MAÑANA, 30 de enero, hará 85 años de que en Cuba por unos patriotas y bajo la presidencia de José Cabrera Díaz, se funda el Partido Nacionalista Canario. Mañana también hace 1O años de que nuestro siempre recordado amigo y buen patriota José Diego Díaz-Llanos nos ofreció en una cena-mitin en Tacoronte un opúsculo, como le gustaba titularlo, sobre la historia del partido con la indicación ferviente de fortalecer las raíces del árbol de la nación canaria.

Seguramente, José Cabrera Díaz habrá pensado que a estas alturas de la historia las islas estarían arropadas por un sentimiento y una ideología nacionalista fuerte que habrían hecho de ellas una punta de lanza de progreso y de desarrollo en todas sus vertientes. También José Diego pensaría que después de diez años ese árbol de la nación canaria tendría hoy sus raíces ya robustas y decididas a sacar fuera de la tierra el fruto de una consolidación como tal de todo nuestro espacio territorial.

A uno y a otro lo que les guiaba, lo que asumían, era el pensamiento político de Secundino Delgado, el cual, ante la experiencia cubana, sometida una vez lograda la independencia a la bota imperialista de los EEUU, abogó por una autonomía con la cual se lograría poner a Canarias en su sitio en lo que respecta a gobernabilidad y exigencias competenciales.

Tanto José Cabrera Díaz como José Diego tenían en su mente conseguir que algún día Canarias lograra ser una nación con todos los atributos de un Estado. Y ellos y nosotros, los que militamos en el PNC, ante la observación de los tiempos que cambian a una velocidad de vértigo, que estamos en un mundo diferente, donde esa misma manida globalización que nos uniformiza y desidentifica es lo que hace que los que han transitado y los que seguimos por el camino del nacionalismo tengamos más claro que entonces que se hace necesario, casi con urgencia que es ese el camino de Canarias y que hay que luchar para conseguirlo desde dentro y desde fuera.

Pero no sólo con la voluntad de José Cabrera Díaz y de José Diego se puede lograr lo que nosotros, nacionalistas del PNC, queremos, no sólo con las proclamas y la historia de un partido cargado de años y que no ha renunciado a su meta se puede lograr lo deseado. Es necesario que todos los que por la senda del nacionalismo vamos, los que asumimos el nacionalismo como ideología determinante y consecuente, hagamos una reflexión, un parón si se quiere hasta en las tareas de gobierno y que esta fecha sea la oportuna para poner a punto y despertar lo que está adormilado cuando no languideciendo.

Si los nacionalistas canarios llegamos a ponernos de acuerdo, si hablamos el mismo lenguaje, si deseamos lo mejor para las islas, como decimos; si los tutelajes molestan y atosigan, entreteniendo y desdibujando nuestros mensajes, si se nos llena la boca de entusiasmo cuando hablamos de Canarias, si es lo que nos quita el sueño, ¿por qué no nos damos la mano para tirar la muralla de la incomprensión y dejamos atrás resabios y rémoras personales y miramos hacia adelante con la fuerza y con la ilusión de aquellos patriotas de Cuba y remamos todos hacia el mismo puerto, que no es otro que el de la construcción nacional canaria? ¿A qué estamos esperando?

El PNC, desde su vieja historia, imbuida y enriquecida por el pensamiento de Secundino, no deja de reconocer que en estos momentos difíciles para las personas y para los territorios hay que agudizar la inteligencia en la búsqueda de soluciones que apuntalen a Canarias como nación. El PNC sabe también que sin la esencia de su finura ideológica el nacionalismo canario será deficitario e inconcluso. Y lucha por ello, por la unidad nacionalista como base, como principio irrenunciable sin el cual no habrá nada que hacer.

El nacionalismo canario necesita un partido único como decía Secundino, cuando se fundó en 1901 el Partido Popular Canario, tapujado en esas siglas ante las represalias feroces que se tenían en la época (igual que ahora) con todo aquello que oliera a nacionalismo. Hoy, y andando el tiempo, ese partido no puede ser otro que el PNC, con sus 85 años de historia, con sus siglas limpias, que se han mantenido en el tiempo por los que seguimos creyendo que la historia de Canarias la tenemos que hacer entre los nacionalistas, juntos y no siendo testigos mudos de la misma.

La unificación nacionalista es prioritaria y es una exigencia. Hay que ir hacia un pancanarismo que apuntale, que dé fuerza, pujanza a la idea que se traduzca en la realidad de la nación canaria. Cada uno por su lado es estrangular, es maniatar el futuro, es perder el tiempo e ir de espaldas a las esencias culturales y políticas de un pueblo que necesita ahora más que nunca del nacionalismo. Tenemos que entender que esto es así y no seguir anclados en las miserias del oportunismo y del lacayismo.

Tras los 85 años del PNC, es el momento de repensar y de tender los puentes necesarios para la unificación. Si fuera así, José Cabrera Díaz, José Diego y todos los nacionalistas nos habremos llenado de satisfacción.