Dirigidos por José Antonio Vera, abrieron la final en su regreso tras un año sabático. Su actuación tuvo dos caras, tantas como temas. En el primero, "Los sillones", arrancaron como un juez que dicta sentencia al político corrupto y al padre de familia que roba para dar de comer a su prole. Tocaron sentimiento, aunque sus voces temblaron por momentos. Toque tan genial como fugaz al citar al alcalde que acaba frente al juez y termina en el sillón del Inem: "Ocupados todos". Golpazo: los cursos para aprender blanqueo de dinero, "vendehumos", chanchullos... La intensidad de la crítica la atemperaron con el humor, simple, de la silla del canarión o el sillón con una boa para Gonar. Decayó al hablar de la poltrona de Rajoy, defendieron al pueblo discriminado en sanidad y buscaron un "levanta plazas": "Levántale de tu sillón".

La murga se convirtió en los dummies, dibujos animados y muñecos de coches. Lo mejor, el "viaje" a Tomás Mesa, a quien siempre lo acompaña Johnny Walker, para hacer mención al adivino, vino, vino... Bajó el tema en la mención al fabricante y creció con la del canarión. Acabaron al subir a los políticos en el coche en busca de la complicidad al preguntarle a la plaza si quieren que se "estropeen". Mejor puesta en escena que letra. El primero, crítica cuidada y el segundo, búsqueda de humor. Mejor idea que letra.