en nuestros españoles en el exterior.

Es bueno recordar aquí y ahora que la política de Extranjería de José María Aznar daba prioridad al retorno de aquellos españoles que se encontraban en países con los que España tenía lazos históricos de migración. Aquello lo conseguimos modificando el Código Civil, ampliando la nacionalidad española a la mujer emigrante que se hubiera casado con un extranjero y muchos descendientes de españoles tuvieron, por primera vez, dicha nacionalidad y, por lo tanto, los mismos derechos al bienestar que todos nosotros.

También se reformó el Código Civil para eliminar el límite de edad establecido para elegir entre la nacionalidad española y la del país de residencia, y se cambió para que aquellos españoles en el exterior que hubieran renunciado a su nacionalidad pudieran recuperarla. Todo esto supuso la posibilidad de que en 1999 muchos emigrantes pudieran acceder a nuestro bienestar y nos ayudaran a trabajar para levantar este país.

Al principio de mi artículo habrán notado cómo me referí a la primera regularización masiva de ZP, y los pacientes lectores habrán pensado: ¿es que ha habido otras? Muchos de ustedes pensarán que estoy bromeando o practicando sectarismo con mis adversarios políticos, el Partido Socialista, y créanme, ni bromeo ni hago demagogia. Es más, me produce mucha tristeza compartir el hecho de que a través de la Ley de Memoria Histórica y, lo que es peor, en plena situación de recesión económica, ZP acaba de conceder la nacionalidad española a todos los hijos y nietos de españoles en el exterior, engañándolos con un retorno al paro y a la marginación.

Coincidirán conmigo en que el PSOE ha convertido el fenómeno de la inmigración en un problema, que ahora se agrava con el saldo del retorno al paro. ¿Dónde está la dignidad de los españoles y españolas? ¿Y sus derechos? ¿Dónde queda el derecho al empleo, el más elemental y que parecía obvio en otros momentos de nuestra historia? Ahora cobra mucha más fuerza aquello de "España va bien". Ahora, comprobarán que no era sólo un eslogan.

¿Dónde está la dignidad de los que vienen a la marginación, a la esclavitud o al paro? ¿Es esa la dignidad de la Alianza de Civilizaciones? Traer el paro que había en otros países al nuestro. Y vuelvo a repetirles: los socialistas no pueden hablar de una política de retorno como la que existía cuando gobernaba el Partido Popular, porque ningún gobierno responsable y serio ofrecería retornar al paro. Y eso es lo que actualmente pasa en España. Estamos rozando los 4 millones de desempleados. Más de 600.000 personas repartidos por Venezuela, Argentina, Cuba y Uruguay están tramitando sus papeles, no sólo para optar a la nacionalidad española, sino muchos, sin saberlo y engañados, para retornar al paro de Zapatero.

Créanme. Me duele decirlo y repetirlo, pero el PSOE ha convertido el fenómeno de la inmigración en un problema. Y su política errática puede llegar a generar conflictos de convivencia entre los que estamos, los que vamos y los que venimos, y ningún país serio y responsable puede permitirse semejante realidad.

Frente a esto, el Partido Popular ha demostrado siempre su firme compromiso con el millón y medio de españoles en el extranjero y con sus derechos. Queríamos que todos nuestros emigrantes retornaran con unas condiciones mínimas de estabilidad, confianza y bienestar. Y nuestro primer paso para lograrlo era vincular este retorno con el derecho y la necesidad de contar con un empleo, la mejor arma para la exclusión social.

Nosotros sí somos conscientes de que nuestros emigrantes tienen derecho a que España coloque entre sus prioridades atender sus necesidades y demandas. Aunque, ahora, esos miles de españoles que pensaban volver algún día a su tierra se encontrarán con dos problemas. Por un lado, la crisis económica y las altas cifras del paro, y por otro, un gobierno del PSOE que es incapaz de afrontarla.

* Presidenta del Partido Popular de Tenerife